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Por qué el atentado de las Ramblas de Barcelona pudo ser mucho peor y todavía preocupa a los investigadores un año después

Los atacantes que mataron a 16 personas en Cataluña en agosto de 2017 planearon atacar la Torre Eiffel en París y buscaron otros objetivos en Barcelona. La BBC puede revelar que investigaciones en proceso sobre los ataques abarcan 12 países en total, tanto dentro de Europa como fuera.

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Fueron los peores atentados terroristas registrados en España en la última década.

Pero los yihadistas que atacaron las Ramblas de Barcelona y el pueblo catalán de Cambrils en agosto de 2017 tenían en mente algo todavía mayor.

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La célula pensó en atacar algunos de los monumentos más famosos de Europa, entre ellos la catedral de la Sagrada Familia, en Barcelona, y el estadio del Camp Nou, entre otros objetivos.

Material encontrado en cámaras de fotos, ordenadores y teléfonos móviles también mostró que los integrantes de la célula catalana visitaron la Torre Eiffel en París para fotografiar y hacer videos de su estructura y características de seguridad.

Pero una explosión fortuita en la casa donde preparaban los explosivos les obligó a cambiar de planes.

  1. "No tengo miedo": miles de personas se manifiestan en Barcelona en rechazo a los atentados de Las Ramblas y Cambrils
  2. ¿Es posible evitar los ataques con vehículos como el de Las Ramblas en Barcelona?

La BBC puede revelar que investigaciones en proceso sobre los ataques abarcan 12 países en total, en Europa y fuera, lo que sugiere que la red era más amplia de lo que se pensó inicialmente.

Según el testimonio de un miembro vivo de la célula, el imán detrás de los atentados afirmaba tener relación con otro imán en otra célula de ocho o nueve personas en Francia.

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Y según fuentes cercanas a los investigadores en este país, las autoridades francesas están intentado establecer las identidades de los miembros de esta posible célula.

Esto es lo que sabemos sobre lo que sucedió y lo que estaban planeando hacer, y de cómo un grupo de jóvenes crecidos en un tranquilo pueblo catalán logró llevar a cabo los atentados sin ser detectados.

Tres días que sacudieron Cataluña

En una calurosa noche de verano, el 16 de Agosto de 2017, en el pueblo costero catalán de Alcanar, los vecinos de la urbanización Montecarlo estaban cenando con amigos en la terraza o tomando una ducha fría.

Al final de un camino de tierra había una pequeña casa blanca de planta cuadrada rodeada de olivos. En la terraza un joven de 22 años, Mohamed Houli Chemlal, miraba su teléfono. Un vecino pasó por delante y lo saludó.

Poco después, una enorme explosión sacudió y derrumbó el edificio.

Ladrillos, piezas de acero y trozos de carne humana salieron disparados. Los restos entraron por las ventas de las casas adyacentes y partes del cuerpo de dos personas cayeron sobre los jardines cercanos.

Muerieron Abdelbaki Es Satty, un imán de 44 años, y Youssef Aallaa, de 22, ambos de origen marroquí.

Los servicios de emergencia llegaron poco después y el chico que había sido visto en la terraza fue trasladado al hospital con heridas leves.

En esos momentos, nadie pensó que podía ser el miembro de una célula que preparaba devastadores ataques.

El concejal local y bombero Jordi Bort estuvo en el lugar poco después de la explosión. "La hipótesis más fuerte entonces era una explosión de un laboratorio de drogas", aseguró.

Pero cuando los servicios de emergencia y una máquina retroexcavadora removían los restos al día siguiente se produjo una segunda explosión, casi tan grande como la primera, que dejó a otras diez personas heridas.

Debajo de los restos no había una tubería de gas en mal estado ni un laboratorio de drogas, sino un cargamento para fabricar más de 200 kilos de explosivos, muy inestables y diseñados para causar muchas muertes.

Había bombonas de butano (más de un centenar) y todos los ingredientes para fabricar TATP o triperóxido de acetona, un explosivo cristalino conocido como "la madre de Satán" y utilizado antes en los atentados de noviembre de 2005 París y de marzo de 2016 en Bruselas. Los atacantes también prepararon granadas y chalecos explosivos.

"La magnitud de lo que allá se estaba cocinando, de lo que allá se estaba generando podría haber derruido un edifico de grandes dimensiones", aseguró a la BBC Manel Castellví, jefe de la Comisaría General de Información de los Mossos d’Esquadra (policía autonómica catalana), a cargo de investigaciones antiterroristas.

Un día después de la explosión de Alcanar, en la tarde del 17 de agosto, un hombre de 22 años llamado Younes Abouqaaqoub se subió a una furgoneta blanca alquilada y la condujo a toda velocidad por las Ramblas de Barcelona, matando a 13 personas.

