La justicia argentina condenó este martes al exvicepresidente Amado Boudou (2011-2015) a cinco años y diez meses de prisión por corrupción debido a su implicación en el conocido como "caso Ciccone".
Boudou, exministro de Economía entre 2009 y 2011 y vicepresidente durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, fue encontrado culpable de los delitos de cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública.
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El tribunal dio por acreditado que mientras era titular de Economía compró junto a un socio la quebrada imprenta de dinero Ciccone Calcográfica con el fin de que el Estado le adjudicara importantes contratos para la impresión de billetes y documentación oficial.
Tras esta sentencia, Boudou se convierte en el cargo más alto del kirchernismo condenado en una causa por corrupción.
Durante el juicio, el exvicepresidente se declaró inocente y aseguró ser víctima de una persecución por haber querido "transformar la realidad" del país.
Semana negra para el kirchnerismo
La sentencia se produce cuando la agenda política del país está en parte tomada por el caso de los cuadernos de las supuestas coimas que recibían funcionarios kirchneristas de empresarios a cambio de contratos de obra pública.
El kirchnerismo asegura que los cargos por presunta corrupción son parte de una campaña de desprestigio y persecución judicial del actual gobierno.
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"La confianza en el sistema judicial argentino, politizado durante décadas, es muy reducida entre la población argentina", señala desde Buenos Aires el corresponsal de BBC Mundo, Daniel Pardo.
"Aunque muchos ven las acusaciones al kirchnerismo como persecución, analistas creen que la demanda por gobernantes honestos fue en parte lo que permitió la elección de Mauricio Macri", añade.
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