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El caso de Noura Hussein: "Estamos esperando un milagro para que no ahorquen a mi hija"

En los próximos días, un tribunal sudanés deberá decidir si revoca o no la pena de muerte contra Noura Hussein, condenada por matar a su marido, a quien acusó de haberla violado. Sus padres conversaron en exclusiva con la BBC.

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En pocos días se conocerá si una corte en Sudán revoca la pena de muerte contra Noura Hussein, una joven que mató a su marido, a quien acusó de haberla violado. En una entrevista exclusiva con la BBC, su padre dice que nunca imaginó las terribles consecuencias de casar a su hija con su primo.

Cuando vio a su madre a principios de mes, Noura empezó a llorar desconsoladamente. Era la primera vez que recibía una visita de su familia desde que ingresó en la cárcel hace un año atrás.

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Con lágrimas en los ojos, la joven de 19 años le contó a su madre que, inicialmente, ella había planeado quitarse la vida después de que su marido la violara.

"Ella se odiaba a sí misma después de que él la violó", dice su madre, Zainab Ahmed.

"Tenía un cuchillo listo para quitarse la vida si él la volvía a tocar".

Pero en el calor del momento —cuando él la tocó de nuevo— usó el cuchillo para matarlo a él.

Fue en defensa propia, insiste su madre.

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Cuando Noura fue sentenciada el mes pasado, una campaña en internet —#JusticeforNoura— fue lanzada en todo el mundo.

La supermodelo Naomi Campbell y la actriz Emma Watson fueron algunas de las famosas que se unieron a activistas para condenar la sentencia de muerte y para exigir que se revoque su condena.

Y cuando Amnistía Internacional urgió a sus simpatizantes que le escribieran al ministro de Justicia de Sudán para que interviniese, el volumen de mensajes fue tal que el político tuvo que cambiar de dirección de email.

Fue solo cuando su madre la vio en las duras condiciones de la prisión de mujeres de Omdurman, que Noura descubrió el apoyo que tenía en el mundo.

Por ahora, su mundo está definido por las paredes de la prisión, donde todas las internas viven en un gran patio.

"No hay techo, así que la mayoría de las mujeres usan sábanas para protegerse del sol", dice Hafiz Mohammed, coordinador de la ONG Justice Africa.

Noura aún lleva la ropa que tenía cuando la arrestaron.

Aunque se la ve saludable, dice su madre, anímicamente no está bien.

Infancia

La segunda de ocho hijos, Noura Hussein creció en al-Bager, un poblado 40 Km al sur de Jartum.

Es un lugar polvoriento, rodeado por lomas rocosas y arenosas, no muy lejos del río Nilo.

Los colores brillantes de las frutas y vegetales distribuidos en telas estampadas en el suelo del mercado local crean una explosión de color en medio del paisaje marrón y desnudo.

Zainab Ahmed dice que su hija siempre fue muy tranquila e inteligente.

"Tenía ambiciones", dice. "Noura soñaba con estudiar derecho en la universidad yconvertirse en académica".

Su familia extendida se había marchado de la conflictiva región de Darfur y se había mudado a al-Bager cuando Noura era niña.

No tenían mucho dinero, pero el negocio del padre de Noura —una pequeña ferretería que vendía herramientas y aceite— les daba suficiente dinero como para pagar una educación para Noura.

Esto era lo que a ella la hacía más feliz.

Casamiento

Pero en 2015, un primo suyo de 32 años, Abdulrahman Mohamed Hammad, le propuso matrimonio. Ella tenía 16 años.

Su madre dice que, en principio, su hija no parecía molesta con la idea, pero les pidió que la dejaran continuar con su educación.

También les pidió demorar la boda hasta que su madre, que estaba embarazada, diese a luz.

Sin embargo, con el tiempo, la presión empezó a aumentar, sobre todo por parte de su padre, Hussein.

"Muchas jóvenes en la zona estaban quedando embarazadas y teniendo hijos ilegítimos", dice Hussein.

Él no quería que a su hija le sucediese lo mismo y que después no pudiese conseguir marido.

Aunque Noura participó en la ceremonia inicial de matrimonio, era evidente que cada vez más se oponía a la idea.

Noura se escapó a la casa de su tía en Sinnar, una ciudad a 350 km y se quedó con ella dos días.

La convencieron de que regresara, con el argumento de que el matrimonio nunca se completaría.

De hecho, cuando volvió se completó la ceremonia, pero no se le pidió que viviese con su marido.

Vida en pareja

Los dos años siguientes, Noura permaneció en la casa de sus padres. Cuando la visitaba Abdulrahman, ella le decía que no quería estar casada con él.

Sin embargo, los ancianos de su familia insistían en que Noura y su marido formalizaran su relación y se comportaran como una pareja legalmente casada.

