"La situación allí es lo más parecido al día del Juicio Final".
La descripción a un medio británico del subdirector de la organización humanitaria "Cascos Blancos" (White Helmets, en inglés) en Siria, Mounir Mustafá, da crédito a lo que ocurre en Guta Oriental, un suburbio de la capital controlado por rebeldes.
PUBLICIDAD
Después de dos días de intensos bombardeos por las fuerzas leales al gobierno de Bashar al Asad, al menos 250 personas murieron, entre ellos más de 50 niños, y más de 1.200 resultaron heridas, según un informe del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo de monitoreo con sede en Reino Unido.
La cifra de víctimas no se ha corroborado de forma independiente, aunque la ONU advirtió este martes que la situación allí es "una espiral fuera de control" y pidió a los dos bandos un alto al fuego para socorrer a los heridos.
Las imágenes que transmiten los medios dan cuenta de la actual situación: cadáveres de niños envueltos en bolsas, mujeres ensangrentadas, escombros y mucho llanto son la evidencia de la peor incursión aérea en esta zona desde 2013, cuando al menos 1.200 personas murieron por un ataque con armas químicas.
Y hace parte de una ofensiva que iniciaron las fuerzas de Al Asad a principios de este año para retomar el control de la zona, en medio del conflicto interno que ya alcanza su séptimo año.
El ejército sirio no ha comentado los informes sobre las muertes, aunque anunció que llevó a cabo "ataques de precisión" en las áreas desde donde se lanzaron los proyectiles.
PUBLICIDAD
Un vocero de la ONU informó que al menos seis hospitales habían sido bombardeados también en el área entre lunes y este martes.
Guta Oriental, una región agrícola de unos 400.000 habitantes, es el mayor reducto cerca de la capital Damasco que aún continúa bajo control de las fuerzas rebeldes.
Para muchos analistas, va en camino a convertirse en "un nuevo Alepo", debido a que está cercado por comandos leales a Al Asad.
"Este ha sido el peor ataque en un solo día que se ha visto en Siria en años. La gente está muy temerosa y cree que todo esto conducirá a un nuevo Alepo", señaló la corresponsal de la BBC en Medio Oriente, Lina Sinjab.
"Los ataques en Guta Oriental no sólo mataron a civiles, sino que atacaron sus principales fuentes de supervivencia: panaderías y bodegas donde se almacenaban alimentos", señaló.
El bombardeo también pone entonces en duda la idea acordada por los gobiernos de Moscú, Teherán, Damasco e incluso Ankara el pasado mes de mayo, de crear cuatro zonas para desescalar el conflicto interno, entre ellas la región de Guta Oriental.
La intención era crear espacios de cese el fuego para ir "pacificando" el país tras siete años de violentos enfrentamientos, que han dejado detrás unos 320.000 muertos y más de cinco millones de personas desplazadas.
Reducto opositor
Cuando en 2011 surgieron las protestas en contra del gobierno de Bashar al Asad, la región de Guta Oriental fue una de las primeras en unirse a la revuelta popular.
De inmediato se convirtió en un enclave fundamental para las fuerzas opositoras que intentaban derrocar al régimen.
Tradicionalmente ha sido una zona rural y agrícola, que queda a unos 15 kilómetros del centro de Damasco y está compuesta por cerca de 22 comunidades.
En 2013 fue el objetivo de uno de los peores ataques de la guerra civil siria: un bombardeo con gas sarín que mató a unas 1.200 personas, muchos de ellos niños y mujeres, y que fue ampliamente condenado por la comunidad internacional.
"La intención de Al Asad es vencer militarmente a los rebeldes, de tomar todas las zonas en su control, estén donde estén y sin negociar un acuerdo", le dijo a BBC Mundo Haid Haid, analista internacional sirio del centro de análisis Chatham House, con sede en Londres.
"Por eso lo que estamos viendo en Guta, con el apoyo de Rusia, es una campaña de ataques sostenidos que obliguen a la rendición de los insurgentes. Por eso no solo atacó a civiles, sino también a hospitales y centros de abastecimiento", agregó el experto.
En esto está de acuerdo la corresponsal de la BBC.
"No sólo acabaron con la vida de muchas personas, sino que los bombardeos también destrozaron las principales carreteras, lo que hizo imposible el movimiento de las ambulancias para aliviar a los heridos", explicó la corresponsal de la BBC.
"Y el número de muertos fue tan elevado porque los hospitales estaban destruidos", agregó.
"Es una masacre"
El violento bombardeo de este lunes sólo agravó una situación que es crítica desde hace más de seis meses.
A mediados de diciembre, el director de la Cruz Roja Internacional en Medio Oriente, Robert Mardini, señaló que las condiciones en esta zona de Siria se estaban dificultando.
"El sufrimiento en Guta Oriental ha alcanzado un punto crítico", dijo.
Y continuó deteriorándose desde entonces. Recién hace una semana la región pudo recibir su primer envío de ayuda humanitaria en tres meses.
El pasado mes de julio, las fuerzas de Al Asad lograron bloquear el principal punto de acceso de suministros a la zona, el paso de al Wafidin, lo que creó una emergencia humanitaria.
Por esa razón, el ataque aéreo de esta semana fue señalado por varios analistas no como un acto de guerra o un cerco militar, sino como una "masacre".
"Estamos delante de la masacre del siglo XXI. Si la masacre de los 90 fue Srebrenica y las de los años 80 fueron Sabra y Chatila, entonces la de Guta Oriental es la de este siglo", le dijo un doctor residente en la zona al diario The Guardian.
Por su parte, el coordinador de la ayuda humanitaria de la ONU en la región, Panos Moumtzis, le dijo a la BBC que era imperativo acabar con este "sufrimiento humano sin sentido".
"La única opción que tienen muchos residentes en la zona es refugiarse con sus hijos en los sótanos", anotó Moumtzis.
Divisiones internas y el papel de las potencias
Los daños del ataque aéreo fueron considerables, así como lo fue el número de víctimas fatales.
Pero la situación interna tampoco es sencilla. Guta Oriental está controlada por varios grupos rebeldes, pero principalmente por la facción islamista Jasih al Islam. Aunque también está presente allí la alianza de Hayat Tahrir al Sham, que está compuesta de viejos aliados de al Qaeda en Siria.
Amnistía Internacional ha denunciado que dentro del enclave hay presencia de varias organizaciones islamistas que suman entre 30.000 y 40.000 insurgentes rebeldes y que han cometido serios abusos en contra de la población civil, según señala la organización.
El canciller ruso Sergei Lavrov desestimó el diagnóstico de los organismos de socorro, al señalar que los problemas humanitarios "estaban siendo inflados en la ONU".
"La única solución podría ser que algún organismo internacional le ponga presión a Al Asad por la muerte indiscriminada de civiles, la crisis humanitaria y los crímenes que se están cometiendo allí", concluyó Haid.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.