En los próximos dos años, la NASA planea lanzar al espacio el primero de sus gigantescos cohetes SLS en un viaje sin tripulación de 384.000 kilómetros alrededor de la Luna.
Con planes para crear estaciones lunares y nuevas misiones a Marte, el programa espacial de Estados Unidos depende del éxito de ese lanzamiento.
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Aunque el SLS es completamente nuevo, el multimillonario cohete comenzará su andadura en el Centro Espacial Kennedy de Florida sobre un vehículo que tiene más de 50 años.
"Sentimos mucho orgullo al llevar el peso de programa espacial de Estados Unidos sobre nuestras espaldas", le dice a la BBC Bob Myers, uno de los pilotos de élite encargados de manejar el enorme vehículo-oruga que se usa para mover naves espaciales, y que está entre los mayores jamás construidos.
"Tenemos un cohete, tenemos una sola oportunidad y no queremos estropearla".
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Estos "crawlers" (tractores) de la NASA fueron construidos en 1965 para transportar al Saturno V, que llevó astronautas a la Luna.
Fueron adaptados en la década de 1970 para el programa del transbordador espacial. Ahora uno de ellos ha sido renovado y fortalecido para llevar el SLS.
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A prueba de rocas
A pesar de la modernización, el diseño fundamental del enorme vehículo de 40 metros de largo y 35 de ancho -y 2.700 toneladas de peso- sigue siendo el mismo.
"A veces nos jactamos de que los crawlers se hicieron con una regla de cálculo y no con una computadora", dice Myers, quien los manejó durante más de 35 años.
"Se construyeron mejor que muchos vehículos actuales y por eso son muy confiables".
Sus estadísticas son impresionantes. Estos vehículos oruga funcionan con dos motores diesel que suministran electricidad a 16 motores de tracción.
Los ruedas están formadas por un sistema de sensores que mantienen la plataforma superior -y el cohete- horizontal durante el trayecto por la rocosa carretera hasta la rampa donde se encuentra la lanzadera. La ruta tiene algunas curvas, por lo que debe ser capaz de girar.
"Tenemos un equipo que prepara el camino al vehículo cada vez que estamos listos para hacerlo rodar", le cuenta a la BBC John Giles, director del proyecto en la NASA.
"A medida que el crawler se mueve, aplasta la roca, que vuela a su alrededor mientras es pulverizada".
Presión y estrés
Las máquinas son controladas desde cabinas que sobresalen en la parte delantera y trasera.
Myes se puso al volante por primera vez en 1982: "Estaba bastante nervioso. Cuando estás transportando un cohete, hay un sentido obvio de poder. No es como manejar un Volkswagen".
"Al principio da miedo. Si algo sale mal, es algo de lo que no querremos hablar durante mucho tiempo", añade Giles. "Cuesta acostumbrarse a la presión y al estrés".
Aunque el conductor es apoyado por un equipo de observadores que caminan cerca para monitorear su progreso, hay paralelismos con la conducción de un automóvil.
Quien maneja el vehículo tiene un volante de 15 centímetros de diámetro, un selector de velocidad y un pedal de freno.
Todos los comandos de los controles se introducen en un sistema informático recientemente actualizado para que las bombas hidráulicas -fabricadas en los años 60- funcionen sin problemas.
"Es bastante simplista, pero es todo lo que se necesita", dice Myers.
Mover un cohete gigante lleva tiempo. Los conductores suelen rotarse cada dos horas, pero el vehículo sigue rodando.
"No paramos hasta que no estamos sobre la lanzadera y hemos depositado el cohete", explica Myers. "Tratamos de completar la operación de la forma más rápida y segura posible".
Que una máquina tan grande pueda moverse a menos de 1,6 km/h es un logro de ingeniería.
"No se trata de lo rápido que pueda ir, sino de lo lento", dice Myers. "Tiene la capacidad de acoplarse a la plataforma de lanzamiento a poco más de un centímetro de distancia".
Trata de hacer eso con un Volkswagen.
Pero, ¿alguna vez ocurrió algún desastre? "No", responde Myers. "Pusimos muchos controles para evitar eso. Conductores, observadores, personal de apoyo… Hacemos todo lo que podemos para asegurarnos de que el cohete llega sin problemas a la lanzadera".
Con sus 3.000 km en el contador, la NASA espera que los crawlers aguanten al menos tres décadas más.
Ya se están haciendo pruebas para la primera misión con los SLS a bordo. Pero antes se probarán con vigas de hormigón que sumen su peso.
Si todo va bien, los crawlers harán una vez más el trabajo para el que fueron diseñados: mover cohetes para llevar gente a la Luna.
"Será un gran día", dice Myers. "Cuanto antes, mejor".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en BBC
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