Sarah Corbett ha pasado toda su vida haciendo campaña por las causas en las cree.
Pero, cuando tenía aproximadamente 25 años, se cansó de participar en manifestaciones, de sostener pancartas y de gritar así que decidió expresarse de una manera distinta.
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Y fue así como optó por el craftivism, que en español sería algo como "artivismo", un tipo de activismo que aprovecha artesanías y manualidades para dar a conocer su causa.
Últimamente, por ejemplo, Corbett usa pequeños rollos de papelen los que escribe mensajes que introduce en distintos lugares de las prendas de vestir.
"La ropa que elegimos nos hace humanos. Es una gran responsabilidad, ¿cierto?", se lee en uno.
La chica actúa con rapidez. Entra en tiendas a las que se acusa de comprar su mercancía en fábricas que explotan a los trabajadores, pretende examinar las prendas que venden y cumple su misión.
Lo que hace la pone nerviosa, pero sigue adelante pese a la ansiedad.
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Antecedentes
Su visita clandestina a estos comercios es el último capítulo de una vida dedicada al activismo. Tenía apenas 16 años cuando organizó su primera campaña con el objetivo de lograr que en su escuela se instalaran casilleros.
La directora le dijo que regulaciones de seguridad en el recinto no lo permitían.
"Pero me pareció extraño, así que le pregunté al conserje, quien me miró con cara de sorpresa. Así que dedicamos un tiempo a medir los corredores y los salones, y fue así como descubrimos que instalarlos no era un riesgo", recuerda Corbett.
Un tiempo después, instalaron los casilleros (y 17 años más tarde, siguen siendo utilizados).
"Lo que me enseñó es que para ’ganar’ una campaña no tienes que organizar un acto público ni lograr que muchas personas firmen una petición", indica la activista.
Y prosigue: "Me mostró que se pueden realizar acciones más creativas para lograr un objetivo".
Su siguiente campaña fue en contra de la ropa interior que tenían que utilizar las chicas en las actividades físicas que se realizaban en la escuela (y que la mayoría detestaba).
"Correr en la parte de afuera de las instalaciones con esa prenda era degradante, nos sentíamos expuestas. Además veíamos autos estacionados con hombres que nos observaban", comenta Corbett.
"Perdimos la pelea -señala- porque una de las profesoras era extremadamente obstinada, era intimidante y se negó a hablar sobre el tema. Aprendí mucho de las dos campañas".
El camino
No resulta sorpresivo que Corbett se dedicara profesionalmente al activismo y trabajara para organizaciones no gubernamentales como Oxfam, Christian Aid y otras más.
Pero después de un tiempo, estaba agotada.
Cuenta que es una persona introvertida, por lo que participar en marchas, en protestas frente a embajadas y en actividades similares, le absorbía la energía.
Un día, en un festival que se realizaba en Londres, su misión era lograr que la mayor cantidad de gente suscribiera una petición relacionada con el cambio climático. Pero terminó escondida en un baño portátil.
Y pensó: "¿Qué hago dentro de un baño mal oliente para evitar hablar con la gente acerca del calentamiento global y para que mis colegas no vean que no estoy haciendo mi trabajo?"
El resultado de esa experiencia fue la creación de Craftivist Collective, una agrupación que fundó para incentivar a que las personas aprovechen las manualidades como una forma más discreta de promocionar las causas que les preocupan.
La misión actual
Cada uno de los rollos de papel que elabora está escrito con delicadeza en un papel con relieve y amarrado con una cinta de color. Lo primero que lee quien se lo encuentra es: "Por favor, ábreme".
"Están diseñados para que las personas sientan curiosidad acerca del origen de la ropa que están usando. Se trata de cuestionar de una manera sutil, no de predicar", explica Corbett.
El término craftivism se hizo popular en Estados Unidos gracias a la escritora y artesana Betsy Greer en 2003, y desde entonces, ha estado ganando adeptos.
Los gorros tejidos para la protesta en contra de Donald Trump el día que asumió la presidencia son un ejemplo famoso del arte del craftivism, combinado con una tradicional protesta en la calle.
Corbett explica que no se trata de reemplazar las herramientas convencionales de protestas, sino de añadir una más.
Su organización también se ha dedicado a crear conciencia acerca de la importancia de la salud mental.
Corbett opina que demonizar a la gente, gritarles y avergonzarlos no ha sido efectivo ni en el activismo ni en otras áreas.
"Pero la protesta sutil no implica debilidad ni pasividad, puedes usar algo colorido para enviar mensajes contundentes, es algo que desarma", afirma la activista, quien acaba de publicar un libro acerca del tema.
Estrategia
La intriga suele ser parte de la estrategia de Corbett. En el caso de los rollos de papel, por ejemplo, el destinatario tiene que encontrar el mensaje, suelen estar escondidos en un lugar que no es particularmente visible.
Hace algunos años, pegó una pancarta pequeña debajo de una reja en una cancha de baloncesto en la que se juntaban jóvenes y que está localizada en una zona conocida por violencia entre pandillas.
En ella había una cita del director de cine Martin Scorsese: "Creo que cualquier persona sensata tiene que darse cuenta de que la violencia no cambia el mundo. Y si lo hace, se trata de algo temporal".
Esperaba que los chicos lo notaran y se dieran cuenta de que había alguien que se preocupaba por ellos.
Corbett misma vivía en un edificio de interés social que tenía muchos problemas, uno de ellos era que con frecuencia había incendios. Pero los bomberos tenían escaleras que llegaban al piso 10 y ella vivía en el 14.
Eso fue lo que motivó a su mamá a involucrarse en la política local.
La primera vez que Corbett participó en una protesta fue a los 3 años, junto a sus padres, que estaban en contra de la demolición de un edificio. Creció tomando té en tazas con mensajes como "Liberen a Nelson Mandela".
Es una veterana en el mundo del activismo, una que ha pasado muchos años buscando su propia voz.
"Espero que la gente no crea que mis mensajes son petulantes, he trabajado duro para encontrar la mejor manera de enviarlos y espero que a la gente le guste encontrarlos. Creo que el craftivism puede lograr, de manera respetuosa, que la gente se involucre. Planta una semilla", concluye Corbett.