Cuando era niño, a Eshan Hilal le pegaban para que no bailara. Pero no lograron disuadirle de que hiciera caso a su pasión: ser bailarín de danza del vientre.
"Adoro mi danza. Me siento conectado a Dios. Cada una de mis células baila conmigo. Cuando bailo, siento mi existencia en este planeta. Siento que es el propósito para el que vine al mundo", le contó a la BBC.
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En sus actuaciones, Eshan Hilal suele llevar una falda larga y vaporosa, una blusa con lentejuelas y un cinturón de monedas tintineantes. Y el cabello peinado hacia atrás.
Siempre amó bailar. A los 5 años ya bailaba canciones de Bollywood. Pero a medida que se hacía mayor, los miembros de su familia desaprobaban cada vez más lo que hacía.
"Me decían: ’Eres un niño, ¡compórtate como tal!’", dice Eshan, quien ahora tiene 25 años. "Se supone que no debes bailar porque es de chicas. Queremos que seas un hombre varonil".
Cuando todos los niños jugaban al cricket, Eshan se quedaba en casa bordando y jugando a las muñecas. Su hermano pequeño le preguntaba si quería salir a dar una vuelta en bicicleta, pero él prefería no ir.
"Me avergüenzas"
Eshan es musulmán, y la mayoría de los miembros de su familia creen que ese baile va en contra de su religión.
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La desaprobación pronto se tornó en hostilidad. Eshan recuerda bien la primera vez que le llamaron prostituta.
Tenía 7 años.
Fue durante unas vacaciones de verano en familia: "Comencé a bailar y mi abuela dijo: ’¿Alguna vez viste a una prostituta bailando en un bar?’ Yo me asusté. ¿Qué era esa palabra? Sabía que era un insulto, pero no conocía su significado".
Al padre de Eshan tampoco le gustó.
"’Me dijo: "Me das vergüenza. Se supone que no deberías bailar’. Creen que solo puedes bailar si eres mujer… y no una buena. Así es la cultura de la que vengo".
Después de aquello, cuando tenían invitados le encerraban en una habitación.
"Me comparaban con mi hermano y decían: ’¿Por qué no puedes ser masculino, fuerte y rudo, como él? Y yo decía: ’Pero mamá, él no sabe bailar’. Ella contestaba: ’¿Y qué más da eso?’"
"Durante toda mi infancia sentí que no era normal".
Para complacer a sus padres, Eshan trató de jugar al cricket y encontrar una novia. Incluso intentó dejar la danza del vientre. Pero no pudo.
Las golpizas
Un día, se armó de coraje y le pidió a su madre que le apuntara a clases de baile clásico.
"Me abofeteó muy fuerte", recuerda Eshan.
La reacción de su padre fue aún peor: "Me golpeó tan fuerte que me causó una fractura. ’¿Por qué te comportas como una prostituta?’, me dijo".
A los 14 años, Eshan huyó a una ciudad a unos 300 kilómetros de su casa en Delhi. Trabajó como limpiador en hoteles durante seis o siete meses.
Cuando regresó, su padre le golpeó de nuevo y le amenazó con herirle tan fuerte que no pudiera volver a escaparse.
"Estaba muy avergonzado de mí. Yo era su hijo mayor y no tenía nada que ver con él".
A pesar de todo, Eshan persiguió su sueño. Sus apariciones en televisión y su participación en un programa de baile le han hecho ganar muchos fans.
"Hay gente que me insultaba antes de que saliera en televisión, pero ahora han cambiado. Me invitan a cenar, se toman fotos conmigo… De repente, significo algo para ellos".
Pero la carrera de Eshan ha creado profundas divisiones dentro de su familia.
Relaciones de amor-odio
Toda la familia vive en el primer piso. Sin embargo, Eshan vive en el de arriba.
Su madre tiene poco más de 40 años. Es una musulmana devota que se casó a los 14. Eshan fue su primer hijo, el mayor, pero piensa que el Islam no aprueba su modo de vida.
Ella dice que le decepciona el deseo de bailar de su hijo. Él habla de cómo sus padres no logran entenderlo.
Madre e hijo recuerdan que durante más de un año no se hablaron.
"Yo quería que fuera médico desde que lo tuve en mis brazos. Lo enviamos a una buena escuela para que tuviera una buena educación, pero cuando regresó todo lo que hacía era levantarse la camisa y mover la panza".
También cuenta que el padre de Eshan a menudo volcaba su rabia contra ella cuando tenían peleas en casa.
Y asegura que hubo un tiempo en el que deseó que se su hijo fuera lejos para que pudieran vivir en paz.
Le pregunta a Eshan si recuerda las peleas que tenían.
"No eran peleas… tú solías pegarme todo el tiempo", interviene Eshan.
"Sí, le pegaba bastante", admite su madre. "Pero me sentía muy frustrada con él".
Eshan dice que siempre le dice a su madre que deben aceptarle.
"Dios me hizo así. Y Dios no me critica, ¿por qué lo haces tú? Soy bailarín de danza del vientre, es mi profesión, ¿por qué no me aceptas como soy?".
Ella dice que ya no intenta persuadirle de que no baile, pero reza para que no lo haga: "Tengo fe en mis oraciones".
Pese a los altibajos de su relación, hay un vínculo fuerte entre ellos.
"Yo la amo. Todo lo que soy es por ella. Y es mi deber estar con ella. No soy su hijo, soy su amigo. Quiero ser su hermana", dice Eshan.
Los sentimientos hacia su padre son muy diferentes. Ni siquiera se hablan.
Eshan dice que se sintió tan amenazado por él que comenzó a cerrar con llave la puerta de su habitación por las noches: "Sentí que mi padre quería matarme y no quiero morir joven", explica.
El padre de Eshan tiene unos 50 años. Es un hombre grande con barba gris. Parece educado y está dispuesto a responder a nuestras preguntas.
Confirma que Eshan tuvo una fisura como resultado de una paliza que le dio, y que su hijo una vez se fue de casa.
"Sé que hay gente que aprecia lo que él hace , pero a mí no me gusta. Mi hijo no es más importante que el respeto de la comunidad. Lo que está mal, está mal".
No le da importancia al miedo que le tiene su hijo.
"¿Por qué iba a atacarle de noche? Cuando le pegué lo hice abiertamente. Eshan no es mi enemigo. Soy su padre, y como padre tengo que ponerlo en el camino correcto".
A veces, Eshan se pregunta si hubiera sentido la misma pasión por el baile si sus padres no hubieran sido tan duros con él.
"Si me lo hubieran dado todo en bandeja no lo habría valorado tanto".
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