La noticia tomó al mundo por sorpresa, con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, declarando que había llegado "como un milagro".
Pero el adjetivo que mejor describiría el futuro encuentro entre Donald Tump y Kim Jong-un que fue anunciado el jueves es, sin duda, "histórico".
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Después de todo, nunca antes un presidente de Estados Unidos en ejercicio se ha reunido con el líder de Corea del Norte y, técnicamente, los dos países están en guerra desde 1948.
Pero además el anuncio se produce justo cuando las relaciones entre ambas naciones atraviesan uno de sus momentos más bajos y cuando más realista parece la amenaza de una confrontación nuclear.
"El (significado de esto) casi puede ser comparable con el encuentro entre el presidente Nixon con el líder chino Mao, aunque en menor grado", le dijo Michael Madden, analista del Instituto Coreano-estadounidense de la Universidad Johns Hopkins, a la BBC.
Alexandra Bell, del Centro para el Control de Armamento y No-Proliferación, recomienda sin embargo aproximarse a la noticia con "optimismo cauteloso".
Y esa también parece ser la posición de la mayoría de observadores y expertos en el tema.
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Intentos fallidos
Para empezar, no hay que olvidar que en el pasado Corea del Norte ya se ha retirado en el último minuto de reuniones previamente acordadas con altos funcionarios estadounidenses.
Según Washington, eso fue precisamente lo que hizo la hermana de Kim Yong-un durante las recién concluidas olimpiadas de invierno de PyeonChang, donde Kim Yo-jong supuestamente se iba reunirse con el vicepresidente estadounidense Mike Pence.
Sin embargo, como sugiere el director del Programa de No-proliferación en Asia Oriental del Instituto Middlebury de Estudios internacionales, Jeffrey Lewis, una reunión con un presidente estadounidense es una oportunidad que Corea del Norte difícilmente querrá dejar pasar.
"Corea del Norte ha estado buscando una cumbre con un presidente estadounidense por más de 20 años", escribió Lewis en su cuenta de Twitter.
"Ha sido literalmente uno de los principales objetivos de política exterior de Pyongyang desde que Kim Jong-il invitó a Bill Clinton", agregó.
De hecho, según varios reportes, una reunión entre ambos mandatarios estuvo muy cerca de producirse en el año 2000.
"Pero los arreglos necesarios no se habían concluido cuando (Clinton) dejó la Casa Blanca en enero de 2001", afirma el diario británico The Guardian.
La revista Time, por su parte, asegura que Obama también consideró la posibilidad de un encuentro.
"Pero (Obama) nunca se convenció de que Corea del Norte fuera a cumplir sus condiciones o que estuviera sinceramente dispuesta a renunciar a sus armas nucleares", sostiene la publicación.
Promesas incumplidas
Eso, sin embargo, no parece importarle a Trump, quien siempre se ha preciado de sus dotes de negociador.
Y el presidente estadounidense también destacó que Kim Jong-un se había comprometido a no seguir realizando pruebas con misiles y había dicho estar dispuesto a hablar de desnuclearización.
En 2012, sin embargo, los esfuerzos por reiniciar conversaciones de alto nivel fracasaron por el lanzamiento de un misil norcoreano, justo dos semanas después del anuncio de un acuerdo con EE.UU. que había prometido ayuda alimentaria a cambio de un moratorio en las pruebas con misiles.
Y la historia de las negociaciones con Corea del Norte ha estado plagada de episodios similares, en los que Pyongyang ha hecho algunas concesiones a cambio de un ablandamiento de las sanciones internacionales en su contra, para luego retomar su programa nuclear.
Eso tal vez explica por qué la reunión entre Trump y Kim está siendo planeada para dentro de solo dos meses (y también por qué el mandatario estadounidense ha dicho que las sanciones se mantendrán).
Pero la cautela que recomiendan los expertos no se refiere tanto a la posibilidad de que la reunión nunca se materialice -algo que no se puede descartar, dada la naturaleza impulsiva y explosiva de Trump y Kim- sino con lo que el encuentro pueda lograr.
"Optimismo cauteloso"
El exembajador británico en Corea del Norte, John Everard, le dijo a la BBC que era imposible no sospechar que Kim podía tratar de jugársela a Trump, para tratar de "que diga en la mesa las cosas que Corea del Norte ha estado pidiendo durante mucho tiempo".
Según Everard, esas cosas podrían incluir un tratado de paz que finalmente le ponga fin a la Guerra de Corea, así como la promesa de que una desnuclearización de Corea del Norte llevaría a EE.UU. a retirar sus tropas de Corea del Sur.
Mientras, el profesor de la Universidad Tufts, Lee Sung-yoon, cree que Kim simplemente está repitiendo viejas promesas para tratar de reducir las sanciones, prevenir un ataque preventivo por parte de EE.UU. "y condicionar al mundo para que se acepte a Corea del Norte como un estado nuclear legítimo".
Pero también es posible que Trump efectivamente logre en la mesa de negociaciones lo que nadie ha logrado hasta ahora, y reduzca así significativamente la tensión en la península coreana así como la amenaza de una guerra nuclear.
No en balde, la corresponsal de la BBC en Seúl, Laura Bicker, ha calificado al anunciado encuentro como "la apuesta del siglo".
"No tenemos muchas razones para confiar en Kim, pero también queremos evitar un conflicto desastroso, así que debemos ver esta oferta con un optimismo cauteloso y tener objetivos realistas en el corto plazo", fue el resumen de la situación que hizo Alexandra Bell para The Guardian.
"La oferta (norcoreana) es más de lo que cualquiera esperaba o podía imaginar y no voy a negar que parece un poquito demasiado buena para ser verdad, pero es una oferta que vale la pena seguir con cuidado y con cautela", concluyó.
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