En 2017, durante su primer año como presidente, Donald Trump añadió a casi 1.000 personas y compañías a la lista de entidades sancionadas por Estados Unidos.
La cifra supera en casi 30% el número de medidas de este tipo adoptadas por Barack Obama durante su último año en la Casa Blanca y es muestra de una tendencia de largo plazo que preocupa a algunos expertos.
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La posibilidad de que Washington pueda estar abusando del uso de esta herramienta y que termine perjudicando sus propios intereses.
Estados Unidos anunció este jueves la imposición de sanciones en contra de China por la compra a Rusia de aviones cazabombarderos Sukhoi Su-35 así como de misiles de última generación S-400, considerados como una de las mejores armas antiaéreas disponibles en la actualidad.
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La decisión despertó la ira de Pekín, que solicitó a Estados Unidos retirar las sanciones o, de lo contrario, "hacer frente a las consecuencias".
Moscú también criticó las medidas estadounidenses, que fueron calificadas por el canciller ruso, Sergei Lavrov, como "otro acto de competencia desleal".
Después de Estados Unidos, Rusia es el mayor exportador de armamento del mundo.
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Sergei Ryabkov, el segundo hombre en la jerarquía diplomática rusa, advirtió que Washington estaba "jugando con fuego" al "debilitar de forma insensata" la estabilidad global al despertar las tensiones en las relaciones con Moscú.
Por su parte, funcionarios estadounidenses afirmaron que las nuevas sanciones están dirigidas a Rusia y no tienen como objetivo disminuir las capacidades defensivas de ningún país en concreto, al punto que se podrían tomar medidas similares contra otros estados.
Sanciones sin China
Desde 2014, a raíz de la anexión rusa de Crimea, Estados Unidos y sus aliados europeos han tomado numerosas medidas contra Moscú.
Posteriormente, en julio de 2017, el Congreso de EE.UU. aprobó una ley para aplicar sanciones a Irán, Corea del Norte y Rusia, países considerados como adversarios.
Pekín, sin embargo, nunca se ha sumado a este tipo de medidas.
China se está convirtiendo en un fabricante de armamento sofisticado pero aún está deseoso de adquirir sistemas avanzados de Rusia, en especial cuando se trata de sistemas de defensa antiaérea y aviones de combate.
Aunque, Rusia se mostró reacia inicialmente, ahora está más dispuesta a vender este tipo de tecnología a China.
Stephen McDonell, corresponsal de la BBC en China, asegura que aunque el portavoz del ministerio de Exteriores de ese país usó un lenguaje duro para responder a Washington, la verdadera dimensión del malestar de Pekín solo se conocerá cuando anuncie cuáles serán las medidas retaliatorias que adoptará en respuesta.
Sin embargo, más allá de esta respuesta puntual, algunos analistas prevén que esta polémica entre países tenga otras consecuencias de largo plazo no deseadas por Estados Unidos.
Pekín – Moscú
Las nuevas medidas impuestas por Washington se producen en un momento en el que las relaciones con Pekín se encuentran duramente afectadas por la guerra comercial desatada tras la decisión de Trump de imponer aranceles mutimillonarios a la importación de algunos productos desde China.
Jonathan Marcus, corresponsal de la BBC para temas diplomáticos y de defensa, asegura que aunque el objetivo de las recientes sanciones es Rusia y no China, estas medidas podrían terminar estimulando la cooperación entre Pekín y Moscú, quienes en gran medida ya comparten una visión similar del mundo y coinciden en oponerse a lo que consideran como los esfuerzos de Washington de hacer gala de su peso en la escena internacional.
"El desarrollo de las relaciones militares con Rusia se hizo patente en la participación de China en los recientes ejercicios militares Vostok y esto (las sanciones) no va a detener su compra de armamento sofisticado a Moscú", señaló Marcus.
Agregó que la jugada de Estados Unidos podría profundizar su tensa relación comercial con Pekín y que, además, aunque sea una forma de causar dificultades económicas a Moscú y de dejar registro del malestar en Washington podría no lograr el objetivo deseado: lograr un cambio en la política rusa.
"El equilibrio de poder económico en el mundo está cambiando lentamente. Las sanciones impuestas por el que una vez fue un Estados Unidos dominante se están convirtiendo en un arma cada vez más débil y algunos creen que su uso excesivo puede acelerar este proceso", agregó.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos se benefició del distanciamiento entre Pekín y Moscú, ocurrido a mediados de la década de 1950.
Ahora, sin quererlo, podría estar propiciando su acercamiento y, con ello, el debilitamiento de su propia posición en el largo plazo.
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