Para evitar prisión o incluso la muerte, Mauli Sabo* eligió la que para él era su última oportunidad de pedir asilo en el extranjero y aprovechó el acceso sin visa a Rusia utilizando una credencial para ver el Mundial de Fútbol.
Pero este hombre de 32 años no conocía la precaria situación de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en el país anfitrión de la Copa del Mundo.
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"Pensé que estaba yendo a Europa", explica Sabo.
Él dice que no tenía ni idea de la controvertida legislación rusa, conocida como "propaganda gay", que prohíbe cualquier manifestación pública que considere normales las "no tradicionales" relaciones homosexuales, o que las iguale con las relaciones heterosexuales.
La Corte Europea por los Derechos Humanos ha considerado que esa ley viola la libertad de expresión, es discriminatoria y alienta la homofobia.
Sabo también desconocía lo que ocurría en Chechenia, donde docenas de homosexuales han abandonado esa república alegando persecución por su condición sexual.
O que las marchas del orgullo gay fueron prohibidas por 100 años en la capital, Moscú, en 2012.
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Incluso naciones del Viejo Continente indicaron a los miembros de la comunidad LGBT que viajaron al Mundial que las muestras de afecto en lugares públicos podían atraer una atención negativa y los aconsejaron ser cautos.
Sabo pensaba que el trato a la comunidad LGBT en Rusia sería igual que en cualquier otro país europeo, informa Olga Prosviarava de BBC News Rusia.
Un requerimiento inaudito
El 8 de julio, a pocos días de haber aterrizado, se contactó con el Comité de Asistencia Civil que brinda ayuda a los refugiados.
Ellos lo asesoraron en el proceso de llenar los documentos necesarios para solicitar asilo.
Pero el trámite se complicó cuando en las oficinas públicas le solicitaron una prueba de su condición sexual.
"Fuimos a buscar asilo. Sabo tenía un pasaporte y una visa válidas, vivía en un hostal en Moscú y estaba registrado legalmente", recuerda la asesora en temas civiles Daria Manina.
"Miraron su documento y respondieron que necesitaban que alguien de una organización LGBT confirmara que el solicitante era realmente gay. Nos quedamos estupefactos, por decirlo de alguna manera", añade.
Con la ayuda de un abogado de una organización LGBT local, los documentos de Sabo fueron aceptados en un segundo intento.
"Tuve suerte", dice.
Pero los abogados defensores de los derechos humanos no creen que Sabo, quien corre riesgo de ser asesinado si regresa a su patria, tenga la más mínima oportunidad de lograr el asilo político en Rusia.
"No conocemos ningún caso en el que se haya otorgado un asilo por orientación sexual", señala Manina.
El Mundial como recurso
Los representantes del Comité de Asistencia Civil indican que gente proveniente de África suele viajar a Rusia ya que no es tan difícil obtener una visa, en comparación con otras naciones.
La estratagema de Sabo de obtener entradas para el Mundial simplificó lo que ya era un procedimiento sencillo.
Él reconoce que tuvo ayuda. Un amigo, que vive en Lagos, conocía a "un funcionario de alto rango que también era gay".
Este funcionario fue quien le compró las entradas para el Mundial y le consiguió una credencial como fan de la cita mundialista.
Sabo no se entrevistó nunca con esta persona ni sabe de dónde salió el dinero para las entradas.
El ataque
Los eventos que condujeron a su actual condición de solicitante de asilo comenzaron hace un año.
Él era un usuario activo de una red social para gente bisexual y homosexual en Nigeria.
Una mañana, un grupo de unas 50 personas se convocó afuera de su casa.
"Me amenazaron con golpearme, y luego dijeron que me llevarían a la estación de policía porque supuestamente había tocado a otro hombre".
"Traté de decirles que no había tocado a nadie, pero no me escucharon y tuve que huir. Estaban gritando que había un gay en la casa y que debía ser asesinado, pero no me alcanzaron".
Sabo vivía con sus padres.
"Mi madre tenía la presión alta y se desmayó. Luego de que escapé, me dijeron que había muerto. Ella murió por mis problemas".
Sentencia a prisión
Los matrimonios entre personas del mismo sexo están criminalizados en Nigeria desde 2014.
La ley, firmada cuatro años atrás por el presidente Goodluck Jonathan, implica que no solo los novios sino también aquellas personas que celebren una boda entre personas homosexuales y hasta los testigos pueden ir presos hasta 14 años.
Sin embargo, antes de esa fecha, la comunidad LGBT era perseguida, especialmente en el norte del país, en las provincias habitadas de forma predominante por musulmanes, donde la ley Sharia se aplica de forma paralela a la legislación del Estado.
Cuando esta persecución se convirtió en ley, la gente homofóbica recibió luz verde para actuar tan cruelmente como querían, indican los defensores de derechos humanos a la organización Human Rights Watch.
Sabo dice que extraña su hogar pero entiende que lo único que lo espera allí si regresa es la prisión.
"O, muy posiblemente, la gente de mi aldea me mate".
Después de huir de su lugar natal, escapó a la capital, Abuja, y luego a la ciudad de Lagos.
De allí voló a Dubai y terminó en Ghana, pero siete meses después se contactó con un primo quien lo alentó a regresar a casa, con la promesa de que todo estaba olvidado.
Sin embargo debió escapar por segunda vez y nunca ha regresado ni vuelto a hablar con su familia.
"Mi decisión ya está tomada", dice, mientras espera la respuesta del gobierno ruso a su pedido de asilo.
*El nombre ha sido cambiado a pedido de la persona que brindó el testimonio.