En un momento de desesperanza para el que quiere un cambio de gobierno en Venezuela, Henrique Capriles reaparece.
Tras meses alejado del foco público fuera del país por un asunto familiar, el que fuera doble candidato presidencial regresa con la misión de ayudar a articular una dirección opositora sin rumbo tras las elecciones presidenciales del 20 de mayo.
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Si entonces se dividió entre los que querían votar para evitar el triunfo de Nicolás Maduro y los que proponían la abstención, ahora los rivales del gobierno están no sólo fragmentados sino casi desaparecidos.
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Y mientras, la crisis económica se agudiza y los venezolanos que se han quedado en el país empiezan a acostumbrarse a una realidad precaria.
Esa es para Capriles la gran pregunta: saber si el venezolano se resignó. Para evitarlo, el político de 46 años, inhabilitado para ejercer cargo público, está en plena ronda de contactos.
Y afirma que "es cuestión de horas" que haya novedades para intentar reconectar a la dirigencia con la población que quiere un cambio.
Desde el despacho en Caracas donde le concede a BBC Mundo su primera entrevista en más de 5 meses se ve un cartel de Maduro y Hugo Chávez con el mensaje electoral "Juntos, todo es posible".
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Viste más elegante de lo que es habitual porque luego tiene un almuerzo formal. Pese a ser temprano ya ha consumido refresco de cola y café y se mueve hiperactivo en la silla.
Detrás de él, una imagen de la Virgen del Valle de la que cuelgan varios rosarios. En un momento, hasta pide perdón a sus seguidores por haber desaparecido. Pero dice que está de vuelta.
Esta entrevista ha sido reducida por motivos de extensión y de claridad.
Ha estado ausente muchos meses en un momento importante, con unas elecciones presidenciales a las que la oposición acudió dividida entre ir a votar y la abstención. Hay gente que esperaba su liderazgo y que le dijera qué hacer.
Hay que cambiar esa política del caudillo, del mesías, de que la vida de un país dependa de una persona (…) El país no puede depender de una persona. Y lo mismo debe pasar en la oposición (…)
¿Qué pasó? Me tocó lo que les ha tocado a muchas personas: un cáncer de mi padre de forma inesperada. Y ya no tenía ninguna responsabilidad como funcionario público.
Esa es la razón de mi ausencia. Tomé la decisión de estar con mi padre, no tengo ya excusa para no estar al lado de mi papá. No me iba a poder perdonar que si tenía alguna dificultad yo no estuviera fuera de la sala de operaciones
A la gente que es mi seguidora le pido excusas. Si tengo que pedir perdón, le pido perdón, pero fue una situación familiar, personal y la asumí. Y si no estoy físicamente aquí, no es mi estilo dirigir a control remoto.
¿Era partidario de votar o de abstenerse?
El 20 de mayo es el ejemplo perfecto de cómo afecta no tener unidad. Todos los que queremos cambio debemos trabajar juntos. Esto no se recupera si hay una fragmentación de la gente que quiere cambio. Antes de irme defendía que la oposición debía elegir un capitán, que podía ser el candidato, un capitán elegido en primarias y que ese capitán luchara por una elección libre, transparente.
¿Pero estaba del lado de apoyar al candidato Henri Falcón o de la abstención?
Ese es el problema. No haber tenido una sola posición. La abstención no tiene un dueño político, no fue una política de la oposición, fue un campanazo de un país hastiado que siente una desconexión absoluta entre la política y sus demandas. Si no somos capaces de leer la magnitud de la crisis de la política, no vamos a poder recuperar la conexión.
Parece difícil que la oposición vuelva a conectar con la gente. Se nota mucha desesperanza.
Eso depende de tu capacidad de articular, de acabar con las peleas internas, de entender que no es un problema de quién es candidato. En la medida que haya un plan concreto y real y articulación, hay posibilidad de recuperar el terreno.
Pero la oposición lleva años en eso…
Hemos hecho de todo: hemos ido a la calle, propuesto vías constitucionales… Es parte de la dificultad del monstruo contra el que luchamos. Es el reto histórico que tenemos (…) ¿Creo que es por un camino no democrático? Sigo creyendo que es por la vía democrática. Hay que abrumar de democracia el país, pero me preocupa que siento que este pensamiento no democrático ha llegado dentro de las fuerzas de oposición (…)
Estamos ante una dictadura oficialista, pero tampoco estamos para cambiar una dictadura oficialista por una dictadura opositora. Es una alarma a la que hay que prestarle atención, porque queremos ir a algo mejor, no sustituir un color político por otro.
¿Dónde está la oposición y quién es la oposición?
