En Milán, la capital mundial del diseño, la basura se convierte en dinero.
Se trata de "La Casa de Basura", un espacio creado con muebles hechos a partir de las colillas de cigarrillos o suelas de las zapatillas Nike; alfombras de ropa vieja, cojines de botellas de plástico y cestos de fruta fabricados con pantallas de celulares.
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La compañía detrás del proyecto, Miniwiz, pertenece a Arthur Huang, un arquitecto e ingeniero estructural que ha sido galardonado con el premio Pionero Tecnológico del Foro Económico Mundial de Davos.
"Hay suficiente metal y plástico para mantener la economía. Existe una gigantesca abundancia de deshechos de primer nivel para reutilizar en nuevos productos".
Huang asegura que los desperdicios son, en realidad, un recurso valioso y por eso cerca de 70 ingenieros y científicos trabajan en su "Laboratorio de Basura" recolectando deshechos domésticos e industriales para reutilizarlos.
"Alas de basura"
La compañía, con sede en Taipei, ha creado 1.200 materiales nuevos, muchos de los cuales se utilizan en la construcción, en productos de consumo y hasta en las alas de una avioneta que Huang pretende volar cuando obtenga su licencia de piloto.
"Vamos a volar con alas de basura", dice con orgullo.
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"Tenemos que inventar un nuevo material que sea libre de carbono. Nos ha tomado dos años de investigación y desarrollo, pero casi estamos llegando a la meta".
Entre los inventos, Miniwiz ha creado una turbina de viento en miniatura y un panel solar confeccionados con basura electrónica y también ha desarrollado papel que puede recargar celulares.
Ladrillos de plástico
La firma lleva años en esta misión. De hecho, en 2010 construyó un edificio de nueve pisos con ladrillos hechos de 1,5 millones de botellas de plástico, que pasó las pruebas de firmeza estructural.
Pero en el proceso, la empresa también ha fallado, como cuando se les hundió un bote.
Sin embargo, convertir metales básicos "en oro" es solo parte del desafío.
Lo que sigue a continuación es convencer a los fabricantes de utilizar materiales reciclados a gran escala y convencer a los consumidores para que los compren.
"Se requiere inversión y ellos no ven un mercado", dice Huang. "Es como el cuento del huevo o la gallina".
La máquina Trashpresso
Otra de las creaciones de la firma es la máquina Trashpresso, una recicladora de deshechos móvil que funciona con energía solar y tiene el tamaño de un conteiner.
Tritura, limpia, calienta y convierte deshechos como el plástico y los textiles en azulejos para la construcción.
La idea original fue del artista Jackie Chan, que un día le preguntó a Huang cómo sería un reciclador portátil, que permitiera reutilizar la gran cantidad de basura generada en los estudios de grabación.
Huang y su equipo se pusieron manos a la obra y llevaron la máquina a una aldea tibetana donde los habitantes se habían quejado por la basura que dejaban los turistas.
Ahí probaron que en 40 minutos de trabajo, el dispositivo podía producir azulejos suficientes para cubrir 10 metros cuadrados.
A pesar de este tipo de inventos, el problema de fondo sigue alrededor de los costos de recolectar y procesar los deshechos.
El valor económico de la basura es muy inferior al costo de reciclarla y mientras esa relación no se equipare, será difícil masificar este tipo de experiencias.
Huang dice que si los países se comprometieran a invertir un porcentaje de su presupuesto en iniciativas de reciclaje, la situación sería muy distinta.
"Eso abriría la puerta para todo tipo de innovaciones tecnológicas", apunta.
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