Al mediodía del domingo, las puertas de uno de los lugares más sagrados de los cristianos fueron cerradas.
La Basílica del Santo Sepulcro, en el este de Jerusalén, dejó de recibir "hasta nuevo aviso" a los miles de fieles que llegan todos los días procedentes de todo el mundo.
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"Nos dijeron que es por una cuestión política. Rompe el corazón que ocurra en un lugar tan santo", dijo a la agencia AFP Aleana Doughty, una visitante que llegó a Tierra Santa con un grupo de fieles de Estados Unidos.
Los cristianos, de diversas religiones, consideran a ese templo un lugar sagrado pues creen que ahí Jesucristo murió, fue sepultado y resucitó.
El cierre del templo, algo que no ocurría en décadas, es parte de una protesta conjunta de la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa Griega y la Iglesia Armenia contra las autoridades civiles.
Rechazan dos movimientos legales que afectarían su patrimonio.
Uno es la disposición fiscal del gobierno de Jerusalén dispone que las Iglesias -de cualquier religión- deben pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles del que históricamente han estado exentas.
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También rechazan un proyecto de ley impulsado por el gobierno de Israel que permitiría expropiar terrenos de las iglesias que son arrendados a compañías privadas.
Esto ha sido calificado por el liderazgo católico, ortodoxo griego y armenio como "un ataque contra la presencia cristiana en Tierra Santa".
"Nos recuerda todas las leyes de naturaleza similar que se promulgaron contra los judíos durante un período oscuro en Europa", dijeron en una declaración conjunta en la puerta de la Basílica del Santo Sepulcro.
Impuestos a los negocios
Además de la Basílica del Santo Sepulcro, los otros templos cristianos y el de la Iglesia Luterana del Redentor también permanecieron cerrados este lunes a modo de protesta.
Los fieles fueron informados que la reapertura dependería de las conversaciones entre los líderes cristianos y las autoridades israelíes, lo que dejó decepcionados a peregrinos y turistas.
Michael Vanagakshi dijo a AFP que había prometido llevar a su madre algo de la iglesia y hacer una oración, pero ahora le será imposible: "Es tonto que no puedan solucionar esto", agregó.
El gobierno de Jerusalén aseguró que los temores que manifiestan los líderes religiosos son infundados, además de que el cobro de impuestos es aplicable todas las religiones.
El alcalde de la ciudad, Nir Barkat, explicó la Iglesia del Santo Sepulcro y todos demás templos religiosos y centros de enseñanza están exentos.
Las nuevas disposiciones fiscales solo afectan a establecimientos como "hoteles, salones y negocios" que son manejados por las Iglesias.
Aseguró que Jerusalén tiene un agujero de 650 millones de shekels (US$186 millones) en impuestos no recaudados de las propiedades de las iglesias.
Sin embargo, los líderes religiosos cristianos consideraron que esta carga impositiva afectaría sus campañas de beneficencia que obtienen financiamiento a través del manejo de establecimientos comerciales.
Las tierras del clero
La otra medida que genera temor entre los jerarcas cristianos es la propuesta de ley, respaldada por el gobierno israelí, que permitiría la expropiación de terrenos que las iglesias arriendan a inmobiliarias privadas.
Las autoridades buscan proteger a las personas que ocupan viviendas que fueron edificadas sobre terrenos de las Iglesias ante la posibilidad de que compañías privadas no extiendan sus arrendamientos.
Las propiedades pasarían a manos del Estado y las iglesias recibirían una compensación, pero los jerarcas cristianos consideran que es un golpe para una fuente clave de ingresos.
La Iglesia Ortodoxa Griega es una de las principales propietarias de tierras en el este de Jerusalén. El Knesset, el Parlamento israelí, está construido en un terreno arrendado por 99 años y perteneciente al Patriarcado ortodoxo griego.
Las ventas que ha hecho el Patriarcado recientemente han sido criticadas por israelíes y palestinos.
Los palestinos temen que las ventas favorezcan la construcción de asentamientos israelíes en sus territorios, mientras que los israelíes están preocupados por la incertidumbre que genera la falta de control sobre esos asentamientos.
Pospuesto
Ante la protesta, este lunes fue pospuesto la discusión del proyecto de ley por una semana.
Rachel Azaria, la promoverte de la ley, dijo a la BBC: "Entiendo que la Iglesia está bajo presión, pero sus tierras seguirán siendo de ellos, nadie tiene interés en tocarlas".
"Mi proyecto de ley trata de lo que sucede cuando el derecho sobre la tierra se vende a un tercero", añadió.
A pocas semanas de las celebraciones de Pascua, la preocupación crece sobre qué pasará en Tierra Santa.
"Mucha gente gasta mucho dinero para venir a ver el lugar más fundamental de su fe", dijo el sacerdote Kevin Peek a AFP.
"Así que, por supuesto, están decepcionados".
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