Luego secuestró un coche y mató al conductor del vehículo. Una mujer alemana herida en el ataque de las Ramblas murió posteriormente.

Y ocho horas después, en la madrugada del 18 de agosto, cinco hombres condujeron hasta Cambrils, localidad costera a unos 100 km de Barcelona. Eran Houssaine Abouyaaqoub, hermano del atacante de la capital catalana; Moussa Oukabir, Said Aallaa y los hermanos Mohamed y Omar Hychami.

Su Audi A3 negro se precipitó contra los paseantes en este pueblo de mar, matando a una mujer de nacionalidad española e hiriendo a otros transeúntes.

Miembros del grupo llevaban grandes cuchillos y un hacha, falsos chalecos explosivos con botellas de plástico pegadas, todo pensado para crear pánico, así como pañuelos rojos anudados al cuello utilizados con anterioridad como símbolo en otros atentados yihadistas.

Tanto Younes Abouyakooub como los atacantes de Cambrils murieron abatidos por la policía.

¿Quiénes eran los hombres tras estos atroces ataques?

Una comunidad unida

A unos 100 kilómetros de Barcelona está el tranquilo pueblo de Ripoll, cerca de los Pirineos.

Rodeado por montañas y el agua cristalina de dos ríos, aquí fue donde crecieron los atacantes de las Ramblas y Cambrils.

Todos los chicos jóvenes que llevaron a cabo los ataques, incluidas las cuatro parejas de hermanos, eran inmigrantes de primera o segunda generación de Marruecos, y amigos desde la infancia.

Muchos habían jugado en los equipos de fútbol locales y participaban en actividades extraescolares.

Eran chicos normales, parte de la comunidad, le aseguraron personas de Ripoll a la BBC.

"Eran muy respetuosos. No hacían cosas que llamaran la atención de la gente", dijo un hombre que los conocía bien y que prefiere mantenerse en el anonimato.

Uno de los miembros más jóvenes del grupo, Houssaine Abouyaaqoub, conocido en el pueblo como Houssa, era amante de la escalada. También jugaba en un equipo de fútbol local.

Era muy bueno con los niños pequeños, explica Raquel Rull, pedagoga y madre de uno de sus compañeros de escalada.

"Estos chicos eran niños como todos. Como mis hijos, eran niños de Ripoll", dijo en una carta emotiva y personal que se publicó en los medios tras los ataques.

Solo Driss Oukabir, ahora en prisión provisional, tenía antecedentes por robo, agresión sexual y violencia doméstica.

Pero a pesar de ello, su comportamiento nunca llamó demasiado la atención.

En lugar de alguien sospechoso de planear un ataque de gran envergadura contra población civil, su vida consistía en "fumar porros, su novia, su perro y su coche", según alguien que le conocía.

Aunque tanto una fuente con la que habló la BBC como uno de los testigos protegidos del caso lo situaron dentro de la casa de Alcanar.

Los miembros de la célula habían empezado a trabajar en una fábrica local, restaurantes o repartiendo pizzas.

Luego, en algún momento en la primavera de 2015, un hombre llamado Abdelbaki Es Satty llegó a Ripoll.

El imán con oscuro pasado

Tras encontrar piso en Ripoll, Es Satty empezó a trabajar en la única mezquita que existía entonces en el pueblo.

La gente que pasó tiempo con él dice que no era una persona particularmente carismática, sino alguien callado y que no hablaba mucho con los otros adultos.

Ibrahim Aalla, padre de los hermanos Aalla, aseguró que Es Satty "tuvo una mala influencia sobre ellos".

"Sus creencias eran demasiado estrictas. Tenía una interpretación del islam que no me gustaba. Se lo dije a mis hijos. No quería que fueran a la mezquita. Yo no hablaba con él".

Es Satty estaba en el radar de las autoridades desde hacía años.

Nacido en la región montañosa del Rif cerca de Chefchauen, en Marruecos, llegó a España a principios de los 2000. Desde 2003 vivió en Vilanova i la Geltrú, una ciudad costera cerca de Barcelona.

Allí pasó tiempo con un hombre argelino llamado Belgacem Bellil, quien luego mataría 28 personas en un atentado suicida en Irak, en noviembre de 2003.

Según un informe policial, Es Satty y Bellil ya habían vivido juntos antes, en la ciudad andaluza de Jaén.

Y ambos estaban conectados con una célula basada en Vilanova, cuyos miembros fueron investigados por enviar a personas a Irak y tenían conexiones con personas investigadas en relación con los atentados de Madrid de 2004.

En 2005, la Comisaría General de Información de la Policía Nacional española solicitó a un magistrado intervenir el teléfono de Es Satty debido a sus contactos con los miembros de dicha célula, relacionados con el grupo Ansar al-Islam.

