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Unalaska: la remota isla de Estados Unidos que perteneció a Rusia

Ubicada en el archipiélago de las Aleutianas, cerca de Alaska, esta isla fue el centro de ataques japoneses durante la II Guerra Mundial y en los últimos años, uno de los centros de la industria pesquera de EE.UU., donde intentan no olvidar la cultura que ha vivido allí por 9.000 años.

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La isla de Unalaska, ubicada en el archipiélago de las Aleutianas, en Alaska, es uno de los lugares de Estados Unidos donde todavía permanecen ciertos indicios de la presencia rusa en esta zona del planeta.

Islas que fueron atacadas por los japoneses y que ahora es una enorme centro pesquero, este rincón del planeta conserva todavía algo de la percepción primitiva que contienen los lugares remotos.

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  1. Por qué la compra de Alaska a Rusia fue uno de los más grandes negocios de la historia

Situada en el lugar donde el Océano Pacífico se une con el mar de Bering, esta remota isla de EE.UU. conocida como Unalaska se posa en esa zona limítrofe donde donde Norte América se va convirtiendo poco a poco en Siberia.

La isla de Unalaska está más al oeste que la propia isla de Hawái. Su ubicación, en la punta del este de Asia, la hace una de las islas más remota de Alaska y una comunidad con su idiosincrasia particular.

Como parte del archipiélago de origen volcánico de las Aleutianas, Unalaska tiene uno de los ecosistemas más extremos en el planeta fuera de la región polar.

Las costas, azotadas constantemente por los vientos, son accidentadas y rocosas, donde llueve constantemente y no hay muchos árboles.

Debido a la ubicación del archipiélago dentro del llamado Círculo del Fuego -una de las áreas con mayor movimiento sísmico en el mundo-, los temblores y terremotos son comunes y la mitad de los 70 volcanes que hay en el área han tenido al menos una erupción en los últimos 250 años.

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"La cuna de las tormentas" o "el lugar donde nacen los vientos" son dos de los merecidos apodos para esta zona del planeta. El complejo sistema de corrientes que se genera en los mares vecinos resulta en tormentas ciclónicas, huracanes, lluvias torrenciales y una densa niebla que tiene un impacto directo en Canadá y EE.UU.

Una cultura de 9.000 años

Hoy en día unas 5.000 personas consideran la isla de Unalaska como su hogar, incluido pescadores y comunidades indígenas Unangax.

También conocidos como los aleutas, los Unangax han vivido en el archipiélago y en ciertas zonas de Alaska desde hace 9.000 años. Y de ese modo lograron crear un modo de subsistencia que se aprovecha de todos los recursos que hay en la zona.

Pero, en los últimos siglos, la población de los Unangax ha decrecido de forma alarmante debido a las enfermedades y al desgaste gradual de su cultura que se generó bajo el control del colonialismo.

Actualmente hay cerca de 3.800 Unangax en Alaska y las islas aleutianas.

Un pedazo de Rusia en Estados Unidos

Después de que el explorador danés Vitus Bering y su colega ruso Alexei Chirikov se convirtieran en los primeros exploradores europeos en llegar hasta estas islas en 1741, oleadas de comerciantes de pieles rusos llegaron al archipiélago para cazar focas y nutrias.

A finales del siglo XVIII, la isla se convirtió en parte del Imperio Ruso.

La iglesia Ortodoxa siguió a los cazadores de pieles y se dedicó a construir pequeñas casas y talleres por toda la isla, así como a intentar convertir a su religión a los indígenas de la zona.

Y aunque EE.UU. se hizo con el archipiélago cuando le compró Alaska a los rusos en 1867, el legado de la iglesia Ortodoxa rusa todavía sigue visible.

La iglesia de la Ascensión es uno de los pocos templos rusos que sobreviven. Construida en 1896, es la catedral de planta cruciforme, típica de la iglesia Ortodoxa rusa, más vieja en América del Norte y contiene íconos originales de las otras iglesias que habían sido construidas en el mismo lugar en 1808 y 1825.

Bajo ataque

Antes de la II Guerra Mundial, Estados Unidos tenía una modesta presencia comercial y militar en el archipiélago, que al estar relativamente cerca del este de Asia se volvió un objetivo vulnerable después del ataque japonés a Pearl Harbor, en diciembre de 1941.

En junio de 1942, aviones japoneses atacaron una parte de Unalaska conocida como Dutch Harbor ("Puerto Holandés") y dejaron a 50 personas muertas.

