La densa vegetación, su localización remota y la ausencia de patrimonio arquitectónico llevó a los exploradores del siglo XIX a una conclusión errónea: el bosque nublado del Valle de Quijos, en Ecuador, era un terreno inmaculado.
Esta creencia ha prevalecido durante más de un siglo, hasta ahora. La memoria que la frondosa vegetación no pudo conservar la atesoró el diminuto lago de Huila. En su suelo se guardaba escrita la verdadera historia de este rincón amazónico que ahora ha sido descubierta.
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La tierra descrita como "naturaleza prístina", en los cuadernos de viajes de los exploradores europeos, había sido en realidad una zona cultivada y deforestada por las civilizaciones indígenas durante cientos de años.
Un grupo de científicos de Ecuador, España, Reino Unido y Holanda han logrado reconstruir los últimos 1.000 años del impacto humano sobre estos bosques, que en su día fueron pasajes de una ruta comercial fundamental entre el Imperio inca y el Amazonas.
Siglos más tarde, los conquistadores españoles usaron estas rutas para adentrarse en el Amazonas y hacerse con oro, plata y canela.
Los secretos del lago
El descubrimiento se ha publicado en la revista Nature Ecology & Evolution y su importancia ha sido reconocida por la comunidad científica internacional.
Dolores Piperno, científica veterana del centro de investigaciones Smithsonian que no participó en el estudio, lo elogió diciendo que proporciona "información sólida y muy necesaria" sobre cómo los pueblos Quijos transformaron el bosque andino a través de la agricultura, "y las consecuencias ecológicas que tuvo la desaparición de aquellas poblaciones tras la llegada de los europeos".
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El líder del estudio, el doctor Nicolas Loughlin de la Open University de Reino Unido, tomó muestras de los sedimentos del lago Huila con el fin de hallar polen prehistórico.
Pero acabó encontrando algo mucho más reciente y revelador.
"Cuando comencé a mirar el polen, las esporas de los hongos y el carbón del suelo pudimos ver cambios realmente interesantes. Una vez los tuvimos fechados, podíamos vincular estos cambios tan específicos a diferentes eventos históricos como la llegada de los europeos gracias al tipo de polen", dijo Loughlin a la BBC.
Usando datación por carbono, analizaron el polen fósil que reveló que incluso antes de la llegada de los españoles, la región había sido intensamente cultivada por los pueblos Quijos. Tanto que apenas había árboles. El valle había sido desbrozado para cultivar, entre otras cosas, maíz.
Devastación de los españoles
Pero todo cambió con la llegada de los colonos que tuvo efectos profundos tanto en la población como en el medio ambiente.
Fue por ellos que se intensificó la actividad agrícola, causando una deforestación masiva. Los registros analizados por los científicos que participaron en el estudio señalan también que el uso intensivo de la tierra acabó de forma abrupta hacia 1588, una vez la población indígena se diezmó por causa de la invasión europea.
Y eso a pesar de que los registros de los españoles de la época muestran una población de más de 30.000 personas viviendo en el área.
"Así que se pasó de una población bastante grande a un territorio casi vacío. Sin duda hubo una despoblación masiva de los pueblos indígenas allí", dice el Loughlin quien cree que se ha subestimado en demasía el impacto que la colonización europea tuvo en la población indígena", agregó.
Renacimiento del bosque
Tras la salida de los españoles, y con una población reducida a unas pocas familias, la naturaleza volvió a reinar.
"El bosque nublado tardó unos 130 años en recuperarse y volver de nuevo a una forma y estructura equivalente a la de los bosques previos a la llegada del hombre al continente", indicó el científico de la universidad británica.
Y es por eso que quienes llegaron allí entorno a 1850, creyeron ver algo que no era.
"Los exploradores que en el siglo XIX describieron una "naturaleza prístina" estaban, sin saberlo, observando en realidad un bosque secundario que estaba influenciado por siglos de actividad humana", explica Encarni Montoya, directora de la tesis de Loughlin y personal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.
El bosque, una vez abandonado por los invasores, se recuperó ecológicamente y recobró su frondosidad.
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