Son millones de venezolanos. Hay un vacío de las fuerzas políticas. No hay fuerzas políticas articuladas que le permitan a los venezolanos sentir que están haciendo su trabajo. La oposición es todo aquel que quiere un cambio para algo mejor.
Una parte de los políticos de oposición está en el exterior. Parece que esa política opositora se hace cada vez más desde afuera.
Mi mensaje a quien esté fuera es que no se conviertan en destructores de los que estén adentro (…) En vez de dedicar tiempo y energía a hacerle oposición al gobierno pareciera que quieren destruir a algunas fuerzas de oposición.
¿Qué efectos tienen las sanciones y la presión internacional?
El tema internacional va a ser importante para el proceso de negociación. Toda la comunidad internacional pide una negociación en Venezuela y eso ¿para qué sirve? Para que cuando se dé un proceso de negociación, que más temprano que tarde va a tener que darse, en otras condiciones y que no sea una estafa, eso va a ayudar.
Al gobierno le pesa que ya no tiene una comunidad internacional a favor. Su espacio de maniobra es más reducido. Sin acceso a recursos, su capacidad de sostenerse se reduce.
¿Qué va a hacer ahora Henrique Capriles para ayudar?
En algo puedo contribuir, porque además tengo la experiencia, lo he logrado. Muy pocos hemos podido liderar la oposición. Mi tema no es liderar la oposición, sino liderar el proceso de cambio.
Pero que haya una oposición unida ahora parece imposible.
La gravedad de la crisis económica y social y la gravedad de la política hace que sea una situación de vida o muerte. El barco se está hundiendo. O tiramos el salvavidas o nos ahogamos, incluso nosotros como políticos. O cambiamos o desaparecemos.
¿No es momento de que haya un cambio de caras en la oposición?
¡Adelante! Pero ése no es el problema. Ya lo habríamos resuelto. En las circunstancias en las que nos encontramos hoy, una nueva cara no te resuelve la crisis política. Es una combinación de nueva cara, de vieja cara. Si hay que ir con un pañuelo en la nariz a hablar con fulano, con mengano, hay que hacerlo.
Maduro acaba de ganar las elecciones. ¿Es entonces una pelea a largo plazo?
La gran pregunta es si los venezolanos nos calaremos (soportaremos) este desastre de hiperinflación y destrucción económica y social. ¿Hasta cuándo seguiremos así? Hasta que el pueblo quiera.
¿Es la crisis la principal ayuda para la oposición?
La crisis es el gran soporte, la gran oportunidad de articular y de terminar de lograr que el país tenga un cambio. Ese es el drama, que en el peor momento económico y social y con un gobierno que no es popular la oposición esté desarticulada. No hay excusa que valga, no hay explicación.
Si hubiera un cambio más parece posible por una implosión que por algo provocado por ustedes desde fuera.
Puede ser una de las grandes razones del gobierno para que se someta a una negociación seria. Porque es insostenible. Ve que viene la implosión en la cara y no la quiere.
¿Por qué va a querer negociar el gobierno si se le ve cómodo en lo político ahora?
Porque puede terminar perdiendo todo. Por querer tener todo puede terminar perdiendo todo. ¿Cómo termina? Más de uno lo debe estar pensando. La película tiene final.
Muchos se preguntan cuándo llega ese final.
Y hasta dónde llega. En la cuenta del gobierno está que el país se resignó a vivir así. Esa es la gran pregunta al venezolano. ¿Usted ya se resignó a vivir así? ¿O usted no quiere vivir así? Si no quiere, está la oposición. Pero la política tiene que articular eso, que esas demandas terminen concretándose en que el gobierno tenga que cambiar y tenga que negociar.
El punto final de la negociación es que el país tenga un proceso democrático. Ese es el final de la película.
Mucha gente de oposición parece resignada y como respuesta miles se han marchado del país porque ya no pueden vivir aquí. Y desde fuera mandan unos dólares que ayudan a aliviar la crisis. ¿Juega eso en contra de la oposición política?
Pero eso tiene un punto finito, porque no todos los venezolanos pueden marcharse ni quieren marcharse. Ya se ha ido mucha gente y eso es un cuchillo clavado en el corazón de este país.
La gran interrogante para los que nos quedamos es hasta dónde aguantamos. ¿Nos resignamos? ¿Hay un proceso de resignación, de aceptación de estas condiciones de sobrevivencia? Porque cada día te adaptas a menos, es la cubanización de Venezuela.
¿Que no se imponga esa resignación es su gran objetivo?
Solo el tiempo podrá responder a si el venezolano se resignó (…) La gran interrogante es si el venezolano se va a quedar de rodillas, resignado. Mientras haya una oposición fragmentada, cada uno por su lado, entonces te alejas del objetivo.
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