Días después, el mismo ejército imperial japonés invadió las islas de Kiska y Atti, a unos 1.000 kilómetros de Unalaska pero también parte del archipiélago, en lo que se convirtió en la primera invasión extranjera en suelo estadounidense desde las incursiones británicas de 1812.

El SS Northwestern, un barco de carga y pasajeros de la Marina estadounidense que permanece como un fantasma sobre las aguas de la zona, fue atacado y destruido por los aviones japoneses y es un recuerdo de la sangrienta batalla que se libró allí.

Las batallas olvidadas

Pocos meses después del ataque a Dutch Harbor, 145.000 soldados estadounidenses y canadienses fueron desplegados para defender y retomar el control de las Aleutianas ocupadas.

Ellos aseguraron las islas con fortificaciones, artillería y búnkers.

Una gran base llamada Fuerte Schwatka, desde donde se podía ver la bahía de Unalaska y el mar de Bering, llegó a tener cerca de 100 edificaciones que no sólo tenían la función de proteger de los ataques de un ejército extranjero sino también de los fuertes vientos.

Durante casi un año se libraron varias batallas que dejaron miles de muertos. En agosto de 1943, EE.UU. logró recuperar el control de las islas y expulsar a los japoneses. Desde entonces, este pasado sangriento ha sido mayormente olvidado.

Memorias dolorosas

Después de los ataques japoneses, el ejército de EE.UU. ordenó la evacuación forzada de los Unangax de las islas, para su protección y para preparar el terreno para la llegada de los militares.

A los residentes originarios de aquellas islas solo se les dio un día de aviso para cumplir con la orden; solo les permitieron llevar una maleta y nunca les dijeron a dónde los llevaban o cuándo volverían.

De un día para otro, 881 de los unangax fueron expulsados de nueve localidades donde tenían sus hogares y alojados en fábricas de conserva abandonadas en las zonas boscosas templadas del sudeste de Alaska, donde permanecieron durante tres años.

Un 10% de la población murió por las condiciones sanitarias, la precariedad de la vivienda y la falta de acceso a servicios de salud.

Aquellos que regresaron a sus casas, en 1945, las hallaron destruidas o quemadas.

En los años 80, la comunidad de los unangax demandó al gobierno por el trato que habían recibido en aquellos años. En 1988, una ley de restitución les otorgó una compensación financiera y una disculpa de parte del presidente de EE.UU. y del Congreso.

La meca de la pesca

Después de que finalizó la II Guerra Mundial, Unalaska se convirtió en un centro de la industria pesquera estadounidense, que todavía domina la economía de la isla hoy en día.

De Dutch Harbor provienen más frutos de mar que de ningún otro puerto en EE.UU.

Unas 400 embarcaciones de 14 países circulan por aquí cada año, donde atrapan centenares de millones de libras de pescado, cerca del 10% de toda la industria pesquera estadounidense.

Pez mantequilla, salmón, arenque y muchas variedades de cangrejo están entre las especies que se pueden pescar en estas aguas.

Pescado para McDonald\’s

El abadejo de Alaska representa el 80% de toda la producción pesquera que se procesa en esta isla y se utiliza para producir aceite de pescado, filetes de pescado (muchos de ellos utilizados por McDonald’s para sus sándwich de pescado) y surimi -una imitación de la carne de cangrejo-, entre otros productos.

UniSea, la mayor planta procesadora de la isla, sabe de la responsabilidad que tiene con el medio ambiente en la zona.

"Usamos cada parte del abadejo y nada se desperdicia. El aceite que extraemos del pez nos da energía renovable para alimentar el sistema eléctrico de la planta", le dijo a la BBC Tom Enlow, el presidente de UniSea.

Además de la generosa variedad de peces, la isla de Unalaska, gracias a sus aguas ricas en nutrientes, tiene una de las mayores concentraciones de mamíferos marinos en el mundo, incluyendo orcas.

Marsopas, nutrias, focas y ballenas son parte de la fauna de esta zona del mundo.

También se pueden ver leones marinos echados al sol sobre las rocas.

Y la zona costera de la isla es hogar para una gran población de pájaros, mayor a la de cualquier otra zona de EE.UU.

Muchos avistadores de aves viajan hasta aquí para apreciar la variedad de especies, en especial una muy rara: el mérgulo bigotudo.

Mientras tanto, caminar por los senderos dentro de la isla es una buena manera de conocer los rincones remotos de este lugar.

Atravesar sus ondulantes prados que parecen alpinos y sus espectaculares montañas es experimentar el alma de las aleutianas.

Estos paisajes poéticos y líricos suavizan un poco los duros y muchas veces olvidados atributos de un lugar que reposa profundamente en los elementos que la componen.


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