La palabra "retenciones" -como se llama a los impuestos o aranceles a la exportación en Argentina- tiene una carga pesada en este país
El presidente Mauricio Macri lo sabe y por eso evitó usar esa palabra durante la cadena nacional que brindó este lunes por la mañana para tratar de traer calma, en medio de una fuerte crisis económica que golpea a la moneda local.
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Pero aunque no dijo "retenciones" eso, en efecto, es lo que anunció: una nueva tasa del 10% sobre las exportaciones primarias y otra del 7,5% para las exportaciones con valor agregado.
Macri lo llamó un "aporte".
"Vamos a pedirles a quienes tienen más capacidades para contribuir, aquellos que exportan, que su aporte sea mayor", dijo, en referencia a los sectores que más se han beneficiado por la fuerte devaluación del peso.
Y reconoció que esta medida era contraria a sus deseos.
"Sabemos que es un impuesto malo, malísimo, que va en contra de lo que queremos fomentar. Pero les tengo que pedir que entiendan, que es una emergencia y necesitamos de su aporte", explicó, en un mensaje que apuntaba a quienes, hasta ahora, fueron los sectores más afines al gobierno: el campo y el empresariado.
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La semana última el peso argentino experimentó una de las caídas más vertiginosas de su historia y en total ha perdido más del 50% de su valor contra el dólar en el último año.
Se espera que esta devaluación acelere aún más la inflación, que ya superó el 30% interanual.
Fue en ese contexto que Macri anunció que eliminará más de la mitad de sus ministerios, que pasarán a ser secretarías o se fusionarán, y dijo -sin decirlo- que volvería a implementar las polémicas retenciones que él tanto había criticado antes de asumir.
¿Por qué tanta polémica?
Los "derechos de exportación" -como se llama formalmente a las retenciones- no son un invento de Macri ni tampoco del gobierno kirchnerista que lo antecedió: se han usado en diversos momentos en Argentina a lo largo de los últimos 70 años.
Sin embargo, muchos en la nación sudamericana asocian la medida con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El motivo es que la exmandataria, que hoy es senadora y está en el centro de una serie de escándalos de corrupción que son investigados por la justicia, vivió su crisis política más fuerte como consecuencia de las retenciones.
Fue en 2008, poco después de asumir su primera presidencia, cuando quiso aumentar esos gravámenes a través de un sistema móvil que hubiera significado que la soja -la principal exportación de Argentina- aumentaría su alícuota del 35% a más del 40%.
La medida generó una fuerte oposición por parte de las principales organizaciones agrarias, que durante meses protestaron con paros y cortes de ruta.
Para "saldar la discusión política" el gobierno decidió enviar al Congreso un proyecto de "Ley de retenciones", con su plan estipulado.
Contra todo pronóstico y en medio de un debate legislativo que tuvo en vilo al país, la ley fue rechazada gracias al voto del presidente del Senado: el vicepresidente de la nación, Julio Cobos (un radical, que había llegado al cargo como parte de una alianza con el kirchnerismo).
A pesar de que el kirchnerismo perdió esa batalla, el campo y sus retenciones siguieron siendo su principal fuente de ingreso.
En especial la soja -que Fernández alguna llamó un "yuyo"- que llegó a representar el 80% de la recaudación.
Macri: "Retenciones cero"
El 14 de diciembre de 2015, cuatro días después de haber asumido la presidencia, Mauricio Macri cumplió con una de sus promesas de campaña.
"Llegó el día", dijo desde Pergamino, una de las ciudades rurales más emblemáticas de la provincia de Buenos Aires, antes de anunciar la implementación de su política de "retenciones cero".
El mandatario eliminó los impuestos a la exportación para el trigo (que pagaba un arancel del 20%) y el maíz (23%) y redujo las alícuotas sobre la soja del 35% al 30%.
Prometió seguir reduciendo esa tasa un 5% cada año, para finalmente eliminarla en 2022.
Pero las cosas cambiaron drásticamente en este, su tercer año en el poder.
La inflación, que venía reduciéndose, se disparó. Y el peso cayó en picada.
Ante este nuevo escenario fue que Macri tuvo que volver a usar ese impuesto, qué él mismo definió como "malo, malísimo".
Para paliar un poco el golpe de esta nueva tasa de 4 pesos por cada dólar exportado (que al cambio actual, con el dólar a 40 pesos, significa una tasa del 10%), el gobierno anunció que al mismo tiempo reducirá las retenciones sobre la soja, que estaban en 25,5%, al 18%.
Así, la retención total de esta oleaginosa será del 29%. Es decir: casi la misma que anunció Macri a días de asumir.
El trigo y el maíz, que tenían la famosa "retención cero" volverán a pagar cerca del 10% cada uno.
Si bien las retenciones al campo son las más simbólicas y las que más ingresos generan, la minería y la industria también volverán a tener retenciones, que habían sido eliminadas por el macrismo.
Contramarcha
Esta contramarcha del gobierno tiene un objetivo claro: el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo este jueves que con las nuevas retenciones se espera recaudar US$7.000 millones para 2019.
Solo de esta forma se logrará cumplir con la nueva meta oficial, que ya no es "retenciones cero" sino "déficit cero".
El país tiene que reducir su déficit fiscal para poder cumplir con una de las principales condiciones que le impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se comprometió a prestarle US$50.000 millones.
Las retenciones no son la única promesa que rompió Macri. También incumplió con las miles de personas a las que instó a sacar créditos hipotecarios para poder comprarse una casa.
La semana pasada, en un esfuerzo por dar señales fuertes al mercado en medio de la estrepitosa caída del peso, el gobierno aumentó de un plumazo la tasa de referencia del Banco Central -que ya era la más alta del mundo- y la subió del 45% al 60% en un solo día.
Así, dejó a todos las personas que sacaron créditos y a las 800.000 pequeñas y medianas empresas del país, que también dependen de ellos, en una situación muy complicada.
"La situación cambió"
Este lunes, Macri reconoció que no son las medidas que quisiera implementar sino las que debe imponer debido a la crisis económica, que a su entender es causada por "una mala política del gobierno anterior" y por las adversas "condiciones internacionales".
"Después de dos años y unos meses, la situación cambió por cosas que están fuera de nuestro control", justificó.
También señaló que el país tendría que sanear sus finanzas antes de poder avanzar en el plan de desarrollo que él prometió durante su campaña.
"No podemos seguir gastando más de lo que tenemos, vivir por encima de nuestros ingresos. Tenemos que seguir haciendo el esfuerzo para equilibrar las cuentas del Estado", dijo desde la Casa Rosada.
"Claro que quisiera pagarles más a los profesores universitarios, a los enfermeros, a los policías (…). Me encantaría tener más presupuesto para Ciencia y Tecnología o llegar más rápido con las cloacas que prometimos (…). Pero cualquier estrategia de desarrollo necesita empezar por ahí: gastar menos de lo que se recauda", sentenció.
No obstante, muchos consideran que el plan de Macri para salir de la crisis es erróneo.
Advierten que el aumento de las tasas de interés al 60% frenará la actividad y el consumo y este nuevo anuncio sobre retenciones podría impactar la siembra del año próximo, reduciendo los principales ingresos que recibe el país.
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