Cuando realicen la autopsia en el cadáver de Carey Dean Moore, los patólogos hallarán en su cuerpo rastros de Fentanilo, una droga 50 veces más poderosa que la heroína que cada año está causando miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
Pero en el caso de Moore no habrá habido un abuso involuntario. Tampoco un suicidio.
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Este hombre de 60 años de edad fue ejecutado este martes en la mañana en una penitenciaría de Nebraska para hacer cumplir una condena firme en su contra por el homicidio de dos taxistas.
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Reuel Van Ness y Maynard Helgeland eran, además, dos veteranos de la guerra de Corea. Ambos fueron asesinados en agosto de 1979.
Moore fue condenado por lo ocurrido hace 38 años, lo que le convertía en el preso que más tiempo llevaba en el corredor de la muerte en Estados Unidos.
Escapar de la muerte
En esas casi cuatro décadas esperando su ejecución, Moore vivió momentos en los que su muerte parecía inminente pero también otros en los que daba la impresión de que nunca se llevaría a cabo.
De hecho, durante un breve periodo las posibilidades de que fuera ejecutado parecieron desvanecerse por completo, cuando en mayo de 2015 los legisladores locales votaron para eliminar la pena capital.
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En noviembre de 2016, sin embargo, los votantes decidieron con una mayoría de 61% restablecer la aplicación de este castigo.
Pero, hubo otras ocasiones en las que estuvo entre la vida y la muerte.
En mayo de 2007, por ejemplo, Moore se encontraba preparado para sentarse en la silla eléctrica cuando, apenas faltando seis días para la fecha prevista, la Corte Suprema de Nebraska ordenó paralizar el proceso mientras evaluaba la constitucionalidad de esa forma de ejecución.
Entonces, había renunciado a presentar nuevas apelaciones con la paradójica esperanza de -finalmente- ser ejecutado y escapar de lo que calificaba como "el infierno" del corredor de la muerte.
Decía estar cansado de la soledad de la celda por lo que la decisión judicial le "decepcionó", aunque tras lo ocurrido reconsideró su decisión de no presentar más apelaciones.
Ejecución inédita
Esta vez, Moore también había renunciado a intentar evitar su ejecución, lo que planteó fuertes dilemas éticos a su abogado, Jeffery A. Pickens, quien tuvo que debatirse entre los deseos de su cliente y su obligación de representarlo legalmente.
Para salvar esta disyuntiva, el reo intentó prescindir de su abogado y éste intentó retirarse del caso. Pero ninguno tuvo éxito.
Pese a todo, la ejecución de Moore fue puesta en duda la semana pasada debido a una demanda presentada por la compañía farmacéutica Fresenius Kabi, que creía que dos de sus productos iban a ser utilizados en la ejecución.
La empresa acusaba al estado de Nebraska de haberlos obtenido por medios indebidos, algo negado por las autoridades locales.
El cóctel letal estaba compuesto por cloruro de potasio (para detener su corazón), cisatracurio (un bloqueador neuromuscular), diazepam (un sedante) y fentanilo (un opiáceo que ayudaría a dejarlo inconsciente).
La ejecución de Moore es la primera vez que se usa en un caso de pena capital esta poderosa droga que lidera la lista de fármacos responsables por las 63.000 muertes por sobredosis ocurridas en Estados Unidos en 2016.
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"Este protocolo experimental podría ser cuestionado legalmente en tanto podría violar los derechos constitucionales de Moore a no ser sometido a un castigo cruel e inusual", dijo a la prensa estadounidense Pickens, al expresar su frustración por la negativa de su cliente a no seguir apelando su sentencia.
Moore consideraba que ya era su hora. A fin de cuentas, iba a ser ejecutado por dos homicidios que él siempre reconoció haber cometido y, además, por razones fútiles: para conseguir algo de dinero para comprar marihuana y pornografía.
Había pasado 38 de sus 60 años esperando la condena. Encerrado 18 horas al día en su pequeña celda.
Sus años en libertad no habían sido mucho mejores. Tenía 11 hermanos y un padre alcohólico que durante su niñez les había golpeado con frecuencia, según contaron sus familiares en el juicio.
A los 10 años ya era, junto a su hermano gemelo Harry David Moore, un transgresor consagrado. Juntos quemaban autos, cometían hurtos en el vecindario y realizaban actos vandálicos contra algunos negocios.
Pese a ello, Moore no buscaba excusas ni perdón en sus problemas familiares.
No responsabilizaba a otros por sus delitos. Reconocía que muchas otras personas tienen una niñez muy dura pero no por ello cometen homicidios.
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