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La curiosa historia de la casa de Uruguay donde se marcó el primer gol en la historia de los Mundiales de fútbol

La primera anotación ocurrió el 13 de julio de 1930 en la cancha de Peñarol y fue obra del jugador francés Lucien Laurent. El lugar de esa gesta deportiva estuvo en el olvido durante décadas.

¿Quién no recuerda su primer beso, el primer día del colegio o la primera jornada en un nuevo trabajo?

En el mundo del fútbol, al contrario, hubo una primera vez que ha estado en riesgo de quedar en el olvido.

Nos referimos a la primera vez que se marcó un gol en la historia de los Mundiales.

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De acuerdo a los libros de historia, la anotación se produjo el 13 de julio de 1930.

"El primer gol marcado en una Copa del Mundo fue anotado por el jugador francés Lucien Laurent en Montevideo, Uruguay, en el partido inaugural Francia-México", le confirmó a BBC Mundo la Federación Internacional de Historia y Estadística del fútbol (IFFHS, por sus siglas en inglés).

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Y el marco para un hecho histórico tan señalado fue el un diminuto estadio con capacidad para 1.000 personas que había sido bautizado como Pocitos.

Ese estadio desapareció hace décadas dando lugar a nuevas casas, calles y parques.

La historia de Pocitos

La idea del Mundial surgió de la cabeza de Jules Rimet, un francés entusiasta que se dio cuenta del potencial que tenía el fútbol para convertirse en un fenómeno global.

Muchas naciones europeas ofrecieron albergar la competición, pero la oferta de Uruguay fue la que más le gustó a Rimet.

"En el 30 Uruguay celebraba el centenario de su grito de independencia y había ganado las dos medallas de oro de fútbol en los Juegos Olímpicos", le dijo a BBC Mundo Gerardo Cal, vocero del Museo del Fútbol de Uruguay.

"Cuando se le otorga la sede a Uruguay, en el congreso de la FIFA de Barcelona en mayo de 1929, se comienza a proceder con el diseño y la construcción del estadio Centenario".

En menos de ocho meses, una enorme mole de cemento se alzó en la mitad de Montevideo y alimentó el sueño mundialista. Sin embargo, el invierno fue implacable y las obras del Centenario no estuvieron terminadas para el 13 de julio, la primera jornada del primer Mundial de la historia.

"Entonces los organizadores decidieron celebrar los primeros partidos en los estadios de los principales clubes del país: Nacional y Peñarol", explicó Cal.

El estadio de Pocitos pertenecía a Peñaroly allí se jugó el partido Francia vs. México, mientras a la misma hora, en el estadio del Nacional de Montevideo (Gran Parque Central), se disputó el otro encuentro inaugural, que enfrentó a Estados Unidos con Bélgica.

A los 19 minutos del primer tiempo, en Pocitos, el francés Lucien Laurent marcó el primer gol del campeonato.

Investigación

Los años pasaron y se perdió el pequeño estadio en el que se había comenzado a escribir historia mundialista.

En 1933 el Peñarol se mudó al Centenario y en la década siguiente en el lugar que ocupaba el Pocitos se construyó un nuevo barrio.

En los años 90 nadie sabía con exactitud en qué lugar se había marcado el primer gol en la historia de los Mundiales.

Hasta que en 2002 el arquitecto uruguayo Héctor Enrique Benech emprendió una búsqueda basándose en viejos planos y tomas aéreas.

"La cancha desapareció en los 40 y se volvió un lugar calificado de Montevideo, de viviendas de clase media, con alto valor inmobiliario", explicó Benech en una entrevista con el diario La Nación de Costa Rica.

Después de cuatro años de búsqueda, el arquitecto encontró el lugar donde se alzaba el estadio: la cuadra formada por la avenida General Rivera, entre las calles Charrúa y Coronel Alegre, en el barrio conocido como Pocito.

Pero el estudio fue más allá y Benech logró localizar el punto preciso donde estaba la portería en la que había marcado su gol de Lucient y que ahora está ocupado por una casa particular.

"No había registros oficiales. Pero encontré en la municipalidad de Montevideo un valioso mosaico de fotos aéreas de 1926 y 1929, que me permitieron ubicar perfectamente la cancha al sobreponerlos con la foto actual", contó el arquitecto.

Gracias al trabajo de Benech, las autoridades uruguayas pudieron instalar en el lugar un par de placas que conmemoran aquella gesta del francés para que, como el primer beso, los amantes del fútbol no olvidemos ese primer gol.

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