La política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, America First ("Estados Unidos primero") en comercio global, golpea Ruanda.
La imposición de aranceles a las exportaciones de ropa provenientes del pequeño país africano ha provocado un conflicto entre los dos países que, hasta ahora, no da señales de tregua.
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La disputa incluye el oscuro mercado de la importación de ropa de segunda mano y el rechazo del país a ceder frente a la mayor economía del mundo.
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La historia comenzó en marzo de este año, cuando Washington le notificó a Ruanda que en 60 días pondría fin al convenio que le permite vender ropa a Estados Unidos libre de aranceles.
Se trata de un estatuto especial que tiene el país bajo el Acta de Crecimiento y Oportunidades para África (Agoa, por sus siglas en inglés).
El acta es el símbolo de las leyes estadounidenses que buscan mejorar el comercio y la inversión en ciertos países africanos, a través del acceso libre de impuestos a 6.500 productos exportados desde África.
"La decisión del presidente enfatiza su compromiso con el cumplimiento de nuestras leyes comerciales y con asegurar que exista justicia en nuestras relaciones comerciales", dijo el vicerepresentante de Comercio CJ Mahoney en aquel momento.
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Esos 60 días ya se cumplieron.
¿Por qué Ruanda prohibió la importación de ropa usada?
La idea de Ruanda al prohibir la importación de ropa usada es proteger su emergente industria textil.
Muchas naciones africanas fueron alguna vez el hogar de dinámicas industrias textiles. Pero décadas de mala administración, inestabilidad y un aumento de la competencia global no han pasado en vano.
Esta situación se puede ver en Ghana, donde la liberalización del mercado en la década de los 80 llevó a una fuerte pérdida de trabajos en el sector textil, desde 25.000 personas en 1977 a 5.000 en 2000.
Kenia tenía medio millón de trabajadores en el sector hace un par de décadas. Hoy solo hay decenas de miles.
La importación de ropa usada desde países desarrollados es uno de los factores que han contribuido a la crisis (al borde del colapso) de la industria de la ropa en el África subsahariana.
Los precios de las prendas de vestir son tan baratos que las empresas locales no pueden competir.
Según un estudio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), en 2015 la Comunidad Africana Oriental (una unión aduanera formada por por Kenia, Uganda, Tanzania, Burundi, Ruanda y Sudán del Sur) representó cerca del 13% de las importaciones globales de ropa de segunda mano, por un valor de US$274 millones.
Cerca del 67% de la población del Este de África compró al menos una parte de sus prendas de vestir en algún mercado de ropa usada, según el mismo informe.
Los países de África oriental argumentaban que la demanda interna de ropa fabricada localmente estaba siendo asfixiada por la importación de prendas baratas de segunda mano.
Por ello, en 2015, los países de la Comunidad Africana Oriental (CAO) anunciaron que la venta de ropa de segunda mano estaría prohibida en sus mercados a partir de 2019.
En el caso de Ruanda, el gobierno dijo que las prendas usadas amenazaban la dignidad de sus ciudadanos.
Ese país aumentó sus impuestos a la importación de ropa usada de US$0,20 a US$2,50 por kilo en 2016 y su objetivo final es poner fin a todas las importaciones de este tipo.
Su gobierno espera ayudar con estas medidas al fortalecimiento de la industria textil local y crear más de 25.000 empleos.
¿Por qué esto molestó a Estados Unidos?
Tras estas medidas, la Asociación de Materiales Secundarios y de Textiles Reciclados (SMRTA, por sus siglas en inglés) introdujo un recurso ante la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) asegurando que la decisión de la CAO impondría "dificultades económicas importantes" sobre la industria estadounidense de ropa usada.
Estimaba que esa medida podría costarle a Estados Unidos unos 40.000 puestos de trabajo y unos US$124 millones en exportaciones.
Esas cifras causaron alarma pero fueron cuestionadas por la CAO, según le dijo a la BBC Grant T Harris, quien trabajó como asesor del expresidente Barack Obama en temas relacionados con África.
En marzo de 2017, la USTR amenazó con retirar a cuatro países -Kenia, Uganda, Tanzania y Ruanda- los beneficios del Agoa.
Las amenazas surtieron su efecto.
A mediados del año pasado, Kenia anunció que se retiraba del acuerdo para prohibir la importación de ropa usada.
Los beneficios que este país recibe del Agoa son mucho más altos que los que percibe Ruanda pues sus exportaciones a Estados Unidos sumaron casi US$600 millones en 2017, comparados con US$43 millones obtenidos por Ruanda.
Tanzania y Uganda también capitularon y, en consecuencia, la USTR anunció que "no se les suspenderían los beneficios" debido a que habían dado pasos para "eliminar las tasas aduanales prohibitivas" sobre la importación de ropa usada y calzado y se habían "comprometido a no imponer una prohibición" sobre estos productos.
¿Cómo afectará esto a Ruanda?
Aunque Estados Unidos no es el principal mercado de exportación para Ruanda, estas medidas por parte de Washington podrían dañar al país, según dijo a la BBC Florie Liser, exasistente del representante de Estados Unidos para Comercio con África.
"Visité un centro de producción en el que 150 mujeres estaban fabricando bolsos para Kate Spade específicamente para ser exportados sin aranceles a Estados Unidos a través del Agoa", indicó.
Esos empleos podrían estar en peligro y los impuestos aduaneros podrían espantar a los inversionistas que buscan obtener provecho del Agoa, explicó.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, parece estar dispuesto a hacer el sacrificio. "Esta es la elección que tenemos que hacer. En lo que a mi concierne, hacer esta elección es simple, aunque podríamos sufrir las consecuencias", dijo en 2017.
"Ruanda y otros países de la región que son parte del Agoa tienen que hacer otras cosas, tenemos que crecer y establecer nuestras industrias", agregó.
Según los expertos, el verdadero ganador en esta disputa será China, cuyas exportaciones de ropa barata a África Oriental suman US$1.200 millones según USAID.
Ese monto supera largamente el valor de las importaciones de prendas usadas que en la actualidad son adquiridas por el 40% más pobre de la población de esa zona de África.
"Esto solamente abrirá más mercado y generará una mayor dependencia de China. Quienes usan esta ropa de segunda mano no tendrán el poder adquisitivo para comprar las prendas fabricadas localmente por lo que optarán por comprar las piezas baratas exportadas desde China", vaticinó Harris.
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