La próxima vez que te sientas que estás frente a un problema que supera tus fuerzas, acuérdate del kril.
Estos diminutos crustáceos miden menos de un centímetro y están en la base de la cadena alimenticia del océano. El kril conforma uno de los tipos de zooplancton más comunes y es el principal alimento de las ballenas.
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Su fuerza individual es insignificante, pero cada día se juntan en ejércitos de miles de millones y forman una gigantesca columna que se desplaza cientos de metros hacia lo profundo del océano durante el día y vuelven a subir a la superficie durante la noche.
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Un reciente estudio de la Universidad de Stanford, sugiere que ese batallón kril tiene la suficiente fuerza para crear"poderosas corrientes" y turbulencias marinas, lo cual afecta la forma en que se mezclan las aguas del océano y se transportan los nutrientes y el oxígeno.
Así, según los científicos, las milimétricas patas del kril tienen el poder influir la forma en la que se comporta el inmenso océano.
Remolinos y aguas revueltas
Hasta ahora, el estudio de la mezcla de las aguas en el océano se había concentrado en analizar los vientos, las mareas y la temperatura, pero poco se había estudiado la influencia que los animales pueden tener ello.
"Nuestro estudio resalta que hay unos delicados equilibrios en el océano que aún no comprendemos" le dice a BBC Mundo la ingeniera ambiental Isabel Houghton, autora principal del estudio. "Nos ayuda a entender cómo interactúa el zooplancton y el océano".
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Para descubrir el potencial de los kril, los investigadores pusieron varios grupos de artemias, parientes de los kril pero un poco más resistentes a las condiciones de un laboratorio, en tanques transparentes.
Los kril y las artemias son sensibles a la luz, así que utilizaron láseres para guiar su movimiento de manera vertical. Además, utilizaron colorantes para ver mejor el movimiento de agua que producía la columna de crustáceos.
Los desplazamientos quedaron grabados, así que los científicos pudieron observar cómo la cantidad de agua que desplazaba cada animal se iba sumando a la que desplazaban sus compañeros, formando un remolino.
En el océano, una columna de kril puede puede lograr decenas, incluso cientos de metros de largo y ancho, con lo cual, el comportamiento que observaron en el laboratorio sugiere que en el océano el cardumen podría lograr movimientos de agua a lo largo de varias decenas de metros.
"Este flujo a gran escala se vuelve relevante para la distribución de nutrientes", dice Houghton.
"Los resultados muestran el potencial del zooplancton para alterar de manera considerable la estructura física y biogeoquímica de la columna del agua", concluye el estudio publicado en la revista Nature.
El paso siguiente para los biólogos e ingenieros es verificar que en el océano estas criaturas logren el mismo efecto que en el laboratorio, que es lo que sus modelo predicen que suceda a gran escala.
Según los autores del experimento, esto podría cambiar la manera en que los científicos estudian el rol de los animales sobre los cambios del medio ambiente marino, e incluso el clima y lo que ocurre en tierra firme.
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