Un hígado donado está siendo trasladado de Londres al Hospital Queen Elizabeth en Birmingham, en el norte de Inglaterra.
Se trataba a contrarreloj. El tiempo es crítico.
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"El hígado está siendo privado de oxígeno; cada minuto que pasa, más células hepáticas se están muriendo y los riesgos de que ese hígado no funcione después del trasplante aumentan", señala el cirujano Richard Laing.
El especialista está llevando a cabo uno de los ensayos clínicos que se hacen en el hospital, en los que los doctores usan por primera vez técnicas de vanguardia en humanos para combatir condiciones que suelen ser fatales.
El órgano que está en camino normalmente habría sido rechazado, pues proviene de un donante de mediana edad que murió de un ataque cardíaco fuera del hospital.
Laing espera probar que muchos de los hígados rechazados son, de hecho, viables para trasplantes.
De cerca
Cada año se practican cientos de millones de cirugías en el mundo, pero pocos de nosotros sabemos qué sucede tras las puertas de la sala de operaciones.
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El Hospital Queen Elizabeth, una de las unidades quirúrgicas más grandes de Inglaterra, le abrió esas puertas a la BBC, dándote acceso privilegiado a este procedimiento pionero.
El ensayo de Laing busca una solución a una de las mayores crisis de salud: la enfermedad hepática.
Debido a una dieta occidental, la obesidad es un gran problema y es una de las mayores causas de enfermedad hepática.
Cada vez más pacientes esperan trasplantes de hígado que les salven la vida.
Los cirujanos sólo usan hígados de suficiente calidad para lograr un trasplante seguro, por lo que cada año cientos son rechazados por ser considerados de muy alto riesgo.
Entre tanto crece la lista de espera de pacientes que están al borde de la muerte.
"Este ensayo tiene el potencial de ayudar a muchos pacientes, pero es una prueba de alto riesgo", le dice Laing a la BBC.
"De por sí, los trasplantes de órganos son arriesgados. Y lo que estamos haciendo es tomar los hígados que han sido rechazados por todos y tratar de ponerlos en los pacientes… es angustiante".
Tic, toc
Cuando llegue, el hígado del donante se conectará a una máquina que es la pieza clave de este ensayo clínico.
A través de un proceso llamado perfusión, restaurará al hígado a su mejor estado funcional posible, brindándole al equipo la oportunidad de evaluar si es lo suficientemente saludable para un trasplante exitoso.
"Esta máquina imita las condiciones que un hígado experimentaría dentro del cuerpo humano. Entonces, le das sangre, oxígeno, nutrientes, todo a la temperatura normal del cuerpo".
"Así, el hígado comienza a funcionar. Y no sólo funciona, sino que también hay cierto grado de reacondicionamiento, de manera que el hígado puede comenzar a repararse a sí mismo", explica Laing.
"La máquina nos permite tomar un hígado que se considera inadecuado y probar si funcionará después de ser trasplantado".
Ese es el riesgo que está tomando tanto el equipo de Laing como la paciente que espera el trasplante.
La paciente
Connie ha padecido durante décadas una enfermedad hepática rara y es la tercera vez que la operan en el Hospital Queen Elizabeth por esa causa.
"Primero tuve una hemorragia y me hicieron cirugía de emergencia. Al terminar, descubrieron que tenía cáncer de hígado y me salvaron de nuevo. Ahora necesito un nuevo hígado".
"Los últimos dos años no ha sido más que médicos, médicos, médicos, médicos. La enfermedad ha consumido absolutamente toda mi vida".
Para Connie, la posibilidad de recibir un trasplante rápidamente supera la ansiedad que le pueda producir ser parte de un tratamiento experimental.
El hígado
El hígado del donante está por llegar para la primera etapa de la prueba.
Hay un aire de anticipación: "¿Va a funcionar, no va a funcionar? Hay algunos hígados que aunque los pongamos en la máquina simplemente no sirven".
El que podría ser de Connie "tiene más grasa de lo que pensamos. No es el hígado más atractivo".
Pero si sirve o no sólo se sabrá tras la prueba.
"Lo conectamos al dispositivo y, a lo largo de la perfusión, comenzaremos a ver varias lecturas que indicarán si el hígado sirve o no".
Durante las siguientes cuatro horas, el hígado deberá pasar una serie de pruebas que determinarán si es lo suficientemente saludable para trasplantar.
Sólo el tiempo dirá
Richard Laing ha estado monitoreando el hígado de un donante que quiere usar en la prueba de trasplante durante las últimas horas.
Una de las principales funciones del hígado es convertir el lactato, un ácido producido por la actividad muscular, en glucosa.
Una lectura de lactato de 2,5 o menos indica que el hígado está funcionando suficientemente bien.
"Es 2,6. ¡Fantástico!". El hígado está muy cerca de cumplir con los criterios.
Poco después, el resultado es 2,1.
Pasó las pruebas, pero esto es sólo el comienzo.
La pregunta ahora es si el hígado continuará funcionando después de ser trasplantado.
La hora de la verdad
Gracias a que se inscribió en el ensayo, Connie recibirá el trasplante que necesita rápidamente. Pero todos son conscientes del precio que ella podría pagar.
"Con cualquier ensayo clínico, existe un grado de riesgo. Pero lo que está en juego es enorme con esta prueba", subraya Laing.
"Si no podemos hacer lo que nos proponemos, para nosotros, como médicos, es realmente decepcionante. Pero para los pacientes, podría ser devastador".
