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Por qué Donald Trump parece llevarse mejor con líderes fuertes como Putin que con aliados históricos de Estados Unidos

Las cumbres del presidente de Estados Unidos con sus pares de Rusia o de Corea del Norte, sin críticas públicas, contrastan con el modo con el que Trump trata a aliados occidentales.

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Adivina con cuál de estas dos frases el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha referido a su par ruso, Vladimir Putin, y al primer ministro canadiense, Justin Trudeau:

1) "Muy deshonesto y débil"

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2) "Es un buen competidor, y creo que la palabra competidor es un elogio"

Respuesta: Trump dedicó la primera frase a Trudeau el mes pasado y la segunda a Putin este lunes, tras reunirse con él.

Esto quizá sorprenda a quien recuerde que, según EE.UU., Canadá es una democracia aliada y Rusia una amenaza a su seguridad, cuyo gobierno viola derechos humanos y mantiene presos políticos.

Pero lo cierto es que Trump parece entenderse cada vez mejor con líderes fuertes como Putin o el norcoreano Kim Jong-un, y distanciarse de socios de Washington en América o Europa.

El fenómeno ha sido criticado hasta por miembros del Partido Republicano de Trump y es considerado inédito para un presidente de EE.UU., al menos desde el siglo pasado.

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"No tiene precedentes desde la Segunda Guerra Mundial y probablemente en la historia estadounidense, desde el comienzo", dice Joan Hoff, experta de la Universidad de Estado de Montana en historia de la presidencia y la diplomacia de EE.UU., a BBC Mundo.

"Simpatía por los autócratas"

El contraste entre el modo en que Trump trata a aliados tradicionales de EE.UU. y a líderes de países que su gobierno considera hostiles quedó claro durante su gira por Europa en los últimos días.

Trump cuestionó cómo la primera ministra británica, Theresa May, maneja la negociación del Brexit para dejar la Unión Europea, le sugirió demandar al bloque, que tachó de rival comercial de EE.UU., y exigió a socios de la OTAN más gasto militar.

Pero el habitual tono mordaz y combativo de Trump con otros gobernantes se disipó el lunes, cuando apareció en Finlandia junto a Putin durante la primera cumbre bilateral de ambos presidentes.

Allí Trump arrojó dudas sobre la conclusión de sus propias agencias de inteligencia de que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 en EE.UU. y acotó que Putin era "extremadamente fuerte y poderoso en su negación" de esos reportes.

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También evitó criticar al líder ruso por la anexión de Crimea y dejó que él mismo explicara las opiniones discrepantes de ambos en este asunto.

"Fueron unas pocas horas muy constructivas que pasamos juntos", dijo Trump en su conferencia de prensa junto a Putin, quien le regaló un balón del Mundial de Rusia 2018.

Todo esto generó de inmediato reacciones contrarias.

"El daño infligido por la ingenuidad del presidente Trump, el egoísmo, la falsa equivalencia y la simpatía por los autócratas es difícil de calcular", sostuvo el senador republicano John McCain.

"Ningún presidente anterior se ha rebajado más abyectamente ante un tirano", afirmó en un comunicado.

"Personalidad o carácter"

No es la primera vez que Trump llama la atención por acercarse a líderes acusados de autoritarismo y abusos de derechos humanos, sin aludir a estos problemas en público.

Por ejemplo, en noviembre se reunió con el presidente filipino Rodrigo Duterte, quien según grupos de derechos humanos impulsa una campaña con miles de ejecuciones extrajudiciales para combatir las drogas, y dijo tener una "gran relación" con él.

El mes pasado, tras romper el consenso en la cumbre del G7 en Canadá y acusar a Trudeau de "deshonesto y débil", se reunió con el norcoreano Kim Jong-un para discutir la desnuclearización de Corea del Norte.

Aunque los resultados de ese encuentro histórico en Singapur aún son inciertos, Trump ha aludido desde entonces al líder norcoreano como alguien "divertido", "listo" y "talentoso".

Michael Shifter y David Toppelberg, del centro de análisis hemisférico Diálogo Interamericano, creen que la excepción a la regla son los líderes fuertes de Venezuela y Cuba, a quienes Trump ha enfrentado quizá por motivos de política doméstica e ideológicos.

"Es difícil conciliar la aquiescencia —de hecho, el elogio frecuente— del presidente a los hombres fuertes de todo el mundo con su profesa preocupación por la democracia y los derechos humanos en Venezuela y Cuba", indicaron ambos expertos en un artículo de opinión en el diario The New York Times el lunes.

Claro que está lejos de ser una novedad que un presidente de EE.UU. se reúna con gobernantes considerados dictadores o autócratas de diferentes regiones.

Pero expertos como Hoff señalan que la diferencia con Trump es que parece carecer de una estrategia o propósito claros.

"Se reúne con estos líderes porque quizá en términos de personalidad o carácter se puede relacionar mejor con ellos que con líderes occidentales que son aliados", dice esta exjefa del Centro para el Estudio de la Presidencia.

Otros creen que la actitud de Trump hacia los líderes fuertes está vinculada a su formación como hombre de negocios que solía manejar directamente sus empresas.

"Se siente más cómodo con el modelo autoritario de hacer negocios, donde actúas por tu cuenta sin los pesos y contrapesos que acompañan al proceso democrático", dice Joshua Sandman, experto en comportamiento presidencial de la Universidad de New Haven, a BBC Mundo.

Pero también sostiene que, al criticar a aliados de la OTAN, la Unión Europea o el G7, Trump quiere mostrar firmeza ante países que a su juicio comercian injustamente con EE.UU. y roban sus puestos de trabajo.

"Es parte de la personalidad que quiere proyectar como alguien duro, no diplomático", dice Sandman.

"Y a las personas del interior (de EE.UU.) que votaron por él (…) les gusta eso, piensan que es auténtico".


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