FSB. Estas tres letras son familiares no solo para los fanáticos de los thrillers de espionaje. Han llegado a simbolizar el control que tiene el presidente Vladimir Putin sobre el poder en Rusia.
La sigilosa agencia de seguridad rusa ha ganado notoriedad por sus operaciones de inteligencia y contraterrorismo.
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Con raíces en la KGB (el Comité para la Seguridad del Estado soviético), denuncias de asesinatos autorizados por el Estado y lazos cercanos con Putin, enfrenta cuestiones sobre su verdadera naturaleza y ambiciones.
Contraterrorismo y contraespionaje
El Servicio Federal de Seguridad (FSB, por su sigla en ruso) se creó en 1995 y tiene la tarea de abordar las posibles amenazas contra el Estado.
Putin dirigió la agencia antes de llegar al poder.
Este organismo coopera con fuerzas policiales extranjeras en la lucha contra el yihadismo y contra algunas bandas de crimen organizado.
El FSB invirtió recursos en la lucha contra los rebeldes separatistas de Chechenia en las guerras que se desarrollaron entre 1994 y 1996 y entre 1999 y 2009.
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Parte del trabajo del FSB es evitar cualquier levantamiento de tinte pro occidental en Rusia, como la Revolución de las Rosas de Georgia en 2003 y la Revolución Naranja de Ucrania en 2004.
Fue el asesinato del exespía ruso Alexander Litvinenko, en 2006, el que puso realmente al FSB en el centro de atención internacional.
El exoficial del FSB, duramente crítico con Putin, fue envenenado en Londres con polonio radiactivo 210.
Litvinenko, que estaba asilado en Reino Unido, era considerado como "traidor" en Rusia.
La investigación oficial de Reino Unido concluyó que los asesinos probablemente tenían la aprobación de Putin y del entonces jefe del FSB, Nikolai Patrushev.
Rusia negó los cargos y el principal sospechoso, Andrei Lugovoi, se convirtió en parlamentario y héroe nacional.
Litvinenko había acusado al FSB de dirigir un escuadrón ultrasecreto llamado URPO para asesinar enemigos.
Uno de sus objetivos, dijo, era el poderoso oligarca Boris Berezovsky, que murió en Reino Unido años después de Litvinenko, en 2013, en un aparente suicidio.
Apenas unas semanas antes de que Litvinenko muriera, Rusia aprobó una ley que otorgaba al FSB autoridad para actuar contra "extremistas" y "terroristas" en el extranjero.
Otros prominentes opositores de Putin, incluidos periodistas, han muerto misteriosamente.
Estos hechos alimentan las especulaciones sobre los "golpes" del FSB.
Aunque es frecuente que las víctimas tuvieran otros enemigos que también podrían haberlos atacado.
Espionaje en el extranjero y redes sociales
En The New Nobility (La nueva nobleza), un libro sobre el FSB, Irina Borogan y Andrei Soldatov dicen que Putin amplió los poderes del FSB para que envíe agentes al exterior en operaciones especiales.
El FSB es parte integral de la nueva doctrina de la guerra de la información de Rusia, que incluye influir en la opinión pública extranjera a través de redes sociales.
Funcionarios de Estados Unidos creen que Rusia trató de influir en los votantes durante las elecciones presidenciales de 2016.
El FSB tiene poderosas herramientas legales para monitorear el tráfico de internet. Una tecnología llamada Sorm le permite husmear en correos electrónicos y llamadas telefónicas. Por ley, los datos deben mantenerse durante 12 horas, para posibles inspecciones.
Soldatov, coautor del libro The New Nobility, dice que los proveedores de telecomunicaciones rusos tienen que dar al FSB acceso directo a sus datos.
El alcance real de la vigilancia del FSB no está claro.
El periodista dice que, al igual que con la KGB comunista, el miedo a ser espiado es un arma poderosa en sí misma.
¿Qué tan cerca está el FSB de Putin?
La sede del FSB es el Lubyanka, en el centro de Moscú. La KGB interrogaba allí a los presos políticos en la época soviética.
El jefe del FSB, Alexander Bortnikov, informa directamente a Putin.
En 2000, el predecesor de Bortnikov, Nikolai Patrushev, llamó a sus agentes del FSB "nobles modernos".
Al convertirse en presidente, Putin otorgó altos cargos a exespías de San Petersburgo.
Olga Kryshtanovskaya, una importante socióloga rusa, dice que "estamos siendo testigos de una restauración del poder de la KGB" bajo el mando de Putin.
Durante su primer período como presidente, entre 2000 y 2004 alrededor de un tercio de los funcionarios del gobierno eran "siloviki" o "agentes de seguridad", sostiene.
La mayoría de la élite —incluido Bortnikov, el actual jefe del FSB—, es ahora objeto de sanciones de la Unión Europea y/o EE.UU. debido a la anexión de Crimea en 2014 por Rusia.
Han adquirido grandes fortunas y controlan recursos clave de su país.
En los 90, Putin supervisó el comercio exterior en San Petersburgo y algunos de sus socios de esa época han sido vinculados al crimen organizado.
La investigadora estadounidense Karen Dawisha documentó estos enlaces en su libro "La cleptocracia de Putin".
Las acusaciones también aparecieron en la investigación de Litvinenko y en una importante investigación policial española sobre la mafia rusa.
Según unos cables de WikiLeaks revelados en 2010, el entonces fiscal anticorrupción español José Grinda le dijo a funcionarios estadounidenses que los servicios de seguridad rusos "controlan el crimen organizado en Rusia" y que "el FSB está ’absorbiendo’ a la mafia rusa".
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