Israel no perdía un avión de combate en acción desde 1982, por lo que el incidente hizo saltar todas las alarmas.
El derribo el pasado sábado de un caza F-16 israelí por la artillería antiaérea de las fuerzas sirias leales al presidente Bashar al Assad ha sido interpretado como un paso más en la preocupante escalada bélica entre Israel e Irán, su gran rival, aliada del gobierno sirio.
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Según la versión de las autoridades israelíes, el avión fue interceptado cuando regresaba de una misión de respuesta a la incursión en espacio aéreo israelí de un dron iraní operado desde la vecina Siria.
Teherán negó las acusaciones y acusa a Israel de violar la soberanía siria con sus constantes operaciones aéreas.
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El episodio ha puesto de manifiesto el creciente esfuerzo de la poderosa maquinaria militar israelí por contrarrestar el peso iraní en Siria, un esfuerzo que normalmente el ejército israelí prefiere mantener en secreto.
Aunque, de acuerdo con diversas informaciones, Siria no es el único frente en el que Israel, rodeado de países y grupos armados musulmanes a los que está enfrentado, libra lo que entiende como una batalla por su seguridad.
Hoy son tres las zonas prioritarias de preocupación para los estrategas de las Fuerzas de Defensa, como Israel denomina a sus fuerzas armadas.
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Siria
La caída del F-16 llevó a los titulares algo que se sospechaba hace tiempo: que Israel no observa de brazos cruzados lo que ocurre en el cada vez más envenenado avispero sirio.
"Aviones israelíes han estado operando sobre Siria constantemente en los últimos años", señala Jonathan Marcus, corresponsal en asuntos de seguridad y defensa de la BBC.
"Israel ve con gran alarma cómo están saliendo las cosas en la guerra civil siria".
La ayuda rusa e iraní, unida al desinterés de Estados Unidos, que ha evitado implicarse a fondo en el conflicto y se ha centrado en la lucha contra Estado Islámico, han permitido apuntalar a Al Assad en el poder.
Pero no es eso lo que más inquieta al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y sus asesores.
David Makovsky, analista del Washington Institute for Near East Policy, le dijo a BBC Mundo que "Teherán se ha aprovechado de la guerra para crear una estructura militar permanente en Siria".
El pasado 11 de febrero, el general Yoel Strick, jefe del Mando Norte del ejército israelí, advirtió de las intenciones iraníes.
"No lo permitiremos", prometió.
Esa estructura incluye la apertura de rutas y el envío de equipos y armamento para sostener a diversas milicias chiitas patrocinadas por Teherán.
Entre ellas está Hezbolá (el Partido de Dios, en español), otra de las bestias negras de Israel.
Ambos se han enzarzado en diferentes oleadas de enfrentamientos de baja intensidad y en 2006 en una guerra abierta que obligó a prolongar la misión de paz de Naciones Unidas en la frontera entre Israel y el Líbano, la FPNUL (Fuerza Provisional de Naciones Unidas para el Líbano).
"El propósito de las operaciones israelíes ha sido interferir en los envíos de armas iraníes a Hezbolá a través de Siria", explica Marcus.
Los siete años de implicación en la lucha siria le han costado a Hezbolá muchas bajas, pero, en palabras de Marcus, también "le han dado mucha experiencia en la guerra convencional".
Ahora podría ser un enemigo capaz de ir más allá de las acciones de guerrilla y plantar cara en operaciones más ambiciosas.
Los consejos de los mandos de la Guardia Revolucionaria, el cuerpo militar de élite iraní, y los misiles de largo alcance que se sospecha que le habría suministrado Irán han hecho a Hezbolá más fuerte.
El pasado mes de septiembre, Damasco informó que aviones de combate israelíes atacaron un centro de investigación militar en la localidad de Masyaf en el que, de acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, trabajaban experto iraníes.
Es una de las incursiones de las que se tuvo noticia. De otras muchas, dicen los expertos, no se sabe nada.
No está claro si la estrategia de ataques desde el aire le está dando resultado a Israel, ni tampoco su alcance.
Lo que nadie duda es que hay un elemento que los estrategas israelíes no pueden ignorar: Rusia.
El columnista Anshel Pfeffer escribió en el diario israelí Haaretz que "aunque Rusia no está interceptando a los aviones israelíes pese a su control del espacio aéreo sirio, tampoco detendrá los intentos de las fuerzas de Al Assad de abatirlos".
