La disputa comercial entre Estados Unidos y China está mostrando sus primeras consecuencias.
Los aranceles impuestos por la Casa Blanca al acero y aluminio provenientes del extranjero entraron en vigencia el mes pasado.
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Poco después, Pekín respondió fijando aranceles a más de 100 productos estadounidenses, entre ellos, la carne de cerdo, frutas y vino.
Donald Trump acusa a China de robar propiedad intelectual (especialmente en el sector tecnológico) y amenaza con incrementar sus barreras comerciales, mientras que China advierte que responderá con nuevas restricciones comerciales.
Economistas han proyectado que la disputa arancelaria debería tener un impacto limitado sobre la economía estadounidense en su conjunto.
Pero han advertido que las medidas provocarán un alza de precios que terminará afectando a todo tipo de productos, desde televisores hasta vitaminas.
Y en algunos sectores como el agrícola, aeroespacial y manufacturero, los efectos podrían ser severos.
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¿Cómo están enfrentando las compañías estadounidenses una potencial guerra comercial?
"Hay mucha incertidumbre"
Los nuevos aranceles han beneficiado a algunas compañías, como es el caso de US Steel, que anunció que expandirá sus operaciones y creará cientos de nuevos empleos.
Pero sus clientes —muchos de ellos manufactureros en el centro-oeste del país— están preocupados.
Dicen que ha aumentado la demanda del acero estadounidense —y por consiguiente los precios—, poniendo en aprietos a las empresas que deben comprar acero para sus manufacturas.
Roadtec, una compañía de 600 personas en Tennessee, que vende maquinaria para pavimentar con asfalto, ha tenido que pagar hasta 40% más a sus proveedores, según Eric Baker, director de mercadeo.
"Hay mucha incertidumbre", explica, "la principal pregunta es por cuánto tiempo durará esta situación".
Seneca Foods Corp: ¿quién asume el costo?
Cientos de empresas le han pedido al Departamento de Comercio que haga excepciones, incluyendo a la firma de Wisconsin, Seneca Foods Corp.
La compañía, que fabrica sus propias latas para almacenar frutas y verduras procesadas, se abastece de acero desde el extranjero.
Y ahora está en problemas porque viene en camino un barco desde China con 11.000 toneladas métricas del producto y cuando llegue al puerto, deberá pagar un arancel de 25%.
"Pedimos exclusión para lo que está en el agua. No podemos deshacer la compra y tendremos que asumir probablemente los costos", afirma Leon Lindsay, vicepresidente de Adquisiciones.
El argumento es que el sector alimenticio es tan competitivo, que no tienen la opción de traspasar el alza a los consumidores.
Hsu Ginseng Farm: "Están preocupados"
Los granjeros también están preocupados.
Will Hsu, cuyo padre inició una granja productora de ginseng hace más de 40 años, tuvo reuniones en China la semana pasada con clientes y vendedores.
"El tema surgió con cada uno de los clientes que me reuní". Y también le ha ocurrido con sus empleados. "Están preocupados".
Los cultivadores de ginseng en Wisconsin dicen que no pueden perder acceso al mercado chino, país que ha sido históricamente el comprador clave del ginseng estadounidense.
Hsu dice que su granja —que da empleo a unas 400 personas en EE.UU. y China— puede manejar un aumento tarifario temporal. Pero si la situación se prolonga en el largo plazo, las cosas cambiarían.
Hutchinson Farms: expectantes por la soja
Los agricultores también están preocupados por la competencia extranjera.
Cerca de un tercio de la soja estadounidense se vende en China, unos US$14.000 millones en exportaciones, pero Argentina y Brasil también son grandes exportadores del producto.
La sequía ha afectado la producción argentina, pero los agricultores brasileños esperan que la disputa arancelaria provoque un aumento en la demanda por su producto, explica Victor Carvalho de Informa, una consultora de análisis comercial.
Will Hutchinson, un granjero de cuarta generación en Tennessee, espera que el problema no siga escalando: "El comercio tiene una importancia vital para China y Estados Unidos. No necesitamos cortarnos la nariz para dañar nuestra cara".
Greenland America: "Habrá un exceso de chatarra de aluminio en el mercado"
Cerca de la mitad de las exportaciones de residuos de aluminio se fueron a China el año pasado, pero las firmas estadounidenses han comenzado a mirar hacia otros mercados.
Randy Goodman es vicepresidente ejecutivo de la empresa Greenland América en Georgia, una corredora que compra y vende chatarra de metales alrededor del mundo.
Cuenta que hasta ahora menos del 10% de su negocio con China se ha visto afectado, pero está preocupado por el futuro.
"El tema es que ni otros países, ni los consumidores domésticos podrán comprar el exceso del producto", dice, "habrá un excedente en el mercado que eventualmente afectará los precios".
El presidente Trump ha dicho que confía en que la confrontación con China fortalecerá a la economía estadounidense y ha intentado calmar a los que están preocupados.
"Será muy bueno cuando todo esto termine", señaló esta semana.
Las personas cuyas vidas han quedado en medio del conflicto esperan que el presidente tenga razón.
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