En algún momento lo intentó en su Ekaterimburgo natal. También en Macedonia. Y cuando eso tampoco funcionó apostó por el Pacífico Sur, siempre sin éxito.
Y esta semana fue el gobierno de Gambia el que volvió a reventar la burbuja del Imperio Romanov, la micronación fundada en 2011 por el empresario y político ruso Antón Bakov.
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Por el momento, el reino solo existe virtualmente. Pero el presidente del Partido Monárquico de Rusia lleva varios años tratando de conseguir un territorio para que sea gobernado por los supuestos descendientes del último zar, Nicolás II, quien fue ejecutado junto a su familia en 1918.
A inicios de mes Bakov había anunciado la firma de un acuerdo con el gobierno del país africano para construir una serie de islas artificiales donde instalar el microestado con todo y su capital, San Nicolás.
"Al menos un Estado en este planeta ya reconoce al Imperio Romanov y reconoce que el príncipe (Karl Emil) de Leiningen no es un simple ciudadano alemán, sino el emperador Nicolás III", presumió en ese momento Bakov.
"Hoy, después de un hiato de 100 años, la dinastía Romanov ha sido restaurada", proclamó orgulloso, mientras le mostraba a la prensa las tres páginas del documento.
El único problema: el supuesto Memorándum de Entendimiento presumido por Bakov fue denunciado días después por la misma presidencia de Gambia como "una falsificación".
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El gobierno africano reconoció en un comunicado que el empresario ruso se reunió con el presidente, a quien le manifestó su interés de invertir en turismo, y eventualmente ofreció US$60 millones a cambio del permiso para crear una isla artificial de diez kilómetros cuadrados.
Tras considerar su propuesta fue rechazada, entre otras cosas porque "Imperio Romanov no es un verdadero Estado", explicaron las autoridades gambianas.
"Antón Bakov está tratando de recrear el imperio ruso en otra parte del mundo. Su deseo es adquirir o alquilar tierra para propósitos personales", se advierte también en el comunicado presidencial.
"Alteza serenísima"
Por lo pronto, Bakov —un hijo de ingenieros de Sverdlovsk, la actual Ekaterimburgo— no está reclamando el trono de los Romanov para sí, sino para el príncipe Karl Emil de Leiningen.
El príncipe, de 65 años, es el bisnieto mayor del Gran duque Cirilo Vladímirovich de Rusia —un primo del zar Nicolás II— y como tal descendiente directo del zar Alejandro II, "emperador y autócrata de todas las Rusias".
El noble alemán no es el único que asegura ser el legítimo heredero del trono ruso, pero luego de su conversión al cristianismo ortodoxo, en 2013, el Partido Monárquico —que Bakov había fundado un año antes— lo reconoció como tal.
Y un año después, el extravagante empresario también consiguió que el príncipe, rebautizado como Nikolai Kirillovich Leiningen-Romanov, aceptara el trono de lo que en ese entonces se llamaba Estado Soberano Sede Imperial, así como el título de emperador, bajo el nombre de Nicolás III.
Bakov, por su parte, asumió el rango de Archicanciller y Primer Ministro del microestado, además del título de "príncipe serenísimo" (knyaz), lo que le valió el derecho a ser saludado como "su alteza serenísima".
Nada mal para un hombre de 52 años que empezó a hacer fortuna en la Rusia de finales de los 80 con una agencia de viajes, que luego transformó en una exitosa empresa de transporte de carga y manejo de aeropuertos.
Bakov, sin embargo, vendió su parte de East Line —la actual administradora del aeropuerto internacional Domodedovo de Moscú— en 1994, cuando también ingresó al mundo de la política.
Ese mismo año fue electo por primera vez al Parlamento local, al que ha regresado varias veces. También fue candidato a alcalde de Ekaterimburgo y a la gubernatura de la región de Sverdlovsk, desempeñándose además como jefe de campaña de la Unión de Fuerzas de Derecha de 2004 a 2007.
