Durante más de dos décadas representó a muchos movimientos de izquierda de México, e incluso es uno de los responsables de romper la hegemonía política que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo durante 70 años.
Pero ahora, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) enfrenta la crisis más profunda de su historia.
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En la elección presidencial del pasado 1 de julio, el organismo perdió casi todo: el gobierno de Ciudad de México, su mayor bastión, que gobernaba desde 1997.
De las 500 curules que integran la Cámara de Diputados el PRD tendría solo 19, y únicamente 8 escaños en el Senado.
El resultado final se conocerá una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revise todas las impugnaciones a elecciones distritales.
Con el 5% de los votos en las elecciones legislativas pudo conservar el registro como partido a nivel nacional (el mínimo es 3%). Sin embargo, sí lo perdió en seis estados al no llegar a ese mínimo.
La contundente victoria de Andrés Manuel López Obrador, quien fue presidente del PRD entre 1996 y 1999, colocó al partido en un grave escenario.
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Según los resultados oficiales, obtuvo tres millones de votos, el 5,4% del total. Por eso algunos ven complicada su sobrevivencia.
“Soy escéptico de sus posibilidades de redención”, le dice a BBC Mundo Agustín Basave, expresidente del PRD. “El partido está ante un inminente peligro de extinción”.
Otros creen que aún puede salvarse, pero el camino no es sencillo.
“El PRD no está a punto de la extinción”, le dice a BBC Mundo el diputado Jesús Zambrano, quien también presidió el partido.
“Pero para evitar irse en el tobogán de lo que pudiera ser su desaparición tiene que resolver sus problemas, repensarse y redimensionarse”.
Los inicios
El PRD se fundó en mayo de 1989, meses después de las controvertidas elecciones presidenciales de 1988.
En ese proceso varios partidos y movimientos de izquierda se unieron en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. A la coalición se le llamó Frente Democrático Nacional (FDN).
Cárdenas fue gobernador de Michoacán y había militado en el PRI, del que se separó junto con otros líderes y provocó la primera crisis de ese partido.
Oficialmente el ganador de la contienda fue Carlos Salinas de Gortari, acusado por sus opositores de propiciar un fraude electoral.
Tras la derrota, el FDN decidió convertirse en un partido político.
Hasta ese momento, el Frente era una mezcla de colectivos urbanos nacidos tras el sismo de 1985, militantes de izquierda, incluso exguerrilleros, y miembros del Consejo Estudiantil Universitario.
La heterogénea mezcla en su nacimiento fue determinante en la historia del PRD.
Además de los grupos originales en la siguiente década se incorporaron otros líderes y movimientos.
El período de AMLO
Uno de quienes se unieron fue Andrés Manuel López Obrador, quien fue postulado candidato a gobernador de Tabasco en 1995.
Tras un controvertido proceso, AMLO, como se le conoce en México, encabezó una serie de protestas y una marcha a la capital del país.
El movimiento y el respaldo de algunos fundadores del partido le permitieron ser elegido su presidente en 1996.
En los tres años que estuvo en el cargo, el PRD alcanzó el mayor crecimiento que ha tenido en su historia. En 1997, por ejemplo, obtuvo la jefatura de Gobierno de Ciudad de México.
Ese año fue la primera minoría en la Cámara de Diputados. Por primera vez en la historia, el PRI perdió el control del Congreso, que mantenía desde su fundación, en 1929.
En el año 2000, López Obrador fue elegido jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y cinco años después contendió por primera vez por la presidencia del país, apoyado por el PRD.
El partido lo respaldó otra vez en su segunda candidatura presidencial, en 2012. Pero tras una nueva derrota, AMLO abandonó al PRD.
“Las tribus”
La renuncia de López Obrador es el antecedente central en la debacle del partido tras el pasado 1 de julio.
“Fue una fractura prácticamente en la columna vertebral, por la mitad del PRD”, confiesa el diputado Zambrano.
AMLO “se llevó la mitad de los votos”, completa el expresidente Basave. “Es el primer golpe, pero después hubo otros”.
A la lista de adversidades tras la renuncia, se suma la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el 26 de septiembre de 2014.
El alcalde de Iguala, Guerrero, donde ocurrió el incidente, era José Luis Abarca, militante del PRD y detenido por la desaparición de los jóvenes.
“El partido cargó con una parte muy importante de esa tragedia, nos pegó en la línea de flotación”, reconoce Jesús Zambrano.
Después siguió un proceso de inestabilidad. Entre 2015 y 2017, hubo tres presidentes en el partido, quienes renunciaron por la complicada vida interna de la organización.
Es otra de las razones del crítico escenario actual. Desde su nacimiento, en el PRD existen varias “corrientes de opinión” que se disputan candidaturas y puestos de dirección.
A estos grupos se les conoce como “tribus”, explica Ivonne Acuña Murillo, investigadora de la Universidad Iberoamericana.
“El PRD se ha distinguido por su lucha por las cuotas de poder, más que por las grandes figuras”, explica a BBC Mundo.
“Al final abandonaron al partido y no solamente lo dejaron sin líderes sino sin proyecto”.
La puntilla
La imagen del partido fue caótica. “Parecía que desde adentro se ha ido destruyendo por esta conformación de tribus, la falta de institucionalización”, insiste la investigadora.
En esta serie de crisis, la respuesta de los grupos no fue la adecuada, reconoce Agustín Basave.
“No se dieron cuenta algunos líderes de que el abismo estaba muy cerca”, subraya.
“Lo veían muy lejos y seguían actuando con base en los usos y costumbres perredistas, de la disputa feroz por las candidaturas y espacios de poder”.
Por esa vida interna, además del acercamiento del PRD con el PAN y el gobierno del presidente Enrique Peña, es que AMLO salió del partido para fundar el propio.
Se llama Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que en cuatro años ganó en coalición la elección presidencial y se convirtió en la principal fuerza política del país.
Ahora es, dice la investigadora Acuña Murillo, uno de los principales retos en la sobrevivencia del PRD, pues disputan el mismo nicho de votantes.
“Muy probablemente seguiremos viendo la desbandada de gente que se va a ir a Morena, porque creen mejor estar con este gran partido que con el que está en enorme riesgo de desaparecer”, subraya.
“Si las corrientes y liderazgos que pelean por la dirección del partido no logran limar asperezas y ponerse de acuerdo, van a darle la puntilla al PRD”.
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