Creían que podría estar actuando como intermediario ofreciendo apoyo logístico, pero al no encontrar indicios pidieron detener las escuchas poco después y Es Satty nunca fue acusado.

Tras ser condenados por la Audiencia Nacional (la corte española competente en delitos de terrorismo), los miembros de esa célula fueron posteriormente absueltos en 2011 por el Tribunal Supremo.

En algún momento, el futuro imán de Ripoll también fue añadido a una base de datos europea de personas que apoyan el terrorismo.

En 2010, fue condenado a prisión por tráfico de drogas al ser encontrado transportando hachís entre Marruecos y España.

Cuando estaba en la cárcel, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) mantuvo contactos él, probablemente para captarlo como informante, pero llegó a la conclusión de que no era una persona fiable.

Y al salir de prisión, el CNI también obtuvo autorización para intervenir su teléfono, según ha podido saber la BBC.

La agencia de inteligencia quería saber si Es Satty seguía en contacto con yihadistas. Pero eventualmente un juez suspendió las escuchas por falta de indicios.

La BBC se puso en contacto con el CNI para obtener sus comentarios, pero no recibió respuesta.

A pesar de sus antecedentes, la comunidad de la mezquita de Ripoll aseguró tras los atentados que nunca tuvieron conocimiento del pasado de Es Satty y que, de haber sabido que había estado en la cárcel, no lo hubieran contratado.

La conexión belga

En enero del año siguiente Es Satty viajó a Bélgica y trabajó como conductor de camiones en la ciudad de Amberes. Luego se instaló en Vilvoorde, a las afueras de Bruselas. Allí les comentó a miembros de la comunidad que era un confidente de los servicios de inteligencia de España.

El alcalde local Hans Bonte dijo a la BBC que la comunidad musulmana describió "un sentimiento extraño, negativo, cuando lo conocieron" y afirmó que Es Satty no hablaba holandés, inglés ni francés, lo que dificultaba mucho la comunicación.

"No confiaron en él, le pidieron los papeles para convencerse de que sí era en realidad un imán", explicó. "Pero no tenía un certificado, así que no podía entregarlo".

El presidente de la mezquita de Diegem, donde Es Satty dio algunos sermones, acudió entonces a la policía local.

Un policía belga introdujo sus dudas sobre Es Satty en una base de datos federal y añadió su nombre a la agenda de una reunión entre servicios de seguridad locales, federales y el servicio de inteligencia belga, pero nunca recibió respuesta.

El policía belga se puso entonces en contacto directamente con un policía catalán a quién había conocido en un curso, pero el mensaje se compartió informalmente y no dio lugar a información relevante.

"Hubo una falta de intercambio de información entre la policía catalana y la española", valoró Hans Bonte, alcalde de Vilvoorde, en Bélgica.

A pesar de las inquietudes de las autoridades locales belgas, Es Satty volvió a Ripoll en marzo de 2016, casi inmediatamente después de los atentados de Bruselas.

En Ripoll, el imán empezó a trabajar en una segunda mezquita que se había abierto recientemente en el pueblo.

Fue en este periodo cuando el comportamiento de los miembros de la célula de Ripoll empezó a cambiar, según personas que los conocían.

Una de ellas describió un cambio de actitud.

"Se cerraron un poco. Por ejemplo, las charlas de antes ya no eran las mismas, las conversaciones se volvieron más cortas", explica a la BBC.

Otras personas que los conocían mencionan cómo dejaron de comprar ropa de marca y los hermanos mayores empezaron a ir a la mezquita con más frecuencia, varias veces al día.

Los miembros de la célula también empezaron a hacer viajes frecuentes a la casa de Alcanar, registrada a nombre de Younes y Youssef Aalla a principios de 2016.

Según documentos vistos por la BBC, varios miembros de la célula buscaron en internet manuales de química, información sobre figuras relevantes de Estado Islámico, instrucciones para fabricar explosivos y posibles objetivos para atacar.

Para financiarse, vendieron oro y joyas y, según un testimonio, incluso llegaron a robar dinero de su lugar de trabajo.

En los meses anteriores a los ataques, los vecinos de la casa describieron el trasiego en el lugar. Motos y coches iban y venían, y siempre había alguien vigilando en la terraza. La casa estaba a unas tres horas en coche de Ripoll.

Fue en esta casa donde empezaron a fabricar los explosivos. Videos obtenidos por la policía describen una conversación entre Mohamed Hychami y Younes Abouyaaqoub en la que hablan de un chaleco explosivo.

Mohamed: ¿Qué hace esto?

Younes: ¿Esto? Hace Boooooom, jaja.

