Por primera vez, una ciudad en el mundo está protegida de la enfermedad del dengue.
Lo aseguran los investigadores australianos que crearon en el laboratorio una variedad especial de mosquitos que al ser liberados en la ciudad de Townsville, en el norte de Australia, lograron proteger a la urbe de la enfermedad.
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Los "supermosquitos" poseen una bacteria llamada Wolbachia que inhibe la transmisión de dengue. Así, cuando estos se aparean con los mosquitos locales, propagan la bacteria en la comunidad.
Townsville, una ciudad de 187.000 habitantes, ha estado libre de la infección desde 2014.
Los investigadores de la universidad australiana de Monash creen que su trabajo también podría aplicarse a la detención de otras enfermedades propagadas por mosquitos como zika o chikungunya.
Bacteria común
"La Wolbachia es una bacteria común que vive en hasta el 60% de las especies de insectos", le explicó a la BBC el profesor Scott O’Neill, quien dirigió el estudio.
"Lo que hicimos en nuestro estudio es introducir la bacteria en el mosquito Aedes aegypti y, así, evitar que los virus que propaga este mosquito se transmitan a los humanos".
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"Si los virus que propaga este mosquito no pueden desarrollarse dentro de él, entonces tampoco pueden ser transmitidos a los humanos", agrega el también director del Programa Mundial de Mosquitos.
Además del dengue, el Aedes aegypti también puede propagar virus de zika, chikungunya y fiebre amarilla. Según el científico, con esta técnica quizás también se podría trabajar contra el parásito que causa la malaria.
Durante cuatro estaciones de monzones, los investigadores liberaron los mosquitos que llevaban la bacteria Wolbachia a lo largo de 66 km2 de esta ciudad tropical en el estado de Queensland, en la costa noreste de Australia.
El objetivo era que se aparearan con los mosquitos locales para detener la transmisión de la infección.
Aunque ha habido otros proyectos similares en el mundo dirigidos a cambiar la naturaleza de las poblaciones locales de mosquitos para evitar la transmisión de enfermedades, ninguno ha sido tan exitoso como éste, según los expertos.
Aceptación
Tal como explica el profesor O’Neill, la diferencia esta vez es que no se trató de modificar genéticamente a los mosquitos, sino que el método que utilizaron fue utilizar una bacteria que se desarrolla de forma natural en los insectos.
"Debido a que no utilizamos una estrategia de modificación genética, logramos tener la confianza de la comunidad sobre la seguridad del enfoque. También porque trabajamos como organización sin ánimo de lucro y esto también nos ayudó a realizar el trabajo", dice el científico.
En efecto, los pobladores de Townsville aceptaron el proyecto e incluso participaron con grupos de niños que ayudaron a liberar los mosquitos.
Los resultados de este proyecto serán publicados en el sitio web Gates Open Research de la Fundación Gates, que fue el mayor financiador del proyecto.
El programa de liberación de mosquitos con Wolbachia se está llevando a cabo actualmente en 11 países, incluidos México, Brasil y Colombia.
La siguiente fase se llevará a cabo en Yogyakarta, Indonesia, donde O’Neill y sus colegas ya están llevando a cabo ensayos controlados y aleatorios.
Los científicos compararán las áreas de una ciudad donde los mosquitos con Wolbachia han sido liberados y aquellas donde no.
Posteriormente rastrearán la carga de la enfermedad en cada una de las áreas, lo que les permitirá tener evidencia científica para conocer la eficacia del proyecto.
"En los 28 meses que trabajamos en Townsville liberamos unos cuatro millones de mosquitos", explica el investigador.
"Con un costo de US$11 por persona, el ensayo de Townsville demuestra que el enfoque puede ser introducido rápida y eficientemente y a un costo efectivo para ofrecer a las comunidades protección continua de enfermedades propagadas por mosquitos", afirma el profesor O’Neill.
El equipo espera que en otras ciudades del mundo más pobres el proyecto tenga un costo de US$1 por persona.
El científico asegura que el proyecto no parece tener ningún efecto ambiental negativo debido a la liberación de mosquitos con Wolbachia. Y cree que es tecnológicamente seguro.
Hasta ahora, dice, los mosquitos ya han estado en el ambiente durante siete años y el efecto de protección no ha menguado.
A largo plazo, si se confirma que el proyecto es seguro y efectivo, los científicos intentarán usarlo contra la malaria que sigue causando unos 216 millones de contagios en el mundo y unas 445.000 muertes.
"Tenemos datos de laboratorio que muestran que el enfoque podría ser efectivo contra la malaria, pero eso será a mucho más largo plazo", asegura el profesor O’Neill.
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