En el año 1998, Mónica Lewinsky se convirtió en una de las personas más famosas del mundo. Traumáticamente famosa, para ser justos.
Fue cuando se supo que la joven, que dos años antes había trabajado como becaria en la Casa Blanca, había tenido una relación íntima con el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
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El escándalo estuvo a punto de dar al traste con el gobierno del mandatario demócrata, quien fue sometido a un duro proceso de impeachment en el Congreso que, aunque no derivó en su destitución, marcó su legado.
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Después de haber negado inicialmente que hubieran mantenido relaciones sexuales, Clinton reconoció haber tenido un "contacto físico íntimo inapropiado" con la exbecaria, lo que dio pie a sus rivales republicanos en el Congreso para tratar de sacarlo del poder.
Durante casi dos años, la agenda informativa de los medios en Estados Unidos y en muchas partes del mundo estuvo copada con noticias del llamado "caso Lewinsky".
Lo ocurrido tuvo también importantes consecuencias para ella.
"Fui diagnosticada hace varios años con síndrome de estrés post-traumático, fundamentalmente por el sufrimiento de haber sido entonces públicamente excluida y aislada. El recorrido de mi trauma ha sido largo, arduo, doloroso y costos. Y no ha terminado", reveló Lewinsky, quien ahora tiene 44 años, en un artículo publicado en la revista Vanity Fair.
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En el texto, ella se refiere a la relación con el mandatario como "un gran abuso de poder" por parte de él y cuestiona -aunque sin rechazar de plano- la versión de los hechos que ella misma había ofrecido en un texto anterior publicado por Vanity Fair en 2014, en el que se refería a una relación "consensuada".
Ahora, Lewinsky señala que en aquella época ella tenía "una comprensión limitada de las consecuencias" y apunta hacia las "amplias diferencias de poder" que existían entre los dos.
Dinámicas
"¿Cuál es la definición del diccionario sobre ’consensuado’? Dar permiso para que algo ocurra. Y, sin embargo, ¿qué significaba ese ’algo’ en este contexto, dadas las dinámicas de poder, su posición y mi edad? (…). Él era mi jefe. Era el hombre más poderoso del planeta. Era 27 años mayor que yo, con suficiente experiencia para saber qué era lo mejor", escribe Lewinsky en su artículo.
Pero, ¿qué ha cambiado para que la exbecaria modifique su visión sobre lo ocurrido?
El caso Harvey Weinstein y los movimientos #MeToo (Yo también) y Time’s Up (el tiempo de acabó), a través de los cuales un sinnúmero de mujeres destacadas en distintos ámbitos han estado manifestándose en contra del acoso y del abuso sexual.
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Lewinsky reveló que lloró cuando una de las líderes de #MeToo la contactó y mostró compasión por el hecho de que ella hubiera estado "tan sola" en la época del escándalo Clinton.
"El aislamiento es una herramienta tan poderosa para quien subyuga. Y, no obstante, no creo que yo me hubiera sentido tan aislada si esto ocurriera hoy", escribe en su texto.
"Parte de lo que me ha permitido cambiar es saber que ya no sigo estando sola. Y estoy agradecida por ello", señala.
"Tengo —tenemos— una enorme deuda de gratitud con las heroínas de #MeToo y Time’s Up.
"Ellas están hablando duro en contra de las perniciosas conspiraciones de silencio que durante mucho tiempo han protegido a hombres poderosos cuando se trata de agresiones y acosos sexuales y abuso de poder", señala Lewinsky, quien asegura que se encuentra en pleno proceso de reevaluación de la experiencia que vivió.
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