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Gonzalo Alonso, primer director de Google para América Latina: "El talento es escaso en Latinoamérica, y si no lo tenemos de nada sirve generar dinero"

El especialista en transformación digital le dijo a BBC Mundo que Latinoamérica necesita cerrar su brecha digital. Pero también aseguró que, para ello, debe fijarse en "otros modelos que no necesariamente están en el Norte de América".

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El mexicano Gonzalo Alonso comenzó sus andanzas en el mundo de las tecnologías de la información hace casi dos décadas, cuando internet apenas acababa de aterrizar en América Latina.

Fue el primer director general de Google para la región (2005-2009) y lideró equipos para otros gigantes del sector, como Microsoft —estuvo a cargo del lanzamiento de Internet Explorer— o la argentina Mercado Libre, antes de involucrarse de lleno en el mundo del emprendimiento.

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En 2014, fundó ClowderTank, "la primera consultora especializada en transformación digital en Latinoamérica".

Ahora se dedica a viajar dando conferencias sobre esa transformación digital, de la que se ha vuelto un embajador.

Entre viaje y viaje, BBC Mundo conversó con él.


Dices que la transformación digital ha hecho que las empresas se enfrenten a nuevos retos y que América Latina debería tenerla más en cuenta. ¿Qué significa para ti esa transformación digital y cómo la podemos aprovechar?

La transformación es el estudio del cambio. Y cuando es digital, lo que quiere decir para mí, en términos prácticos, es que estamos incluyendo por una parte tecnología y por otra parte la velocidad de los negocios, que se han movido a un ritmo nunca visto en la historia de la humanidad.

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En una empresa, la transformación digital me gusta describirla como el estudio del cambio con base en tres factores: el modelo de negocio como se conocía o usaba hasta ese momento, el talento —que para mí es la pieza clave— y la tecnología.

Es decir, ¿cómo uso la tecnología en pos de ese talento y de ese nuevo modelo de negocio para tener la oportunidad de crecer exponencialmente?

Si tienes una empresa y sientes que te podría ir mucho mejor de lo que te está yendo, la transformación digital debería de ayudarte a mejorar tu modelo de negocio y a contratar mejor talento.

¿Quieres decir con eso que no se está contratando al personal adecuado?

El talento es escaso en Latinoamérica. Y si no tenemos el talento, de nada sirve generar dinero. Las Universidades y las escuelas no están todavía, en su gran mayoría, apuntando a los programas educativos que se requieren en el futuro de esa transformación digital.

Por lo tanto, cuando aparecen las oportunidades en países como México, ese dinero no se alcanza a distribuir porque nunca se encontró el talento adecuado para poder hacerlo o porque el dinero acaba en manos de los que siempre han gozado de esos privilegios e incentivos.

Es una necesidad endémica de la región. No podemos seguir importando talento. El talento existe aquí de manera bruta, pero necesitamos pulirlo.

¿Podríamos decir que es un problema de educación y corrupción?

Así es, estoy completamente de acuerdo con esa afirmación.

Eso no quiere decir que sea pesimista ante el futuro de la región, al revés, creo que hay una oportunidad muy grande… siempre y cuando empecemos por reconocer la tarea que tenemos que hacer.

Y esos son los dos puntos (educación y corrupción) que están presionando a que no tengamos los resultados que deberíamos tener con ese mismo dinero que se genera para incentivar ese cambio.

Tu empresa ClowderTank se define como una plataforma que "ayuda a las empresas latinoamericanas a identificar y cerrar las brechas entre dónde están y dónde tienen que estar". ¿Dónde sitúas esa brecha dentro del continente?

La transformación digital se ha dado en todo el mundo y en todos los niveles, en lo profesional y en lo personal. No deja de impresionarme a diario. Es como un regalo que hace que me siga sorprendiendo por la vida. Ocurre en todas las ciudades, hasta en donde creemos que no va a ser posible.

Pero existe una brecha: hay millones de personas que no comparten esa realidad hiperconectada.

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Esa brecha es prácticamente mucho más grande en Latinoamérica que en otras partes del mundo… y es menor que en otros.

¿Y con qué otra región del mundo menos avanzada se podría comparar?

La comparación con África me parece justa: estamos más avanzados en transformación digital que África, sin lugar a dudas, hay muchísimos factores que nos lo indican, como la inversión en emprendimiento.

Si sumamos toda la inversión en emprendimiento, tanto de empresas como de gobiernos, en América Latina, tenemos más de US$20.000 millones, según un estudio de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.

