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La Asamblea General de la ONU aprueba una moción contra la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel

La resolución no vinculante fue aprobada con 128 votos a favor, 9 en contra y 35 abstenciones en una sesión de emergencia de la Asamblea General de la ONU, tras el fracaso del Consejo de Seguridad de emitir una moción con un contenido similar. La embajadora Nikki Haley respondió que "Estados Unidos recordará este día".

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La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó este jueves una resolución en rechazo a la decisión del gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel.

La moción no vinculante fue aprobada con 128 votos a favor, 9 en contra y 35 abstenciones. Además, hubo 21 países que no asistieron a la reunión.

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La resolución fue discutida en una sesión de emergencia de la Asamblea General de la ONU, propuesta por Turquía y Yemen en el nombre de los países árabes y musulmanes.

El texto no hace mención expresa a Estados Unidos, sino que reafirma que el estatus final de Jerusalén debe ser acordado a través de negociaciones y que cualquier decisión adoptada fuera de ese marco es "nula", no tiene efectos legales y debe ser rescindida.

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Washington había advertido que tomaría nota de quienes votaran a favor de la moción en la Asamblea General.

El texto es similar al de una resolución discutida esta semana por el Consejo de Seguridad de la ONU que contaba con el respaldo de 14 de los 15 miembros de ese órgano, pese a lo cual no pudo ser aprobada porque Estados Unidos aplicó su derecho de veto.

Estados Unidos es junto a China, Rusia, Reino Unido y Francia, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, condición que le otorga la potestad de vetar las decisiones de ese órgano de la ONU.

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El bloqueo de la decisión del Consejo de Seguridad llevó a sus promotores a presentarla ante la Asamblea General de la ONU, donde no existe derecho de veto.

"Recordaremos este día"

El estatus de Jerusalén es uno de los temas más difíciles de resolver para lograr un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos.

El pasado 6 de diciembre, Donald Trump anunció la decisión de su gobierno de trasladar su embajada desde Tel Aviv a Jerusalén y reconocer oficialmente a esta ciudad como la capital de Israel.

El mandatario estadounidense aseguró que esa decisión no prejuzgaba sobre lo que israelíes y palestinos pudieran acordar posteriormente en sus negociaciones de paz y que simplemente se trataba del reconocimiento de la realidad, toda vez que el gobierno de Israel tiene su sede en Jerusalén, adonde han acudido a su encuentro durante décadas los mandatarios estadounidenses que visitan el país.

Esta semana Trump manifestó su malestar ante la posibilidad de que la Asamblea General aprobara la resolución en contra de la decisión estadounidense y sugirió que Washington podría tomar represalias contra los países que apoyaran esa moción.

"Ellos reciben millones de dólares e incluso miles de millones de dólares y luego votan en nuestra contra. Bueno, estaremos viendo esos votos. Dejen que voten en nuestra contra. Ahorraremos un montón. No nos importa", dijo Trump en la Casa Blanca.

La embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, rechazó este jueves la resolución de la Asamblea General de la ONU señalando que consideraba ofensivo que otros países condenaran a Washington por ejercer lo que considero como un derecho soberano: decidir donde abre sus embajadas.

"Estados Unidos recodará este día, cuando fue señalado y atacado en la Asamblea General por el acto mismo de ejercer nuestro derecho como nación soberana. Lo recodaremos cuando nos llamen para hacer una vez más la mayor contribución (financiera) a la ONU. Y lo recordaremos cuando tantos países vengan a llamarnos, como hacen con frecuencia, para que paguemos más y para usar nuestra influencia en su beneficio", dijo Haley.

"Estados Unidos pondrá su embajada en Jerusalén. Eso es lo que los estadounidenses nos dijeron que hagamos y es lo correcto. Ningún voto en la ONU hará ninguna diferencia sobre eso, pero este voto sí marcará una diferencia en cómo los estadounidenses ven la ONU y en cómo vemos a los países que nos irrespetan en la ONU. Y este voto será recordado", agregó.

