Cuando su esposo John la atacó por primera vez mientras dormía y la hizo sangrar, Liz* se dio cuenta de que ya no podía seguir compartiendo cama con él.
"Me agarró del brazo y me asusté tanto cuando me clavó las uñas que salté de la cama y empecé a gritar", recuerda la mujer.
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John, un hombre afable y de modales impecables bien adentrado en sus ochenta, lleva décadas casado con Liz.
Pero se ha vuelto más y más violento durante el sueño.
"Unas cinco o seis veces me pateó tan fuerte que parecía que me un caballo o un burro me había pasado por encima", relata su esposa.
"Y lo extraño es que la persona que él es de día no tenía nada que ver con aquella en la que se convierte de noche".
John es uno de mis pacientes del Centro para Trastornos del Sueño del Guy’s Hospital de Londres.
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Y de acuerdo con su mujer, lleva tiempo comportándose de forma extraña mientras duerme.
"Fuerza increíble"
"Antes de empezar con la violencia física, John suele emitir un sonido raro, in crescendo. Es aterrador. ’¿Qué hará cuando llegue al límite?’, me preguntaba al principio", recuerda Liz.
John no sabía de sus accionar agresivo mientras dormía, pero sí era consciente de que sus sueños se estaban volviendo más y más espeluznantes, incluso violentos.
"Ese tipo de pesadillas como en la que de repente te encuentras en un bosque frente a un tigre", explica él mismo.
"O me aparecen animales, de esos que suelen asustar a la gente, de los que te pueden morder o comer", prosigue.
"Y me despierto justo antes de que cierren sus fauces sobre mí".
Otras veces sueña que discute o se pelea con gente a la que conoce.
Todos solemos tener esporádicamente este tipo de pesadillas, pero el problema de John —y por consiguiente también de Liz —, es que empezó a actuar más allá de los sueños.
"Comienza a mover las piernas y los brazos al mismo tiempo", lo describe Liz.
"Es increíble que tenga esa fuerza. Si tuviera que hacer eso mismo en el día a día, no tendría ni la mitad de la potencia".
Ese comportamiento les ha causado lesiones a los dos.
En una ocasión llegó a caerse de la cama y lastimarse. Y son varias las veces en las que Liz se ha despertado con moretones y arañazos.
Más allá de los sueños
Lo que Liz y John describen es una condición llamada trastorno de conducta del sueño durante la fase REM (o MOR en español), en la de los movimientos oculares rápidos.
Es la fase en la que suceden los sueños más intensos.
Durante una fase REM normal, nuestro cerebro está increíblemente activo. Por el nivel de ondas cerebrales, parece hasta despierto, aunque nuestro cuerpo está prácticamente paralizado.
Es el tronco encefálico el que ordena esa parálisis motora.
Sin embargo, en la gente que como John sufre un trastorno de conducta del sueño durante esa fase (conocido con las siglas RBD en inglés) eso no funciona de forma correcta.
Como consecuencia sus cuerpos se mueven, especialmente durante sueños violentos o terroríficos, con unos resultados desagradables.
El RBD es uno de los pocos trastornos médicos que se describieron antes en animales que en humanos, algo bastante inusual.
Por eso, hace pocos años que empezamos a entender las implicaciones del trastorno del sueño en fase REM.
El actuar más allá de los sueños puede además ser un indicador temprano de trastornos neurológicos como el Parkinson, una advertencia que se manifiesta en algunos casos hasta una década antes de que se desarrollen síntomas más obvios como la dificultad para caminar o moverse.
No está claro por qué los sueños de los que sufren este trastorno se vuelven cada vez más agresivos.
Puede que los cambios cerebrales asociados al RBD influyan directamente en la naturaleza de lo que soñamos.
O que las alteraciones en el tronco encefálico provoquen sacudidas que terminen integrándose en el contenido de nuestros sueños.
Quizá solo los más violentos hacen que los que los tienen actúen más allá de ellos, se despierten y los recuerden.
Camas separadas
Por suerte para John, no hay evidencias de que sufra la enfermedad de Parkinson u otro trastorno cerebral.
He estado tratando su RBD con melatonina, una hormona que produce la glándula pineal del cerebro para controlar el ciclo diario de sueño.
No sabemos cómo actúa en el tratamiento de este trastorno, pero puede que haya receptores de esta hormona en el cerebro y que esto explique su éxito.
Al menos, en el caso de John, Liz cree que ha habido mejoras.
"Me atrevo a creer que, desde que la toma, algo le está haciendo la medicación", dice la mujer.
"Parece que duerme de una forma un poco más profunda, pero no tanto como para no darse cuenta de lo que está haciendo".
Aunque el comportamiento violento de John mientras duerme no ha desaparecido.
Por ello, prefiere no arriesgarse.
"Obviamente me lo tomo muy en serio y, hasta que no encuentre una solución, vamos a tener que seguir durmiendo en camas separadas".
*Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de los protagonistas.
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