Fue un dolor intenso, imposible de olvidar para millones de brasileños y amantes de la Canarinha de todo el mundo.
Una derrota estaba dentro de las posibilidades, pero nadie se esperaba una capitulación como la sufrida por Brasil en su casa, en su su Mundial, frente a Alemania la noche del 8 de julio de 2014.
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Cada gol alemán fue una estocada al alma del país que inventó el jogo bonito, el de Pelé, Garrincha, Zico, Ronaldo y Ronaldinho, el pentacampeón que quería borrar el fantasma que deambulaba dentro de sus fronteras por más de 60 años pero que en su lugar vio aparecer a otro aún más temible.
El 7-1 de Belo Horizonte fue sin duda la mayor humillación que ha vivido el fútbol brasileño de su historia, una derrota que lo dejó moribundo, deambulando sin rumbo a a la espera del golpe mortal.
Este estuvo cerca de llegar dos años después de no haber sido por la crucial aparición de Adenor Leonardo Bacchi, Tite, el entrenador que asumió la responsabilidad de sacar a Brasil de su depresión para regresarlo a la cima del fútbol.
Y es un firme candidato al título en el Mundial de Rusia 2018.
El elegido
Tras el decepcionante cuarto puesto en su Mundial, Brasil apostó por la imagen de Dunga, capitán del tetracampeonato, para levantar la moral de sus alicaídos hinchas.
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Pero el remedio no dio resultado y tuvo graves efectos secundarios que pusieron a la Canarinha al borde de un camino sin salida.
Eliminada en los cuartos de final de la Copa América de Chile en 2015 en la definición por penales frente a Paraguay, tuvo un desempeño aún peor en la edición Centenario de 2016, cuando no pudo superar la fase de grupos del torneo continental por primera vez en toda su historia.
Eso se sumó a su irregular comienzo en las eliminatorias sudamericanas, en las que marchaba sexto y fuera de los puestos de clasificación tras haberse disputado un tercio de las fechas.
Dunga fue despedido y su lugar ocupado por Tite, el favorito de la afición tras la debacle de Belo Horizonte.
El resto es historia.
"Hubo un pequeño cambio de nombres", explicó Tim Vickery, el experto en fútbol sudamericano de BBC Sport.
"Paulinho, quien jugaba por entonces en China, fue llamado nuevamente para el centro del campo en una medida que causó polémica, pero que terminó siendo un rotundo éxito".
"Y también apostó por el adolescente Gabriel Jesús para llenar el problema que había en el centro del ataque, y fue inmediatamente recompensando", agregó Vickery.
Aparte de ellos, prácticamente se trataba de la misma plantilla que bajo las órdenes de Dunga tropezaba por los campos de juego, pero que dirigida por Tite fue una apisonadora en las eliminatorias: 10 partidos ganados, dos empatados, 30 goles a favor y tres recibidos.
¿Jogo bonito?
Ese estado de forma lo ha mantenido contra rivales europeos en los más recientes amistosos.
En marzo goleó 3-0 a la anfitriona del Mundial y venció a sus verdugos de hace cuatro años 1-0 en Alemania.
Mientras que el domingo no tuvo problemas para deshacerse 2-0 de Croacia.
Una metamorfosis que ha dejado a muchos preguntándose cómo se pudo producir en tan poco tiempo.
La respuesta sin duda que apunta a Tite, pero más que a él se puede hablar de su método de trabajo.
"El fútbol brasileño no nació siendo grande", recordó Vickery, "sino que ha alcanzado esa grandeza como resultado de un proceso".
"Cuando ganaron tres títulos en cuatro mundiales (entre 1958 y 1970) estuvieron muy por delante que el resto de las selecciones en cuanto a la preparación y la táctica".
Vickery citó como ejemplo que en el Mundial de Suecia ya la delegación contaba con doctores, un dentista, un especialista en preparación física y daba los primeros pasos en la psicología deportiva.
"En términos de táctica fueron incorporando ideas de entrenadores uruguayos, argentinos y húngaros, que al ponerlas juntas crearon algo nuevo, Ellos fueron los pioneros de la línea de cuatro en defensa".
"El problema que tanto éxito hizo que se relajaran y fueran complaciente, inclinados a creer en el mito que todo era consecuencia de su talento natural", expuso Vickery.
