Hace 40 años China restauró un importantísimo examen de entrada a la universidad después de un intervalo de más de una década cuando el país se vio sumido en el caos de la Revolución Cultural.
Más de cinco millones de personas presentaron el examen con la esperanza de asegurar un lugar en la universidad. Yuwen Wu de la BBC describe cómo fue ser una de estas personas.
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El 10 de diciembre de 1977, tomé el autobús hacia la Escuela Secundaria No. 35 en el distrito Ciudad Occidental de Pekín, para hacer algo que los jóvenes chinos no habían hecho en más de 12 años.
Me presenté en el primer examen de entrada a la universidad que se realizaba desde 1965.
Reinaba un entusiasmo apagado pero evidente y expectativas en el aire del frío invierno, porque era la primera vez en años que teníamos nuestro destino en nuestras manos.
En mi bolsillo llevaba una barra de chocolate de mi padre. Era su forma de apoyarme. Yo nunca había probado el chocolate.
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Durante la Revolución Cultura, el aprendizaje normal en los colegios y universidades quedó interrumpido, los maestros e intelectuales fueron humillados y golpeados públicamente; algunos se suicidaron.
No fue una buena época para quienes valoraban una educación formal.
Año de cambio
La mayoría de la gente asocia 1978 con el inicio de la reforma y apertura en China, pero fue en 1977 cuando comenzó a cobrar fuerza el ímpetu por el cambio y el examen fue enormemente simbólico.
En febrero de ese año, conseguí un trabajo como maestra de inglés en una primaria en Pekín.
Acababa de pasar tres años en una escuela de idiomas que preparaba maestros y me consideré a mí misma afortunada de poder quedarme en la ciudad en lugar de que me enviaran al campo, como mis cuatro hermanos y la mayoría de mis compañeros.
Por supuesto siempre quise ir a la universidad, pero al darme cuenta de que eso no era posible todo el tiempo y de que quizás no iba a ser posible nunca, me dediqué a trabajar.
Me encargaron enseñar inglés a 200 estudiantes del tercer grado, de 10 años, divididos en cuatro grandes clases.
A la semana aprendí todos sus nombres, traté de inculcar en ellos el amor por el inglés, y recibí mucho apoyo de otros maestros.
Incluso di una clase magistral para toda la escuela y parecía que iba rumbo a convertirme en una excelente maestra.
Un cálido día de otoño en 1977, cuando acababa de regresar de un mes en el campo con los alumnos, mi madre me dijo, con un tono muy entusiasmado, que el gobierno había decidido reinstalar ese invierno el examen de entrada para la universidad ese invierno, y que quizás podría presentarme.
Decisión histórica
No podía creer lo que escuchaba. "¿Es real o es una mala broma? ¿Podré finalmente tener la oportunidad de estudiar en la universidad?".
Resultó que Deng Xiaoping, purgado por Mao Zedong durante la Revolución Cultural y rehabilitado como viceprimer ministro en 1977, había decidido abordar la educación como su prioridad.
Y llamó a una reunión en agosto de 1977 para discutir la posibilidad de restaurar los exámenes de entrada a la universidad.
Muchos estaban a favor, otros no estaban seguros. El principal obstáculo era que el presidente Mao apoyaba la selección de estudiantes universitarios de los círculos de trabajadores, campesinos y soldados y había poco tiempo para prepararse para el cambio.
Pero Deng tomó esta decisión histórica para comenzar el nuevo sistema ese año, la cual provocó una ola de entusiasmo en todo el país, incluido el colegio donde yo trabajaba.
Ocho maestros jóvenes queríamos presentarnos al examen.
Nuestro director nos dijo que nos apoyaba pero que no podía darnos días libres para prepararnos para el examen.
Así que continuamos enseñando normalmente aunque podíamos saltarnos las reuniones.
Lo que siguió fueron muchas noches largas estudiando para el examen mientras preparábamos las clases para el día siguiente.
Pero yo estaba muy entusiasmada y no me sentía cansada en absoluto.
Mi madre se sentaba conmigo hasta muy tarde en la noche, tejiendo en silencio y probando mis conocimientos de historia.
Con el consejo de mi padre solicité estudiar inglés en la Universidad de Pekín.
Ventaja
Recuerdo haber hecho el examen de chino el primer día, que incluía una composición que preguntaba lo que habíamos hecho en ese año histórico.
Esto me dio muchas ventajas: había desempeñado un nuevo trabajo, enseñando inglés a 200 niños.
También hicimos un examen de inglés y matemáticas.
Después de pasar el examen escrito tomé el examen oral en la Universidad de Pekín, a lo que siguió una revisión médica y una larga espera para los resultados finales.
Estos llegaron de forma bastante dramática.
El último sábado de las vacaciones de invierno en febrero de 1978, se nos pidió a todo los miembros del personal, incluidos los ocho que hicimos el examen, hacer los preparativos para el nuevo año escolar mientras el director iba a recoger los resultados en nuestro nombre.
Si eran buenas noticias, ése sería nuestro último día en la escuela. Si eran malas, regresaríamos el lunes siguiente para seguir enseñando allí.
La generación del 77
- Los exámenes para entrar a la universidad fueron suspendidos en 1966 cuando la Revolución Cultural de Mao se extendió en el país. Los estudiantes fueron movilizados para participar en la revolución así que los estudios fueron interrumpidos.
- Desde 1968, millones de jóvenes fueron enviados al campo para ser reeducados como "campesinos".
- A partir de 1970, las universidades y colegios comenzaron a recibir estudiantes nuevamente, incluidos trabajadores, campesinos y soldados, los cuales principalmente eran recomendados por su buena conducta política y no con una competencia abierta.
- Unos 5,7 millones de personas participaron en los exámenes para entrar a la universidad en 1977 y 273.000 obtuvieron un lugar. Fue una tasa de admisión de 4,8%, la más baja de la historia.
- Las tasas de admisión actualmente para el examen universitario, el gaokao, son significativamente más bajas pero lo que está en juego sigue siendo muy importante.
La noticia llegó antes del mediodía. Cinco de nosotros obtuvimos lugares en distintas universidades. Yo en la Universidad de Pekín. Todo era algo surrealista.
El director organizó apresuradamente una reunión de despedida y a cada uno nos dio un cuaderno de regalo.
Pocos días después, me registré en la Universidad de Pekín. Y el resto es historia.
Se nos conoce como la Generación del 77, aunque comenzamos nuestras licenciaturas en 1978.
Si mencionas este término a la gente de cierta edad, inmediatamente te asocian con experiencia y trabajo duro, con un fuerte sentido de responsabilidad y buena suerte.
"Te subiste al primer tren", suelen decir.
Estoy muy orgullosa de ser miembro de la Generación del 77 y de haber sido testigo de un evento histórico en la historia reciente de China.
Los exámenes en ese año marcaron el comienzo de la apertura y reforma de China y la Generación del 77 se convirtió en la columna vertical de la transformación china para las siguientes cuatro décadas.
Había profesores, científicos, abogados, médicos, escritores y líderes en varios campos, entre ellos el actual premier chino Li Keqiang, quien estudió leyes y economía en mi alma mater, la Universidad de Pekín.
Era claro que esta generación sería la élite encargada de sacar al país de un período de oscuridad.
Ha habido un enorme progreso económico, pero también hay muchas voces que cuestionan la marcha del cambio político.
Yo cumplí con mi sueño de una educación universitaria y es indisputable que China dio un paso enorme para la corrección de los fallos de la Revolución Cultural.
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