Estaba en la radio, leyendo en vivo para una audiencia de miles, cuando Alex Ritson, el presentador de la cadena Radio 4 de la BBC empezó a desvariar.
El periodista sufre de diabetes de tipo 1, una enfermedad autoinmune y metabólica por la que el páncreas de quien la padece no produce insulina, la hormona encargada de metabolizar los glúcidos o hidratos de carbono.
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Y en aquel mismo momento, durante la emisión en directo, estaba teniendo un ataque hipoglucémico.
Él mismo cuenta de qué se trata y cómo actuar cuando alguien a tu alrededor se encuentra en la misma circunstancia.
"La mayoría de los locutores que conozco tienen algo en común: un sueño recurrente en el que todo empieza a ir mal minutos antes de salir al aire y llegan justo a tiempo al estudio.
Cuando suena por fin la sintonía del inicio del programa, bajan la mirada y se dan cuenta que sus guiones están en blanco. Y terminan soldando una parrafada aparentemente interminable antes de despertarse en su cama, a salvo, cubiertos por un sudor frío.
Fue eso lo que me pasó el 1 de diciembre, cuando estábamos en directo en el programa BBC World Service de Radio 4 a las 5 de la mañana.
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Pero no era un sueño. Aquella vez era real.
"Aterrador"
La razón —que conocerás si escuchaste todo el programa — fue médica.
Tengo diabetes del tipo 1 y mi pesadilla en vivo fue causada por un grave ataque hipoglucémico.
Para explicarlo de forma sencilla, se trata de una especie de agotamiento de baterías: falta de azúcar o combustible en las células del cuerpo, especialmente en las partes clave del cerebro.
Fue aterrador. A medida que trataba de leer el guion, cada uno de mis ojos empezó a funcionar de forma independiente, creando dos remolinos de palabras que no cesaban.
Y sentí una extraña sensación que solo puedo describir como si mi subconsciente, por razones de sobrevivencia, estuviera tratando por su cuenta de arrebatarle el control a mi mente consciente, que ya estaba fallando.
Los latidos del corazón y otras funciones vitales seguían funcionando, pero las secundarias, como la capacidad de hablar o razonar, se me apagaban.
Gran equipo
Afortunadamente, trabajo con un gran equipo.
La productora Neil Nunes mantuvo el barco a flote al leer un boletín de noticias perfecto después de mi terrible introducción, mientras mis colegas me hacían engullir más de una decena de saquitos de azúcar.
Regresé a las ondas seis minutos después y todo volvió a la normalidad.
Les expliqué a los oyentes lo que me había pasado y recibí mensajes realmente encantadores de todo el mundo.
Tuve suerte.
Aproximadamente una de cada 300 personas sufre la misma enfermedad que yo y muchos coincidirán en que una de las peores partes del asunto es la vergüenza causada por episodios como estos.
Generalmente los que presencian los síntomas suelen asumir que están borrachos o que simplemente estás siendo grosero.
Ha habido casos terribles de personas que han sido arrestadas por comportamientos como estos, a las que se las han encontrado a la mañana siguiente muertas en sus celdas.
Conozco a algunos que sufren de diabetes en la BBC. Hemos conversado de nuestras historias de terror personales, las que no nos hemos atrevido a contar a nuestros compañeros, porque las vivimos casi como si fueran errores.
Pero así es la vida. Esa es la realidad de quien vive con diabetes de tipo 1.
El peor día de trabajo
Si te controlas bien, tendrás bajones de azúcar ocasionales.
No queremos vivir entre algodones, o que nos pidan que trabajemos menos o que hagamos tareas más sencillas.
Me he pasado la vida tratando de hacer lo máximo posible: juego al fútbol tres o cuatro veces por semana y hago mucho bricolaje con mis herramientas.
Tengo estrategias para asegurarme de que mis niveles de azúcar están bien cuando hago estas u otras actividades, como cuando presento programas de radio. Y han resultado efectivas en mi larga carrera.
Si alguien a quien conoces tiene diabetes tipo 1 y lo ves sudar, bostezar o parece increíblemente cansado o inusualmente borracho o de mal humor, dile que revise su nivel de azúcar en sangre.
Y si está por debajo de cuatro (milimoles por litro, 72 miligramos por decilitro), dale un refresco de cola o unos saquitos de azúcar.
Así lo salvarás de tener —tal como me pasó a mí— el peor día de trabajo de su vida".