Antoine Griezmann apenas y dio un tímido abrazo a sus compañeros.
El delantero del Atlético de Madrid marcó el segundo gol y definitivo con el que Francia venció a Uruguay este viernes en los cuartos de final del Mundial Rusia 2018.
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Su gol sentenciaba el pase a la semifinal, algo que cualquier jugador hubiera celebrado de forma explosiva.
Pero no Griezmann y no ante la Celeste. El jugador de 27 años se dice "medio uruguayo".
"En mis primeros pasos en el mundo del fútbol siempre tuve un uruguayo que me ayudó, que me enseñó lo bueno y lo malo de este deporte y de la vida", dijo el francés al terminar el partido.
"Por respeto, pensé que no era apropiado celebrar ese gol", declaró.
A los entrenamientos de la selección francesa, Griezmann llega con un termo de agua caliente y una bombilla de mate en el brazo, la típica infusión rioplatense.
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La costumbre la adquirió por su gran amistad con Diego Godín, el capitán de la selección uruguaya y compañero en el Atlético de Madrid.
Griezmann llegaba al partido de cuartos de final de este viernes con un piquete con los uruguayos, pues pronosticó que el partido iba a ser "una basura" por el juego sucio y constantes reclamos al árbitro de los uruguayos, dijo.
Luis Suárez, el referente charrúa, respondió: "Es francés, no sabe en realidad el sentimiento de ser uruguayo. No sabe el esfuerzo y la entrega que hacemos los uruguayos para triunfar en el fútbol siendo tan pocos".
Sin embargo, el amor de Griezmann por la cultura uruguaya va más allá de este partido.
"Uruguay nomá"
"Uruguay Nomaaaaaaaa!!!!!!", es la típica frase para alentar a la Celeste que Griezmann adoptó desde hace un par de años.
También conoce las canciones de la hinchada del equipo uruguayo Peñarol.
En un video que circuló en internet en abril de este año, se ve al francés cantando "Y dale alegría a mi corazón", del músico Fito Páez, adaptado para alentar a uno de los dos cuadros más importantes del fútbol uruguayo.
En ese entonces, el dirigente de Peñarol Ignacio Ruglio declaró: "Lo voy a hacer socio. Me pidió las camisetas 9 y 7, que son sus números favoritos".
La afinidad del francés por Uruguay podría parecer una excentricidad, pero no lo es. Está vinculada a su pasado y presente futbolístico.
Una carrera rodeado de uruguayos
De pequeño, Griezmann llegó a creer que no podría jugar al fútbol profesionalmente.
En cada lugar que lo probaban le decían lo mismo: eres muy bajo.
El primero en ver más allá de sus 1,75 metros de altura fue el entrenador uruguayo Martín Lasarte.
"No lo puedo explicar, porque no se pueden medir estas cosas. Pero nunca tuve dudas con lo que nos podía dar", dijo Lasarte al diario argentino La Nación recordando la pretemporada de 2009 en que citó a Griezmann para el plantel de primera de la Real Sociedad.
Por aquel entonces, en la Real Sociedad jugaba Carlos Bueno, delantero uruguayo y figura indisociable de Peñarol. Con él, Griezmann aprendió cómo anticiparse para cabecear a pesar de su físico, contó Lasarte.
De hecho, según Lasarte, su contacto con los uruguayos de la Real Sociedad y luego del Atlético Madrid hicieron que Griezmann completara su habilidad futbolística francesa con la picardía y la garra charrúas.
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