El Chelsea del siglo XXI es conocido por sus títulos, José Mourinho y su vínculo con una de las zonas más exclusivas y adineradas de Londres.
Todo gracias a la llegada del multimillonario ruso Roman Abramovich en 2003, que transformó el club y en 15 años lo convirtió en el más exitoso del fútbol inglés.
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Pero hay una parte del Chelsea que no ha cambiado desde el siglo pasado, la que representa un sector de su afición que a lo largo de la historia se enorgullece de ser reconocida como una de las más racistas y antisemitas de Inglaterra.
No es sorpresa que haya sido uno de los últimos clubs en contar con un jugador negro en su plantilla, Paul Canoville, en 1982, a quién le hicieron la vida imposible con insultos y expresiones denigrantes por el color de su piel sin importar que defendiera su camiseta.
Tampoco lo fue el incidente que protagonizaron en el metro de París en 2015, cuando un grupo de aficionados le prohibieron la entrada a un vagón del metro de la capital francesa a un hombre negro.
Antes de cerrarse la puerta, se escucha a una voz cantar "Chelsea, Chelsea, Chelsea", mientras que de fondo surge un cántico "somos racistas, somos racistas y esa es la manera que nos gusta".
Dos años después, en un partido de visita contra el Leicester, los aficionados del Chelsea entonaron una canción sobre el delantero español Álvaro Morata en la que incluyeron un cántico antisemita en referencia al Tottenham, uno de sus más enconados rivales en Londres.
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Eso pareció agotar la paciencia del club, que se vio obligado a condenar tajantemente ese comportamiento.
Nueva vía
El asunto afecta directamente a Abramovich, quien es judío, por lo que desde el club se han propuesto cambiar la forma de afrontar el problema del antisemitismo.
Esta semana el presidente del Chelsea y mano derecha de Abramovich, Bruce Buck, reconoció que se están planteando la posibilidad de enviar a los aficionados más radicales al campo de concentración de Auschwitz, uno de los más siniestros e infames de la Alemania nazi.
"Si solo castigas a la gente nunca cambiarán su comportamiento", le dijo Buck al tabloide The Sun.
"Está política les daría la oportunidad de darse cuenta de los que han hecho, incitarlos a que se comporten mejor".
El club también lanzó en enero el programa Dile No al Antisemitismo con el fin de enseñar, a través de cursos individuales, lo ocurrido durante el holocausto.
Hasta ahora, los aficionados que son hallados culpables de abusos en la gradas son castigados con la prohibición de entrar al estadio por un período que se puede extender hasta cinco años.
Pero la idea del Chelsea es ofrecerles la alternativa de visitar Auschwitz para conocer de primera mano sobre la muerte de más de un millón de personas entre 1940 y 1945.
Esto surgió a raíz de la visita que realizó un grupo de 150 personas al campo de concentración en junio, incluyendo a trabajadores del club, miembros de seguridad y aficionados.
"Queremos convencer a los otros clubes que hagan algo al respecto e influir realmente en lo que todavía es un problema", resaltó Buck.
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