"Pensamos en la lucha por la igualdad de derechos, pero no pensamos sobre cómo era financiada".
Ese es el punto de partida de la investigación que hizo el periodista estadounidense Shomari Wills en torno a los primeros esclavos estadounidenses que se convirtieron en millonarios.
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"Cuando era niño escuchaba las historias que contaba mi madre y así fue como despertó mi interés en el tema", dice Wills, que en su libro Black Fortunes (Fortunas Negras) revisa la vida de seis personajes que contribuyeron a financiar a los abolicionistas de mediados y fines del siglo XIX que exigían el fin de la esclavitud en Estados Unidos.
"Vivían en mansiones increíbles, viajaban alrededor del mundo, tenían sirvientes", cuenta Wills.
Lo que se desconoce es que varios pusieron en riesgo hasta su propia vida para que la población de raza negra consiguiera la libertad.
"Siempre hubo una clase negra acomodada, una clase donante que financió a los activistas negros y entregó los medios para que las personas lucharan por la igualdad", cuenta Wills.
Millonarias
El autor indaga en los orígenes y la trayectoria de seis personajes que sobresalieron por su éxito y determinación, en una época en que existían linchamientos en las calles, tortura y todo tipo de prácticas crueles que atentaban contra la dignidad de las personas.
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Entre los millonarios está Mary Ellen Pleasant, una mujer que se fue a California durante la fiebre del oro, se hizo rica y utilizó su fortuna para financiar la causa abolicionista.
Con una fuerte visión empresarial, Pleasant aumentó su fortuna a través de lavanderías, pensiones y otros negocios. También fue inversionista en el mercado de valores, despertando rumores de que tenía "poderes relacionados con el vudú".
Otra millonaria fue Hannah Elias, famosa por construir un imperio inmobiliario en Harlem.
El profesor O.W. Gurley, convirtió sus terrenos en Oklahoma en un distrito comercial conocido como Black Wall Street, mientras que Robert Reed, compró propiedades en Memphis y luego las transformó en un barrio musical.
Cosméticos y rebeldía
Annie Minerva Turnbo, más conocida como Annie Malone, fue una mujer con estudios en química y peluquería que formó una empresa de cosméticos para las afroamericanas.
En una época en que ser mujer y de raza negra garantizaba un muro de restricciones para el desarrollo personal, Annie Malone inventó sus propios productos de belleza, además de crear escuelas de peluquería y secretariado, y manejar un hotel.
Una de las vendedoras de sus productos, C.J. Walker, siguió un camino similar de emprendimiento que la llevó a crear su propio imperio comercial de belleza llamado Madam C.J. Walker Manufacturing Company.
"Walker no fue la primera afroamericana rica, pero fue quizás, la primera en ser desvergonzadamente rica y abiertamente negra", dice Wills.
En todos estos, los millonarios tuvieron que enfrentar una dura resistencia por su color de piel y batallas jurídicas contra quienes consideraban que sus fortunas eran ilegítimas.
La historia que presenta Black Fortunes muestra el coraje que muchos de ellos tuvieron para imponerse en un mundo donde todo había sido creado para que fracasaran.
Pero terminaron doblándole la mano a su propia historia.
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