Ha pasado más de un año y medio desde que la mayoría de británicos votó a favor de abandonar la Unión Europea y casi 11 meses desde que Downing Street le notificó la decisión a Bruselas.
Y esta es una semana clave para saber cómo van avanzar en ese tema.
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Este miércoles, el jefe negociador para el Brexit por parte de la Unión Europea, Michel Barnier, presentó el borrador de su propuesta para el divorcio con Reino Unido que contempla mantener el territorio británico de Irlanda del Norte dentro del mercado único y a unión aduanera del bloque para evitar una frontera física con Irlanda, miembro de la UE.
Bruselas afirma que el plan solo entraría en vigencia si no se puede encontrar otra solución al problema fronterizo, pero el borrador ya fue rechazado por la primera ministra británica, Theresa May.
"La propuesta (…) quebrantaría el mercado común británico y amenazaría la integridad constitucional de Reino Unido", señaló May sobre la posibilidad de que la frontera comercial quedara delineada en el mar de Irlanda, que separa Irlanda del Norte de Gran Bretaña.
Esta controversia es solo un ejemplo más de la incertidumbre que rodea el Brexit y la manera en la que se llevará a cabo.
Ello se debe en parte a que tanto los términos de la salida de Reino Unido de la UE como la forma que tomará la nueva relación entre los futuros antiguos socios son objeto de una compleja negociación que está lejos de haber concluido.
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Pero el problema más grande tal vez sea que el mismo Reino Unido todavía no parece saber qué tipo de Brexit quiere.
De hecho, en el país todavía hay grupos que están tratando de revertir la decisión y no renuncian a la idea de un segundo referendo.
Pero, en principio, la salida británica del bloque comunitario ya tiene fecha y hora: las 11:00 de la noche británica del viernes 29 de marzo de 2019.
Eso significa que la mayoría de los políticos electos está concentrando sus energías en tratar de definir la forma de la futura relación, con la división entre el "No" y el "Sí" del referendo dando paso a un enfrentamiento entre la poción "suave" y la "dura", soft y hard Brexit.
Y el mismo gabinete de gobierno está dividido entre aquellos a los que les gustaría un "Brexit suave" -en el que Reino Unido mantendría parte del statu quo a cambio de conservar algunos de los beneficios de su actual relación con la UE, especialmente en materia económica- y quienes proponen un "Brexit duro".
Estos últimos no están dispuestos a hacer concesiones en temas como la libre circulación de las personas -incluso a costa de ver perjudicado el acceso de los productos británicos al mercado comunitario- y también se han declarado en contra de una unión aduanera que obligue a mantener normativas europeas.
Algunos han llegado incluso a advertir sobre los riesgos de un Brino, es decir, de un "Brexit solo de nombre" (Brexit in name only), advirtiendo que cualquier acuerdo que no se traduzca en una ruptura clara con la UE sería una traición a la voluntad del pueblo.
En el referendo de junio de 2016, un 51,9% de los británicos votó por abandonar la UE y un 48,1% por permanecer en ella. Esta segunda opción fue mayoritaria en Escocia e Irlanda del Norte, además de entre la población más joven.
"Divergencia administrada"
Por lo pronto, la primera ministra, Theresa May, organizó la semana pasada una reunión con sus principales ministros en su residencia campestre de Chequers para tratar de alcanzar una posición unificada dentro del gobierno.
Y al final de la reunión estos dijeron haber alcanzado un consenso general sobre la posición de Reino Unido durante la próxima ronda de negociaciones con los negociadores europeos, en la que empezará a abordarse la futura relación entre ambas partes.
Los detalles de este acuerdo solamente se harán públicos esta semana durante un discurso que May tiene previsto para el viernes, pero las diferentes filtraciones han coincidido en el uso del concepto de "divergencia administrada".
Esto básicamente significa que Reino Unido aspira a mantener una relación muy cercana con la UE en ciertos temas, pero en sus propios términos.
Pero hay indicios de que no todos en el gabinete interpretan el concepto -y lo que significa- de la misma manera.
Según la editora de temas políticos de la BBC, Laura Kuenssberg, los proponentes del "Brexit duro" salieron de la reunión de Chequers asegurando que "la divergencia había ganado".
Es decir, que Reino Unido va a presionar por un "reconocimiento mutuo" con la UE en materia de bienes, lo que implicaría que no habría que seguir las reglas comunitarias a pie juntillas y para siempre.
Mientras que los defensores del "Brexit suave" destacaron "la cada vez mayor conciencia" de que miles de empleos dependen de que Reino Unido siga las reglas de la UE en sectores claves "voluntariamente", una posición que describieron como "Brexit pragmático".
Choque con la realidad
En cualquier caso, el presidente de la Comisión Europea, Donald Tusk, ya calificó la supuesta postura británica de "simple ilusión", lo que sugiere que la forma final del acuerdo podría no parecerse en nada a lo que el gobierno británico quiere.
"Si los reportes periodísticos son correctos, me temo que la posición de Reino Unido, hoy, está basada en una simple ilusión", dijo Tusk el viernes pasado en una conferencia de prensa.
Y luego volvió a rechazar categóricamente -como ya había hecho otras veces- cualquier noción de que Reino Unido vaya a poder elegir selectivamente aspectos de su futura relación con la UE o unirse a un "mercado único a la carta".
La UE ha dicho desde el inicio que uno de sus principios fundamentales es la integridad del mercado único y que la libre circulación de bienes es inseparable de otras libertades: el libre movimiento de personas, de servicios y de capitales.
Por eso, como explica la periodista Laura Kuenssberg, el que la primera ministra parezca finalmente lista para decir qué es lo que Reino Unido espera de la negociación, no significa que eso es lo que vaya a obtener.
Además, el choque con la realidad de la mesa de negociación de los actuales planes británicos no es lo único que podría volver a cambiar las cosas y terminar llevando al Brexit por un camino diferente.
Efectivamente, el principal partido de oposición -el laborista- se declaró oficialmente este lunes a favor de una unión aduanera con la UE, una de las demandas claves de los proponentes del "Brexit suave" que sin embargo ha sido descartada por el gobierno.
Y como recuerda el corresponsal para temas políticos de la BBC, Ben Wright, el parlamento británico todavía tiene un importante rol que jugar en la negociación, especialmente porque los conservadores de May no tienen mayoría.
"Claramente hay varios diputados conservadores que coinciden con los laboristas en que debe de haber una unión aduanera después del Brexit", afirma Wright.
Y, según el corresponsal, eso significa que si el partido Laborista propone una enmienda pidiendo la creación de una unión aduanera, el gobierno de May se podría ver obligado a cambiar de posición.
En otras palabras, todavía estamos lejos de saber cómo será el Brexit, a pesar de que las manecillas del reloj siguen avanzando inexorablemente hacia su fecha.
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