Cuando Juan Carlos Cruz entró a la Capilla Sixtina la semana pasada, quedó impactado.
No fue como las veces anteriores que había estado allí, apretado, entre una horda de turistas con cámaras tratando de sacarse selfies con "La creación de Adán". Esta vez estaba sólo él y un guía, una hora y media antes de que el sitio vaticano abriera al público. La visita la había organizado el propio papa Francisco.
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"Fue impactante. Lo único que pensaba es ’qué hago aquí’", le cuenta Cruz a BBC Mundo desde Filadelfia, donde vive.
El periodista chileno es uno de los tres denunciantes -junto a James Hamilton y José Andrés Murillo- que destaparon el "Caso Karadima", acusando al sacerdote Fernando Karadima de abusos sexuales los cuales, aseguran, fueron encubiertos por una red dentro de la cúpula eclesiástica chilena.
A principios de mayo, las tres víctimas aceptaron la invitación personal del papa Francisco, quien quiso escuchar de primera mano las denuncias antes de reunirse con el grupo de obispos que componen la jerarquía eclesiástica chilena, a quienes citó para esta semana.
"Ahora entiendo por qué quiso reunirse con nosotros primero. Parte importante de nuestras conversaciones están contenidas en la carta que le entregó el Papa a los obispos, donde les pide la renuncia", asegura Cruz.
https://twitter.com/episcopado_cl/status/997428218725588992
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La carta a la que se refiere es la que entregó Francisco a los 34 obispos citados luego de recibir un contundente informe de dos enviados vaticanos expertos en abuso sexual que dejaron al descubierto la escandalosa forma en que se manejaron las denuncias.
En la carta, el Papa reconoce el daño causado a la iglesia chilena durante todo este proceso cuyas consecuencias "tuvieron un precio muy elevado" lo que hace "urgente" reparar este "escándalo".
La carta es clara: para ello es necesaria -aunque no suficiente- la "remoción de personas". Y este viernes, los 34 obispos citados presentaron su renuncia ante el Papa.
En entrevista con BBC Mundo, Juan Carlos Cruz habla sobre el impacto de esta acción y el precedente que sienta para otros casos de abuso sexual en la Iglesia Católica.
¿Te imaginaste que todo esto podía terminar con la renuncia de los 34 obispos citados por el Papa?
Algo sabía, y también que los obispos estaban tratando de darle un giro a la decisión, pero el Vaticano se puso los pantalones y el mismo Papa los hizo renunciar. Porque esto no fue por la bondad y maravilla de este grupo de obispos, no, el Papa, a través de la carta que les entregó en la reunión, les dejó claro que esa era la única opción que les quedaba.
Y esto es algo inédito. Nunca antes todos los obispos de un país habían renunciado así. Y esto claramente es un precedente para otros casos alrededor del mundo.
En lo concreto, ¿puede el Papa aceptar la renuncia de toda la cúpula eclesiástica?
No puede sacarlos a todos inmediatamente, pero muy luego comenzarán a notarse los cambios. Probablemente pondrá administradores apostólicos, nuevos obispos, pero hay que darle tiempo porque tiene que encontrar reemplazos.
Lo que quiere el Papa es que esto vaya más allá de un cambio de personas. Quiere limpiar, que entre gente nueva que no esté contaminada por esta manga de delincuentes. Más allá de la cúpula, lo que tiene que haber es una intervención de los seminarios, las diócesis y que las cosas empiecen a cambiar.
¿Cómo fueron las conversaciones que sostuviste con el Papa?
Conversamos largamente. Al contrario de la experiencia que tuvimos con los obispos, el Papa me pareció un hombre absolutamente sincero, cercano, que está dolido con todo lo que ha pasado. Era como estar con alguien que conociera de toda la vida. Muy, muy cercano.
Yo le conté de estos obispos corruptos, mafiosos, y él también los llamó corruptos, tal como arrojó la investigación: ocultaron documentación, destruyeron evidencia y pasaron casos graves como simples pecaditos. Él no sabía cómo eran las cosas hasta la investigación de monseñor Charles Scicluna y monseñor Jordi Bertomeu.
¿Le crees?
Yo le creo. Si tú conocieras como es el nuncio, como actuaba el cardenal Francisco Javier Errázuriz, entenderías por qué el Papa no estaba bien informado. La conferencia episcopal chilena es una mafia que contó y pintó una cosa mientras le escondía la realidad al Papa. Sólo cuando fue a Chile (en enero pasado) se dio cuenta.
Pero en enero pasado el Papa dijo que las acusaciones contra el obispo Juan Barros, acusado de ocultar abusos que había presenciado, eran "calumnias" y que él no se referiría al tema hasta tener pruebas…
Por eso mandó a Scicluna y Bertomeu a investigar. Ellos encontraron todas las pruebas que te puedas imaginar, era cosa de buscar. Hicieron un trabajo espectacular, porque la conferencia episcopal chilena no permitía investigar, escondía, destrozaba pruebas. Pero gracias a ellos se abrieron los ojos y llegamos donde estamos.
- El papa Francisco pide disculpas por sus declaraciones a favor del obispo Juan Barros que "hirieron" a las víctimas de abusos en Chile
- Quién es Charles Scicluna, el "mayor experto en crímenes sexuales" del Vaticano que el Papa enviará a Chile para "escuchar" las denuncias contra el obispo Juan Barros
¿Sientes que después de todo este proceso que ha durado años, con muchos costos prácticos y emocionales para ti y los otros denunciantes, se hace justicia?
El abuso sexual no se remedia nunca, desgraciadamente. Pero es esperanzador ver que se toman medidas concretas para que no pase más y castigar a los nefastos encubridores es un tratamiento de shock para obispos sordos y tontos.
Chile va a ser un modelo para el mundo entero. Me alegro por mí, pero también por tantos sobrevivientes en Chile. Pienso en todos los que han perdido la vida obteniendo justicia, muchos sobrevivientes en el mundo entero… este es un precedente para que nunca más se les ningunee ni vivan lo que han vivido. Me alegro de haber aportado con mi granito de arena.
Nunca te diste por vencido…
¡Nunca! Y nunca me voy a dar por vencido.
En la invitación papal, Francisco los recibió en su propio hogar. ¿Cómo fue esa experiencia?
Me llamó la atención la sencillez del lugar. Es como un hotel dentro del Vaticano, pero es sencillo. El Papa baja todos los días a almorzar y comer en el comedor, con la gente. Nosotros estábamos a dos mesas de él.
Él se juntó con cada uno de nosotros separadamente. Conmigo habló tres horas. También estuvo con nosotros tres juntos. El último día incluso lo ayudé en una misa.
¿Te reconciliaste con la Iglesia católica?
Yo nunca dejé de ser católico. Me reconcilié con ciertas partes de la institución pero quiero acciones concretas que, por el momento, las estoy viendo y las agradezco.