Donald Trump lo ha logrado: tras casi un año de presidir Estados Unidos, su primera gran victoria legislativa sobre su escritorio, lista para firmar, es una reforma fiscal que él mismo calificó como "un increíble regalo de Navidad".
Trump y su Partido Republicano señalan el plan de impuestos aprobado en el Congreso el miércoles como la realización de una promesa clave para impulsar la economía y "hacer América grande de nuevo".
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Después de todo, se trata de la reforma impositiva más radical que EE.UU. haya tenido en 30 años, a un costo estimado que asciende a US$1,5 billones.
Pero la pregunta es si todo esto también tendrá un gran costo político para Trump.
El proyecto es por ahora bastante impopular, algo que causa perplejidad a aliados y asesores de la Casa Blanca, y puede ser visto como un arma de doble filo para Trump.
"Los riesgos probablemente superan los beneficios", dice a BBC Mundo Lynn Ross, una profesora de política pública en la Universidad de Georgetown, en Washington, que trabajó casi 15 años en el gobierno federal, incluida la Oficina Ejecutiva del presidente y la Oficina de Administración y Presupuesto.
Los beneficios
La aprobación de esta reforma fiscal ocurre luego de 11 meses de gobierno de Trump llenos de polémicas y fracasos en un Congreso controlado por su propio partido.
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Trump "todavía no tenía ninguna victoria legislativa en su presidencia, así que esta (reforma fiscal) es una ganancia política muy importante", sostiene Ross.
De hecho, se trata de una prueba contundente del enorme poder que pueden ejercer los republicanos cuando actúan juntos detrás de una misma meta, por más ambiciosa que parezca.
El proyecto aprobado incluye recortes de impuestos temporarios para contribuyentes, entre ellos los más pudientes, así como rebajas tributarias permanentes para las corporaciones.
El tema de la disminución de impuestos tiene una importancia hasta simbólica para los republicanos, al igual que otras medidas impulsadas por Trump como el aumento de los controles fronterizos o la designación de jueces conservadores.
Y algunas encuestas indican que los votantes republicanos creen mayoritariamente que la reforma tributaria aprobada acarrea más beneficios para la clase media que para los ricos.
Esto va en sintonía con lo que sostienen Trump y los congresistas de su partido: que su plan tributario creará más puestos de trabajo y mejores salarios, al generar un clima más atractivo para las inversiones y la actividad empresarial.
Si todo esto ocurre y los beneficios comienzan a ser palpables para la ciudadanía, tal vez los republicanos ganen votos incluso en las elecciones legislativas y estatales de noviembre de 2018, gracias a la mejora económica.
"Vamos a ver fácilmente un 4% de crecimiento el año próximo", aseguró el asesor económico de la Casa Blanca, Gary Cohn.
El gran problema para Trump y su partido será si las cosas salen de otro modo.
Los riesgos
Cohn fue uno de los que se mostró desconcertado al evaluar los motivos del bajo apoyo popular al plan tributario: "Para ser honesto, no lo sé", dijo al ser consultado al respecto el miércoles.
Tanto él como operadores republicanos razonaron que puede haber un problema de comunicación a la opinión pública, que debería resolverse antes de que haya un castigo en las urnas.
Las encuestas señalan que un tercio o menos de los estadounidenses apoyan la reforma, mientras la mayoría prevé que beneficiará principalmente a los más ricos.
Esto contrasta con la idea de Trump de que el plan es un "regalo de Navidad" para los trabajadores, a los cuales prometió proteger en su repentino ascenso al poder.
La desconfianza generalizada ante la reforma puede ser peligrosa para un presidente tan impopular como Trump, y terreno fértil para la oposición.
Nancy Pelosi, la líder partidaria en la Cámara de Representantes, reiteró hasta el cansancio el miércoles que el 1% más rico de la sociedad recibirá 83% de los beneficios de la reforma, que aumenta impuestos a millones de familias de clase media.
Diversos expertos independientes son también menos optimistas que Trump y su equipo sobre los efectos de la nueva ley, y advierten que podrían aumentar el déficit y el peso de la deuda.
Goldman Sachs, el banco que Cohn presidió hasta este año, ha estimado que el crecimiento económico que la reforma generará en los próximos dos años será menor a medio punto porcentual.
James Campbell, un profesor de ciencia política en la Universidad de Búfalo experto en elecciones y presidencia, cree que la respuesta de la economía al cambio tributario terminará siendo clave.
"Si tenemos un crecimiento económico en el rango de 3,5% a 4,5%, en lugar del rango de 1,5% a 2% que hubo desde la gran recesión, entonces los republicanos y el presidente Trump ganarán políticamente", asegura Campbell a BBC Mundo.
Pero sin esa mejora, advierte, "Trump y los republicanos serán culpados por ser ineficaces en restaurar algún tipo de prosperidad mayor en el país".