Es posible que no transcurran otros 36 años antes de que otro caza hebreo sea derribado en acción.
Pfeffer cree que a "Israel no le queda otra elección que aceptar las reglas de Moscú".
Líbano, ¿la próxima gran guerra?
Al final de las rutas de transporte de armamento que atraviesan Siria está el Líbano, la cuna y bastión de Hezbolá.
Allí atesora un poderoso arsenal que acrecentó en los últimos años.
"Hezbolá tiene 100.000 cohetes en el Líbano" estima Makovsky.
"Se teme que Irán les haya entregado algunos de largo alcance y alta precisión", apunta Marcus.
Es una de las razones por las que el analista cree que el Líbano ha sido también objetivo de acciones selectivas de las fuerzas israelíes.
Aunque el gobierno israelí nunca lo ha confirmado.
En enero de 2015, un militar español miembro de la FPNUL murió por un proyectil lanzado por fuerzas israelíes que intercambiaban fuego con posiciones de Hezbolá.
Marcus afirma que "Israel tiene un gran problema estratégico en su frontera norte".
"Hay una gran preocupación por todos esos misiles y la gran capacidad de Hezbolá en el sur del Líbano".
Israel teme que la lluvia de cohetes con la que se ha sido atacado en enfrentamientos anteriores por sus enemigos pueda convertirse ahora en un ataque masivo con misiles de mayor envergadura y poder destructor.
El experto cree que "es de temer una intervención a gran escala de Israel en Líbano para erradicar esta amenaza".
Esto supondría el estallido de un nuevo gran conflicto en la región.
"Es muy probable, porque tal campo de armas al otro lado de la frontera no es algo que el gobierno israelí vaya a tolerar para siempre".
El Líbano ya fue en el pasado escenario de intervenciones militares israelíes y uno de los lugares más castigados por la violencia derivada del largo pulso que mantiene con los países árabes.
Pero Marcus cree que "una guerra ahora sería muy diferente a las anteriores y no está claro quien pudiera proclamarse victorioso".
"Gran parte del armamento de Hezbolá se oculta bajo tierra en aldeas, por lo que destruirlo requeriría el precio de muchas bajas entre la población civil y entre las tropas israelíes que habría que desplegar sobre el terreno"
El Sinaí, la lucha en la sombra de Egipto
El tercer frente queda al sur y de él tampoco hay confirmación oficial.
The New York Times informó recientemente, citando fuentes estadounidenses, que la fuerza aérea israelí lleva a cabo desde hace más de dos años ataques aéreos encubiertos sobre los grupos yihadistas que operan en la Península del Sinaí, en Egipto.
El ejército egipcio lucha contra estos grupos y el gobierno de Abdel Fattah El Sisi habría pedido la colaboración hebrea.
Según The New York Times, las aeronaves israelíes que participan en estas operaciones lo hacen desprovistas de sus distintivos nacionales, como la estrella de David, y siguen las rutas habituales de la aviación egipcia para dar la impresión de que pertenecen a ella.
Marcus afirma que "está claro que ha habido numerosos ataques y bombardeos, con aviones y drones, en la Península del Sinaí que no han sido obra de las fuerzas egipcias, aunque la fuerza aérea egipcia haya participado de alguna manera".
La razón de la colaboración con Egipto, en el pasado la gran potencia árabe opuesta a Israel, es que "ambos comparten un problema de seguridad común muy claro en el Sinaí, donde operan grupos vinculados o apoyados por elementos yihadistas".
Allí opera, entre otros, el grupo conocido como Provincia Sinaí (Wilayat Sinai, en árabe), que en noviembre de 2014 declaró su lealtad a Estado Islámico.
La zona, una vasta extensión desértica muy deprimida, ha sido el escenario de sangrientos atentados.
En 2015 una bomba estalló en un avión ruso de pasajeros que había despegado de la ciudad de Sharm el Sheikh con 224 pasajeros a bordo sin dejar sobrevivientes.
En 2017, más de 300 fieles murieron en el ataque a una mezquita sufí.
El Sinaí es una zona de interés para la seguridad israelí por su conexión con la Franja de Gaza, territorio controlado por el movimiento de resistencia palestino Hamás.
La colaboración de las autoridades egipcias ha permitido en los últimos años poner freno al tránsito de armas y militantes que discurría por la red de túneles excavados por la insurgencia entre el Sinaí y Gaza.
El Cairo ha declarado al Sinaí área de seguridad militar y ha vetado el acceso de periodistas a la zona.
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