"En el peor de los casos, pueden morir".
"Los ensayos clínicos no serían posibles si no hubiera pacientes que fueran lo suficientemente valientes como para participar, arriesgando su propia salud en muchos casos, y hasta sus vidas", añade Laing.
"Tenemos el deber de cuidar realmente a estos pacientes tanto como sea posible, hacer que las condiciones sean las más seguras posibles y realmente tratar de que salgan bien".
El cirujano
En la sala de operaciones, la vida de Connie estará en manos del cirujano de trasplantes Thamara Perera.
En los últimos siete años ha realizado cientos de trasplantes.
"Cirugía de trasplante no es un campo muy popular porque requiere mucho trabajo duro, pero hay tantos pacientes en la lista de espera para trasplantes, que no quiero dejar de hacerlo", señala Perera.
Agrega que hay aspectos gratificantes: "Puedo ver la transformación, realmente siento que he hecho algo por paciente y que tiene una nueva vida. Eso es lo que hace que este trabajo valga la pena".
Respecto a este ensayo clínico, Laing dice que "llega un momento en que has hecho todos los preparativos. Sólo queda dar ese salto de fe y pasar a la siguiente etapa, y esperar que funcione".
El salto de fe
El principal desafío quirúrgico es conectar el nuevo hígado de Connie lo más rápido posible. Thamara Perera está a punto de eliminar el hígado enfermo de Connie y reemplazarlo con el órgano revivido y rehabilitado.
"La cirugía en sí es extremadamente complicada, pues hay un órgano que está enfermo, pero que en todo caso está recibiendo dos litros de sangre por minuto", indica Laing.
Usando un lápiz electroquirúrgico, Perera necesita separar cuidadosamente el hígado de Connie del tejido circundante en su abdomen.
El hígado está unido a los principales vasos sanguíneos, incluidas las arterias que suministran sangre desde el corazón y la vena porta que transporta la sangre al hígado desde el estómago y los intestinos.
Todos deben ser desconectados con inmenso cuidado y tendrán que ser reconectados al hígado donado.
"Si no lo haces bien, las consecuencias ocurren frente a tus ojos".
20 minutos
El hígado de Connie ha sido eliminado.
El órgano del donante tiene que ser desconectado del suministro de oxígeno y sangre de la máquina.
El reloj no se detiene.
"El tiempo es crítico, pues cada segundo que pase el hígado fuera de la máquina, sufre un grado de daño que puede llevar a un fracaso y a un nuevo trasplante de emergencia", indica Perera.
El órgano está siendo rápidamente preparado pero el tiempo corre y las células mueren; momentos después llega al quirófano de Perera.
13 minutos
Perera tiene apenas 13 minutos para conectarlo a los vasos sanguíneos de Connie.
Comienza con la vena porta, que administra el 75% del suministro de sangre del hígado.
"Es una de las operaciones más complejas. Tienes que tener un diseño mental en tu cabeza".
La vena porta es una estructura delgada y fina, susceptible de rasgarse durante la operación.
La integridad de estos vasos es importante para la supervivencia del hígado.
Cinco minutos
La vena porta está conectada.
Con la sangre ahora fluyendo a través del órgano del donante, el cuerpo de Connie podría tener una reacción adversa a un procedimiento tan importante.
Este es el período en que el paciente puede volverse inestable. A veces los cambios son lo suficientemente poderosos como para detener el corazón.
Ahora, el cirujano pasa a la etapa más delicada: fontanería en la red de arterias hepáticas que ayuda a suministrar sangre oxigenada al hígado.
Son suturas muy finas, y hay que hacerlo de la mejor manera posible para que no se produzca ningún coágulo o daño en el vaso sanguíneo.
"Si se desarrolla un coágulo en la arteria hepática, perjudicará al hígado", le dice Perera a la BBC.
"Si rompe un vaso sanguíneo, el sangrado es suficiente para matar a un paciente en 30 segundos".
"Uno de mis maestros me dijo, cuando me convertí en cirujano: ’Dios te ha dado poder. Es un privilegio. Asegúrate de que cada paciente se vaya a casa sano y salvo’", recuerda Perera.
Con todos los vasos sanguíneos unidos, Perera tiene una última tarea: conectar el conducto biliar que suministra al sistema digestivo el fluido que necesitamos para digerir las grasas.
"Una vez que sabes que todo ha ido bien, es un enorme alivio".
Un futuro
La operación finaliza a tiempo.
Ahora hay que esperar a ver si el nuevo hígado de Connie continúa funcionando.
"Este es un ensayo clínico. No hay certezas. Seguiremos cruzando los dedos para que le vaya bien".
El objetivo final es aumentar el número de hígados de donantes disponibles para los pacientes que morirán sin ellos.
– Buenos días, Connie. ¿Cómo estás?
–Emocionada y lista para ir a casa. No podría estar más feliz. Sin esa máquina, no habría recibido este hígado. Estoy esperando un futuro. Creo que esas dos palabras, "un futuro", lo dicen todo.
En diez años, el uso de esas máquinas para los órganos probablemente serán de uso común.
Por ahora, "ver a una persona que se inscribe en el ensayo y recibe uno de estos hígados, y examinarla un mes después y ver que su vida han cambiado drásticamente… ¡es genial!", exclama el cirujano Richard Laing.
"Mejorar la vida de las personas es una sensación absolutamente fantástica…
Realmente no puedes pedir mucho más que eso".