Y según su compañero en ese proyecto político, Leonid Gozman, la idea de resucitar el Imperio Ruso es una que Bakov ha estado considerando durante mucho tiempo, incluso antes de la fundación del Partido Monárquico en 2012.
"Hablamos del tema en varias ocasiones. Yo no comparto su idea, en eso tenemos posiciones divergentes", le dijo Gozman a BBC Rusia en enero de este año, "pero sé que ha estado trabajando en eso durante mucho tiempo y que de verdad cree en todo eso".
Negativas y fracasos
Para ese entonces, Bakov estaba en las noticias porque el gobierno de Kiribati estaba considerando su propuesta de invertir US$350 millones en tres islas deshabitadas de la pequeña república del Pacífico Sur.
Su intención declarada era crear ahí una especie de parque turístico temático. Pero el empresario también pretendía la soberanía de las islas Malden, Starbuck y Millennium para poder ubicar ahí a su Imperio Romanov.
"El deseo (de restaurar el imperio) no está solo en el corazón del heredero del trono, Nicolás III, sino también en el de muchos patriotas rusos que están descontentos con el régimen de (Vladimir) Putin", afirmaba, en ese entonces, su esposa, Marina Bakova.
Pero la nación insular eventualmente le dijo no a los millones del ruso, quien siempre ha defendido la dimensión comercial de su proyecto argumentando que el reino necesita ser autosostenible.
El fracaso, sin embargo, no detuvo a Bakov, que ya antes también había visto cómo Putin rechazaba una solicitud de Nicolás III para que le cediera tierra en Ekaterimburgo —la ciudad donde fue ejecutado el último zar— para instalar ahí la capital imperial.
Poco después, el empresario tampoco vio prosperar sus planes para construir en Macedonia un palacio para el emperador.
Hoteles y casinos
Cada revés, sin embargo, solo parece haber hecho a Bakov más ambicioso.
Así, sus planes para Gambia describen a Imperio Romanov como "un nuevo hogar para innovadores, entusiastas de los negocios y la tecnología, y pensadores con mente abierta de todo el planeta".
En la página web de la micronación se afirma además que "es el Estado más joven y avanzado (del mundo)", así como "la mejor plataforma legal para negocios, tecnologías modernas e inversión internacional".
"Es el primer Estado basado en los principios de tolerancia a la religión, nacionalidad y raza, donde toda discriminación por motivos de género, edad y orientación sexual está prohibida", se lee también ahí, junto a la promesa de construir una "ciudad inteligente".
Y el proyecto incluye además la construcción del "mayor centro de exhibiciones de África occidental", apartamentos, hoteles de lujo y "complejos de apuestas y entretenimiento en una zona económica especial".
Aunque claro, esa es la misma página en la que se puede encontrar una copia del Memorándum de Entendimiento denunciado como falso por el gobierno de Gambia, así como un video con la conferencia de prensa de Balkov.
BBC Mundo se puso en contacto con Imperio Romanov para conocer su versión de los hechos y planes futuros, sin éxito.
Por lo pronto, la micronación que dice ya tener 4.000 habitantes —incluyendo, tal vez sin que él lo sepa, a Edward Snowden, a quien Bakov afirma haber hecho ciudadano de Imperio Romanov en 2013— parece condenada a seguir existiendo únicamente de forma virtual.
Aunque todo también parece indicar que Bakov —que ya había dicho que además de Gambia estaba negociando con otros cinco países, no identificados— difícilmente se dará por vencido.
"Nunca pongo todos mis huevos en la misma canasta", dijo el empresario y político ruso en la ya mencionada conferencia de prensa, en la que tampoco quiso desmentir ni confirmar su candidatura a la presidencia de Rusia.
Lo que sugiere que seguramente todavía volveremos a oír hablar de él y de su Imperio Romanov.