"No nos van a intimidar"

El canciller palestino Riyad al-Maliki negó que en la ONU haya una "animadversión" en contra de Estados Unidos, pero afirmó que la decisión sobre la embajada en Israel supone "una agresión" que afecta el estatus de Washington como mediador de la paz.

"EE.UU. se pregunta por qué está aislado en esta decisión, que ha sido rechazada por todos, incluso sus aliados más cercanos", dijo. "La historia registra y recuerda los nombres de aquellos que supieron hacer lo correcto".

Por su parte, Mevlut Cavusoglu, canciller de Turquía, uno de los países que impulsaron la resolución, criticó la actitud de Estados Unidos, aunque sin nombrarlo expresamente.

"Un Estado miembro ha amenazado a todos los demás", afirmó. "Esta actitud es inaceptable, es un matonismo y esta cámara no va a arrodillarse, imagínense, sería no ético pensar que los votos de los Estados miembros están a la venta. No nos van a intimidar: pueden ser fuertes, pero eso no les da la razón", agregó.


Un golpe a Trump

Análisis de Gerardo Lissardy, corresponsal de BBC Mundo en la ONU

Esta resolución es uno de los mayores golpes que Trump ha recibido en el escenario internacional desde que es presidente.

La gran diferencia de votos mostró con una nitidez poco común el nivel del rechazo global a la decisión de Trump sobre Jerusalén: hasta aliados clave de Washington, como el Reino Unido, apoyaron la moción.

Y el hecho de que el propio Trump haya amenazado el día anterior con cortar la ayuda económica de EE.UU. a los países que votasen en su contra tan solo aumenta el reto que le lanza la ONU.

Es probable que en la práctica nada cambie demasiado de inmediato: la resolución de la Asamblea General no es vinculante y EE.UU. avisó que mantendrá la decisión de mudar su embajada a Jerusalén.

Pero, al menos a nivel simbólico en este tema, el presidente de Estados Unidos luce menos como un líder global y más como alguien a contramano de lo que quiere buena parte del mundo.


Una moción parcializada

El representante de Israel, Danny Danon, consideró "una vergüenza" la convocatoria a la sesión. "Ninguna resolución de la Asamblea General jamás nos echará de Jerusalén", dijo.

"Esta resolución no hace sino alentar más violencia y más irresponsabilidad, alienta a los líderes palestinos a seguir por esta vía peligrosa", añadió y aseguró que hay un "vínculo inquebrantable de hipocresía" entre los palestinos y las Naciones Unidas.

Uno de los argumentos más esgrimidos por parte de los países que decidieron abstenerse era que la resolución estaba parcializada a favor de una de las partes del conflicto.

"Estamos decepcionados de que esta resolución esté parcializada y eso no ayuda al avance de las perspectivas de paz a la que aspiramos", explicó Adam Austin, portavoz de la ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland.

"La posición de larga data de Canadá es que el estatus de Jerusalén solo puede ser resuelto como parta de un arreglo general de la disputa israelo-palestina", agregó.

Jerusalén quedó dividida después de la primera guerra árabe-israelí de 1948, cuyo estallido impidió materializar una iniciativa de la ONU que apuntaba a convertirla en una ciudad internacional así como a la creación de dos estados en el territorio del antiguo mandato británico de Palestina, uno israelí y otro árabe.

Tras ese conflicto, la parte oriental de la ciudad -donde se encuentra la Ciudad Vieja y los lugares sagrados- fue ocupada por Jordania, mientras que la parte occidental quedó bajo control de Israel.

Durante la Guerra de los Seis Días, de 1967, Israel logró tomar el control de toda la ciudad y posteriormente inició la construcción de asentamientos en la parte oriental.

A inicios de la década de 1990, en el marco de los acuerdos de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina -basadas en el principio de paz por territorios- se acordó que el estatus de Jerusalén se decidiría en un punto posterior de las negociaciones.

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