En otro video, Mohamed dice que él y sus amigos son los "muyahidines de Ripoll".

Justo antes del ataque, Said Aalla escribió una nota a su familia en la que decía: "Si me sobreviene la muerte os dejo una nota para la familia us (sic) pido perdón a todos por las molestias que os he causado sobre todo a los padres i (sic) en especial a mi madre".

Es Satty también escribió una nota en la que sugería que los ataques se iban a realizar el 20 de agosto de 2017. Según los investigadores, el estadio del Futbol Club Barcelona, Camp Nou, era un "objetivo muy probable", y ese día se disputaba un partido entre el Fútbol Club Barcelona y el Real Betis.

Es Satty encabezó otra misiva encontrada entre las ruinas de Alcanar a medio escribir con la frase: "Breve carta de los soldados del Estado Islámico en la tierra de Al Ándalus".

El imán había comprado un billete de Barcelona a Bruselas para el mes de octubre de 2017, lo que plantea la posibilidad de que no pensaba morir en los ataques.

Los viajes al extranjero

Otros miembros de la célula no solo viajaron de Ripoll a Alcanar, sino también al extranjero. Y el material de sus computadoras y teléfonos revela que tenían vínculos con personas conocidas por las autoridades de diversos países de Europa.

Los atacantes hicieron varios viajes a Marruecos, algunos poco antes de los ataques.

Es Satty volvió a Bélgica en varias ocasiones y fue visto allí la última vez en junio de 2017, solo tres meses antes de los atentados de Barcelona.

Pero hubo también otros viajes que los investigadores encuentran especialmente relevantes.

En diciembre de 2016, Youssef Alla y Mohamed Hychami fueron a la ciudad de Basilea y pasaron la noche en el hotel Olympia en Zúrich.

Su objetivo fue, probablemente, tratar temas de logística y financiación con personas involucradas en la controvertida mezquita An’Nur en Winterthur, la cual ya no está en funcionamiento. La organización detrás de la mezquita rechaza cualquier relación con el yihadismo.

Una semana después, Youssef Aalla, Younes Abouyaaqoub y Mohamed Hychami visitaron Bruselas solo por dos días. Mohamed Houly también pasó un mes en Bélgica entre febrero y marzo de 2017. Si se suma esto a los viajes y estancias de Es Satty, el país cobra más relevancia en las investigaciones internacionales.

Younes Abouyaaqoub y Omar Hychami viajaron a París en la tarde del 11 de agosto y volvieron a Ripoll el 12 de agosto en coche. Fueron en el mismo coche que utilizaron en el ataque en Cambrils.

Sus teléfonos fueron utilizados en varios lugares del centro de París, así como en las zonas de Malakoff y Saint-Denis. Con ellos hicieron llamadas a una serie de contactos que utilizaban tarjetas prepago.

En Francia se han realizado una serie de detenciones y hay en marcha una investigación judicial que se apoya en el trabajo de un grupo conjunto entre las policías española y francesa.

Los investigadores creen que este viaje a París fue parte de una misión para encontrar objetivos, bien para ellos o para una segunda célula.

Pero de hecho, un año después los investigadores todavía están trabajando en esclarecer los vínculos internacionales de Es Satty y la célula de Ripoll.

El jefe de investigaciones antiterroristas de los Mossos d’Esquadra, Manel Castellví, asegura que la mayor preocupación ahora es "la conexión internacional que pudiera tener esta célula".

"Pensamos que hay algún cerebro fuera de España, fuera de Cataluña, quizás en Europa, quizás en una zona de conflicto, que fue la que indujo a llevar a cabo esta actuación", dijo el comisario de los Mossos d’Esquadra.

"Además de los conocimientos propios para fabricar tanta cantidad de TATP, que si bien es cierto que algunos se pueden adquirir fácilmente, pero hasta la cantidad que llegaron a fabricar… pues nos lleva a la conclusión de que alguien con conocimientos importantes sobre el tema podría haber dado información a la célula", agregó.

Y para Manuel Navarrete, director del Centro Europeo contra el Terrorismo de Europol, ciertamente hay importantes lecciones que aprender tras los ataques de agosto de 2017.

"Cada vez que hay un ataque terrorista por supuesto hay un fallo, no intercambiamos suficiente información, no analizamos lo suficiente y no analizamos lo suficientemente rápido", le dijo a la BBC.

"Barcelona mostró que tenemos que pensar de forma diferente sobre los actores locales, una célula local que se convirtió en bastante sofisticada y mostró que el intercambio de información es crucial para identificar y para evitar que esto pase", concluyó.

Productores de la investigación: Sam Piranty, Antía Castedo y Faisal Irshaid.

Productora ejecutiva: Jacky Martens


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