Si te pones a pensarlo, es una buena cantidad de dinero. Sin embargo, no se está invirtiendo en cosas como cerrar la brecha digital.

Sí que se expresa esa cifra en la cantidad de emprendimientos nuevos y en algunos avances en ciertos países de algunos procesos gubernamentales, como es el caso de la factura electrónica en México.

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Pero, en términos generales, no vemos que esos US$20.000 millones impacten de manera frontal en ir cerrando esa brecha. Y tampoco son tanto para lo que necesita la región.

Esa es una realidad que tenemos que enfrentar en América Latina.

¿Por qué no se ha hecho nada hasta ahora?

El fenómeno para Latinoamérica es muy reciente; lo es cualquier fenómeno de esta magnitud que apenas tenga 10 ó 15 años. Apenas estamos viendo la punta del iceberg de lo que está pasando.

Pero algunos de los factores que realmente no ayudan en Latinoamérica son políticas en cada uno de los diferentes países de la región que hacen que se disperse esa inversión.

Las diferencias de pensamiento de nuestros gobiernos son abismales y no podemos negar que tenemos gobiernos muy encontrados en Latinoamérica y muy poco democráticos. Y eso tampoco ayuda. No genera un buen caldo de cultivo para todo lo que se necesita en la era digital.

Un ejemplo muy puntal es la misma factura electrónica. Muchos países latinoamericanos están empezando —México tiene tres años, Colombia va para un año y medio, Brasil para un año y en Argentina y en Chile se está empezando a debatir su implementación— sin embargo, analizándolo en detalle, la metodología es diferente en cada país.

Vamos a tener los mismos problemas en cosas como importación y exportación o en pagos internacionales por esa fracturación completa del sistema.

Apenas acabamos de comenzar a estudiar ese fenómeno. Es fácil simplificarlo y obviar lo terriblemente compleja que es nuestra región.

¿En qué otros aspectos se refleja esa ruptura?

Cuando miro en cada país el porcentaje de Producto Interno Bruto (PIB) que se invierte en tecnología, observo que es muy bajo. En algunos países no alcanza al 3% de la inversión total.

Por un lado, podríamos pensar: "¡Caramba, qué mal estamos!". Pero, por otro lado, es una oportunidad latinoamericana de transformación digital. Es gigante.

No es que se nos haya ido el tren, ¡es que se nos está yendo! Hay pequeños puntos que intentan ser algo pero que, la verdad, ninguno está haciendo un cambio sensible en el ecosistema digital de la región.

Y lo vemos cuando hablamos de la velocidad a la que se está moviendo este fenómeno y cómo Latinoamérica no reacciona para cerrar esta brecha digital.

Podríamos estar perdiendo la oportunidad para ponernos al día tecnológicamente en talento, en educación, en modelo de negocio y poder competir con el resto del mundo como Latinoamérica lo merece.

Para avanzar, a veces es necesario tener un buen referente. ¿Cuál es el mejor ejemplo a seguir para América Latina?

Estonia es un buen ejemplo. Es un país mucho más pequeño, pero mucho más enfocado a solucionarlo de manera muy efectiva.

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Piensa de dónde han salido las tres o cuatro empresas que están cambiando nuestro mundo en los últimos diez años. Algunas son de Silicon Valley. Pero Silicon Valley no es, no por mucho, el modelo que Latinoamérica debe de seguir.

¿Por qué piensas que Silicon Valley no es un buen modelo?

De entrada, cuando miras los datos de capital de riesgo invertido con la cantidad de empresas, parece que el modelo "exacto" de Silicon Valley empieza a desgastarse muy rápidamente.

El radio de éxito, cuando menos en Latinoamérica, es muy bajo en comparación con las empresas que son invertidas hasta que se consolidan; es muy pobre en la región.

Eso es un signo muy claro de que Silicon Valley no es el modelo a seguir para innovar en Latinoamérica y en el mundo hispano. Lo sigo como una autocrítica para mirar otros modelos, como el de Estonia.

Creo que es un buen momento para alzar la cara y mirar otros modelos que no necesariamente están en el Norte de América.

Si Latinoamérica juega sus fortalezas para ponernos de acuerdo en las cosas más básicas que transformar la región y empoderamos a los ciudadanos con verdaderas posibilidades de cambio y evolución, entonces creo que vamos a estar todos en un lugar mucho mejor del que estamos hoy y del que podríamos estar si seguimos por el mismo camino.


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