Salto a la modernidad
El fútbol siguió evolucionando, pero poco a poco Brasil fue quedando aislado.
Hasta los campeonatos de 1994 y 2002, producto de la mezcla de un ataque mágico con un bloque defensivo de mucho físico, profundizaron esa tendencia.
Casi ningún técnico brasileño ha trabajado en la élite del fútbol europeo y aquellos que lo han hecho no han sobrevivido mucho tiempo en sus puestos.
Eso fue evidente cuando Brasil se quedó completamente fuera de lugar con la revolución que implementaron Pep Guardiola, Luis Aragonés y el fútbol español hace una década.
Muchos en Brasil estuvieron convencidos que la evolución atlética de los futbolistas hacía casi imposible un juego basado en el toque y la posesión, razón por la que apostaron por un fútbol más rápido y vertiginoso, basado en el contragolpe.
Ese concepto que quedó en evidencia con la exhibición alemana.
Tal vez el único que que estuvo exento de esa situación fue Tite, pese a su poca glamurosa hoja de vida.
Considerado un especialista de jugar con un dibujo táctico de tres defensores, cinco centrocampistas y dos atacantes, Tite conoció los beneficios del 4-4-2 del fútbol europeo tras trabajar con el argentino Andrés d’Alessandro en el club Internacional.
Eso abrió su apetito, pasando largos períodos de aprendizaje estudiando cómo jugaban los principales clubes de ese continente.
Y una de las grandes diferencias que descubrió con respecto al fútbol sudamericano fue como en Europa los equipos suelen permanecer compactos durante los partidos, elemento que fue clave para los títulos que ganó Corinthians en Brasil y la Copa Libertadores y que le sirvió para superar a Chelsea en la final del mundialito de clubes en 2012.
Pero el proceso no se detuvo en saber jugar compacto o en la solidez defensiva, enfocando su atención en la manera en la que los mejores equipos lograban superioridad numérica en zonas del campo en las que podía hacer daño a los rivales.
Eso lo implementó en el Corinthians, que logró el título brasileño en 2015.
Son ideas que luego trasladó al seleccionado brasileño.
Elogios
En noviembre de 2016, después de la contundente victoria 3-0 de Brasil sobre Argentina, el legendario técnico albiceleste César Luis Menotti no pudo ocultar su admiración por lo que había visto sobre el terreno de juego.
"Él colocó la línea defensiva 20 metros más adelante y logró unir al equipo", explicó.
"Es como el Brasil de 1970", aseguró.
Otro elemento que diferencia a Tite de sus antecesores ha sido su habilidad para comunicarse con sus jugadores y la prensa, transmitiendo la imagen de ser un hombre sabio y directo.
Hasta uno de sus principales críticos se refirió a él como una "serpiente encantadora".
Los secretos de Tite, el entrenador que regresó a Brasil a la cima del fútbol
Eso ha sido clave en el trato con Neymar, la gran estrella de Brasil, al que cuidó y recuperó tras la debacle del Mundial para que fuera su principal guía en la histórica medalla de oro olímpica que consiguieron en Río en 2016.
Una versión que ha logrado explotar al quitarle presión sobre sus hombros y repartirla por todo el equipo.
Hasta ahora lo ha logrado, pero siempre está el riesgo de manejar a un futbolista tan explosivo como la de la actual figura del PSG.
Una de las facetas más características del juego de Neymar es encarar en el uno contra uno, lo que hace que sufra muchas faltas.
Algunas de ellas son evidentes y otras producto de su invención, lo que molesta a sus oponentes, que optan por la rudeza hasta que la temperatura del partido alcanza un punto de ebullición en el que Neymar suele salir mal parado.
Además de la tarjeta roja sufrida en la Copa América de 2015 frente a Colombia, Neymar recibió seis tarjetas amarillas en 14 partidos en las eliminatorias, que traducido a un torneo corto como el Mundial puede significar quedar suspendido para uno de los cruciales partidos de la segunda fase.
Hace cuatro años no estuvo en la derrota contra Alemania, una ausencia que ni Tite ni los aficionados brasileños desean que vuelva a ocurrir en Rusia.
La razón es que con él el campo hay confianza de que Brasil podrá dejar atrás la pesadilla que vivió hace cuatro años y lograr el título mundial, su primero en Europa en 60 años.
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