En su comunidad, son los ancianos los que toman todas las decisiones importantes. El honor y el respeto a la familia son los valores más importantes de su cultura.

Su padre, Hussein, dice que no encontró ninguna buena razón para que su hija siguiera negándose a la unión.

La familia había sido paciente por muchos años.

Bajo presión, Noura acordó mudarse con Abdulrahman en abril de 2017.

La violación

Según un testimonio de primera mano obtenido por la cadena CNN, Noura dice que se resistió a los avances sexuales de su marido durante la primera semana de convivencia.

Lloraba, se negaba a comer. Cuando Abdulrahman dormía, ella trató de escaparse de la casa, pero estaba cerrada con llave.

El noveno día, Abdulrahman llegó a la casa con algunos parientes que le arrancaron la ropa, y la mantuvieron quieta mientras él la violaba, según el informe de CNN.

Al día siguiente, Adbulrahman lo volvió a intentar.

Esta vez, Noura agarró el cuchillo que le había dicho a su madre que quería usar para matarse.

Noura cuenta que durante el forcejeo, se cortó la mano y Abdulrahman le mordió el hombro.

Luego el relato salta directamente al momento en que Noura corre hacia la casa de sus padres con un cuchillo ensangrentado en la mano.

Intervención de la policía

Hussein y su esposa quedaron aterrados cuando vieron a su hija parada frente a ellos con el arma asesina en la mano.

"Maté a mi marido después de que me violó", les dijo, todavía sosteniendo el cuchillo.

"Entonces entendí la gravedad de la situación", explica Hussein.

Conociendo a la familia de Abdulrahman, él sabía que querrían venganza.

Toda la familia de Noura estaba ahora bajo amenaza, dice, y por eso decidió llevar a todos a la estación de policía.

Lo hizo para protegerlos y no, como se ha dicho, para entregarla y abandonarla.

Pero Noura fue arrestada y acusada de asesinato premeditado.

Su familia regresó a la casa para convencer a los ancianos de que llegaran a un acuerdo con la familia de Abdulrahman. Estos se negaron e insistieron en que Hussein y Zainab dejaran de ver a Noura si querían proteger a sus otros hijos

Cuando les quemaron la casa y el negocio, Hussein y Zainaba aceptaron estas condiciones.

Sin embargo, las intimidaciones continuaron y Hussein y Zainab huyeron junto a sus hijos.

Muerte por ahorcamiento

Una corte de Omdurman, la segunda ciudad más grande de Sudán, halló a Noura culpable de asesinato premeditado.

Y, el mes pasado, cuando la familia del marido se negó a aceptar la opción de una compensación económica, el tribunal emitió una sentencia oficial de muerte en la horca.

Los abogados de Noura están apelando la sentencia y tratando de obtener un perdón. En pocos días se conocerá el veredicto.

Hussein dice que no ha visto a su hija desde aquella noche, por la amenaza que pende sobre él y sus otros hijos si lo hace.

"Yo también quiero ver a mi hija y visitarla en prisión y levantarle el ánimo, pero no puedo hacerlo", dice.

Habló con ella por teléfono, cuenta. Dice que Noura le dijo que estaba bien de salud.

Presión internacional

Zainaba Ahmed dice que tiene la esperanza de que se produzca un milagro de último minuto. Le gusta imaginarse que los ancianos de la familia intervendrán y convencerán a la familia de Abdulrahman de que le pidan a la corte que revoque el castigo.

Amnistía Internacional no cree que esto ocurra.

"En este punto, esto parece altamente improbable. Si lo hubiesen hecho cuando se dictó la sentencia, podrían haber pedido atenuación. En este punto, una familia no tiene nada que decir sobre una decisión judicial", explica Joan Nyanyuki, directora de Amnistía para África Oriental.

No obstante, la presión internacional puede funcionar, dice.

"Cuando hicimos un llamado para que la gente enviase emails al ministro de Justicia de Sudán para exigir el perdón de Noura, él tuvo que cerrar su cuenta de mail a las dos semanas".

"Tuvo impacto. Si la gente le escribe a las embajadas sudanesas en sus respectivos países exigiendo su liberación, eso haría una diferencia inmensa".

"Hay cientos de miles de Nouras de las que no hemos escuchado hablar, o en matrimonios forzados, siendo violadas. Esta lucha es también por ellas".

Los padres de Noura viven ahora en un poblado lejos de al-Bager.

Dicen que su matrimonio aún es fuerte y que se apoyan mutuamente y a sus hijos para superar esta agonía.

Pero el futuro de Noura los persigue.

"Nadie quiere una vida miserable para sus hijos", dice Hussein.

"No esperaba que las cosas llegaran a este punto".

"Tenemos la esperanza de que Dios la rescate".

*Con la colaboración de: Megha Mohan. Ilustraciones: Katie Horwich.


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