Por lo general, una ’doula’ se encarga de dar apoyo emocional a una madre durante el parto. Pero en la ciudad de Nueva York hay algunas que también acompañan a las mujeres durante un aborto.
Vicky Bloom es una de ellas. Ha estado presente en más de 2.000 procesos abortivos desde que se unió a la organización sin ánimo de lucro Doula Project (Proyecto Doula) en el año 2010.
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Una de las cosas que más le sorprendió cuando se convirtió en una doula de abortos, fue la cantidad de mujeres —la mayoría eran ya madres— que querían hablar de sus hijos.
"Pensaba que eso iba a ser raro ya que estaban poniendo fin a un embarazo, pero en realidad la situación tenía mucho sentido", dice la doula de 50 años y antigua experta en alimentación.
"Asegurarse de que pueden cuidar a los niños que ya tienen es un factor clave cuando la gente decide someterse a un aborto".
"También siento que mucha gente quiere hablar sobre cómo cuidan a sus hijos para sentirse confiados en que son buenos padres y buenas personas", agrega.
Hay una idea equivocada, dice Bloom, de que las mujeres que tienen abortos son de alguna forma diferentes de las que han tenido hijos.
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De hecho, más del 60% de las mujeres que tienen abortos en Estados Unidos ya son madres de al menos un hijo, según el Instituto Guttmacher, una organización estadounidense de investigación de salud reproductiva.
Cuando las mujeres están en la sala de operaciones, Bloom permanece a su lado para tomar su mano, calmarlas y confortarlas, hablar con ellas y limpiarles el sudor o las lágrimas.
El tiempo que pasan juntas es normalmente más corto que durante un parto, pero en cierta medida, el apoyo que Bloom ofrece es el mismo.
Rol valioso
"Me paro detrás de ellas, lista para cualquier cosa que necesiten, mientras el doctor está realizando el procedimiento", dice.
"Incluso en clínicas en las que el personal es maravilloso, tener a alguien en ese rol puede ser muy valioso".
Para los abortos en etapas avanzadas, que requieren que las mujeres se sometan a anestesia general, las voluntarias del Proyecto Doula se ofrecen para estar allí no solo antes del procedimiento sino durante los momentos en que la mujer está inconsciente.
"Ser testigo es una parte importante de lo que las doulas hacen", dice Bloom. "Algunas personas encuentran un enorme confort sabiendo que alguien que conocen y con quien están relacionadas, estará allí durante el procedimiento".
Las doulas de parto en Estados Unidos suelen ser costosas y sus clientas habituales son mujeres blancas con poder adquisitivo.
Por el contrario, el Proyecto Doula fue lanzado en 2007 para ofrecer apoyo a las mujeres de ingresos más bajos y comunidades marginadas.
"Pensamos que las mujeres se merecen una buena atención y apoyo, ya sea que su embarazo resulte en nacimiento, aborto espontáneo, parto de feto muerto, anomalía fetal o aborto provocado", explica Bloom.
Todas las doulas que trabajan en el proyecto deben estar dispuestas a colaborar durante el proceso de aborto además del proceso de nacimiento.
El Instituto Guttmacher halló que los abortos cada vez están más concentrados entre mujeres que viven bajo el umbral de la pobreza.
El programa de nacimientos del Proyecto Doula trabaja con mujeres en Nueva York con ingresos familiares menores a US$30.000.
En el trabajo de aborto, el proyecto ofrece servicios a todas las pacientes que entran por su puerta.
En un turno típico, Bloom ve a unas seis mujeres. A menudo, al menos una de ellas tiene menos de 18 años.
Como madre de una niña de 14, son las adolescentes las que están en la mente de Bloom, incluso cuando su turno de trabajo termina.
"Una de las cosas más difíciles sobre mi trabajo es que no puedo arreglar la vida de alguien, a pesar de lo mucho que desee hacerlo. No puedo arreglar una mala relación o que no tenga empleo. Tengo una conexión con una persona cuya vida es realmente complicada y le ayudo en ese momento con una sola cosa, y nunca vuelvo a verla de nuevo", dice.
Protestas
Antes de entrar por la puerta de la clínica de aborto, lo más probable es que las pacientes hayan tenido que pasar junto a una multitud de manifestantes antiaborto.
A pesar de lo divisivo que es el asunto, casi una de cada cuatro mujeres estadounidenses ha tenido un aborto antes de los 45 años.
Bloom nunca pregunta por qué está allí una mujer, pero a menudo ellas le cuentan su historia de manera voluntaria.
Durante el procedimiento, muchas mujeres dicen cosas como "realmente quiero este bebé pero no tengo dinero suficiente", dice Bloom.
O "me siento triste por esto, pero tengo suficiente con cuidar a mis dos hijos ahora". También hay otras mujeres para quienes el procedimiento no es traumático ni difícil en absoluto.
Bloom afirma que los manifestantes frente a la clínica principal donde trabaja tienen un perfil relativamente bajo, quizás porque en las instalaciones se realizan diversas tareas. Rezan el rosario, sostienen velas y entregan folletos.
"Los saludo, y ellos tratan de entregarme cosas que yo no tomo", cuenta. En los días que ellos están allí, hay un guardia de seguridad esperando en la puerta para acompañar a las mujeres al edificio", agrega.
Bloom creció en Nueva Jersey y ha pasado gran parte de su vida en el estado de Nueva York. La primera vez que recuerda que pensó en el asunto de los abortos fue siendo adolescente, cuando estaba saliendo con un chico de una familia católica y la invitaron a una manifestación pro-vida en Washington.
Ella se sintió incómoda con la idea y comenzó a investigar sobre el asunto.
"Estaba obsesionada con la ciencia así que empecé a saber mucho más sobre la biología del embarazo, pero también empecé a pensar que las mujeres deben ser capaces de hacer lo que necesitan con seguridad y cuidándose a sí mismas, sin que otras personas o el gobierno interfieran".
En ocasiones no hay manifestantes afuera, pero son las mujeres en la mesa de operaciones las que retan a las doulas.
"A veces, una clienta que se siente mal sobre lo que está pasando con ella misma me ataca: ’¿cómo puedes vivir contigo misma, sabiendo que despiertas en la mañana y eliges ser parte de esto?’. Pero sé que tienen un conflicto interno y dolor, y realmente yo no me siento mal sobre lo que hago, así que puedo responderles con compasión", dice.
La política de la gente no siempre es afín con sus vidas personales, dice Bloom, quien ha apoyado a varias republicanas pro-vida que se han sometido a abortos.
"Eso tiene disonancias cognitivas muy duras", agrega. "Algunas de ellas cambian de opinión sobre el aborto y otras no, sólo se sienten mal consigo mismas".
Las clínicas reciben con frecuencia a mujeres que han viajado desde estados menos liberales donde conseguir que les realicen un aborto puede ser difícil.
El Proyecto Doula recientemente creó una revista online con sugerencias de auto cuidados para las mujeres que no son capaces de obtener ayuda directa.
En los ocho años desde que se unió al Proyecto Doula, Bloom siente que el trabajo de aborto es el que más satisfacción le ha dado.
Como dice ella, "hacer una conexión profunda, hacer una diferencia y después dejarlo ir, es súper poderoso".
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