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Pedro del Nido, el cirujano chileno que "hace milagros" en los corazones de niños de todo el mundo

El jefe de cirugía cardíaca del Hospital de Niños de Boston es considerado uno de los principales y más innovadores cirujanos de su especialidad a nivel mundial. A su cuidado llegan bebés de todo el mundo a los que en sus países de origen dan muy pocas esperanzas.

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"Gracias por salvar tantas vidas". "El Dr. Del Nido ha sido bendecido con manos que hacen milagros"…

Estos son algunos de los testimonios de padres de pacientes recogidos por el Hospital de Niños de Boston, Estados Unidos, como parte de un tributo a uno de sus expertos, el cirujano chileno Pedro del Nido.

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Del Nido es jefe del departamento de cirugía cardíaca de ese centro y ha sido pionero en la creación de técnicas que permiten tratar a niños para los que no había solución.

A su hospital llegan niños de todo el mundo, muchas veces tras campañas desesperadas de familias en internet para recaudar fondos y lograr que sus hijos sean operados en Boston.

BBC Mundo habló con él sobre su trabajo para ayudar a niños con cardiopatías muy severas, su empeño por innovar y su madre, cuya forma de encarar la vida lo marcó para siempre.

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¿Cómo se explica que en su hospital en Boston ayuden a tantos bebés con problemas graves de corazón que no son considerados tratables en sus países de origen?

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Nosotros en primer lugar tenemos un equipo de especialistas en varios aspectos de la cardiología en niños que nos ayudan a evaluar casos complejos, porque la gran mayoría de las casos que recibimos son muy complejos.

No es que no haya especialistas en otros lugares, pero nosotros tenemos la concentración de todos.

Por ejemplo, ayer operamos a un bebé de 8 meses de Londres, Inglaterra, que tenía un tumor en el ventrículo izquierdo del corazón y presentó arritmia. Necesitábamos un especialista que conoce de tumores, otro que sabe de arritmias y otro que sabe manejar niños de esa edad.

Hay pocos centros que tengan esa concentración de expertos y eso es lo que nos ayuda a evaluar niños con cosas que son muy complejas.

¿Cómo logran desarrollar constantemente tratamientos nuevos?

Hay dos aspectos, uno es el conocimiento, la experiencia.

El otro es que nosotros siempre buscamos soluciones nuevas, siempre estamos tratando de innovar, porque hay algunos niños en que las operaciones convencionales no logran resolver el problema. Innovar es lo que hacemos en forma rutinaria aquí.

Uno necesita estudiar, tener una mente abierta para soluciones nuevas. No solamente decir ’mis antepasados han dicho que ésa es la mejor manera y eso es así’.

Aunque los resultados sean buenos ahora tenemos que buscar mejores formas de llegar a una solución.

¿Puede darnos un ejemplo de uno de los procedimientos novedosos que usted ayudó a desarrollar?

Hay muchos niños que nacen con un lado del corazón que no está bien desarrollado.

En la mayoría de los centros lo categorizan como un niño univentricular, que tiene un solo ventrículo. Pero la verdad es que tiene dos, aunque uno no ha crecido de forma adecuada. Entonces nosotros desarrollamos una técnica para hacer crecer ese ventrículo hipoplástico.

Fue algo que desarrollamos a través de un período de 10 años y ahora nos llegan muchos niños de todas partes del mundo con ese problema.

Es uno de los problemas más comunes que vemos en cardiopatías en niños recién nacidos.

¿Cómo logran hacer crecer el ventrículo no desarrollado?

Nos dimos cuenta de que si uno le agrega más flujo de sangre, ese ventrículo en un niño recién nacido o pequeño tiene la capacidad de crecer. Porque la verdad es que su corazón está creciendo de todas maneras ya que todo el niño está creciendo.

La parte más difícil fue como controlar el flujo adicional para que no dañe ese ventrículo y eso es lo que descubrimos, que hay una forma de hacerlo y la gran mayoría de los niños reacciona.

¿Es un procedimiento que usted creó?

Yo empecé a hacerlo hace ya como 12 años para buscar maneras de tratar a los niños con esta patología univentricular de otra forma, porque los resultados a largo plazo con las operaciones convencionales no son buenos.

Buscando otra solución descubrimos esto. Al principio los resultados no eran tan buenos y empezamos a mejorar y mejorar y mejorar y eventualmente llegamos a lo que hacemos ahora que nos da buenos resultados en la mayoría de los niños.

Hay pacientes que ya tienen 20 años y les hicimos esto cuando eran pequeños. Tienen una vida bastante normal y la expectativa de una vida larga.

Otra de sus innovaciones es la reconstrucción de la válvula entre la aurícula y el ventrículo izquierdo, la válvula mitral…

Las técnicas para reparar la válvula mitral se desarrollaron en adultos. Hay cirujanos muy famosos en Francia que desarrollaron esas técnicas, pero nadie había descubierto la forma de aplicar esas técnicas en niños pequeños.

Y también tenemos que tomar en cuenta que los niños están creciendo y que si le ponemos una prótesis que no crece con el niño le va a quedar chica. Lo que tuvimos que hacer es adaptar esas técnicas que ya están comprobadas en los adultos a los niños.

La válvula se puede sustituir con una válvula que se expande, pero también hay formas de reconstruir la válvula propia del niño, porque esa válvula es de ellos y va a seguir creciendo.

¿Cómo se prepara usted para enfrentar casos tan complejos?

Cada caso es individual. Cada niño tiene su vida, una familia que esta preocupada por él.

Tenemos que tomar cada caso como si fuera el primero y pensar qué es lo que es lo mejor para ese niño a largo plazo, buscar que tenga una vida normal.

Ya tenemos técnicas para ayudar a la mayoría y eso nos da el empeño para seguir buscando mejores maneras de ayudar a aquellos niños para los que por ahora no tenemos soluciones.

Buscar mejores soluciones es lo que me ha obligado a aprender, a observar a otros cirujanos, a practicar. No hay atajos en esto.

Su padre fue cirujano. ¿Esto influyó en su decisión de dedicarse a la cirugía?

Yo soy una persona que necesito resultados inmediatos. Quiero ver los resultados de mis esfuerzos inmediatamente y la cirugía es la única práctica de medicina en que uno ve inmediatamente los resultados.

Por eso yo no puedo hacer otra cosa. Es lo que quiero hacer y me da gran satisfacción.

Usted relató en el pasado cómo llegó a Winsconsin, Estados Unidos, sin saber inglés. Y su mamá "lo lanzó de lleno" inscribiéndolo en un colegio. ¿Podría contarnos cómo lo influenció su madre?

Mi padre falleció cuando yo estaba pequeño. Así que fue mi madre, Teresa Olivarrés, la que nos crió.

Veníamos de Chile y ella fue a estudiar a Francia para sacar su doctorado. Estamos hablando del año 64, cuando no había mujeres en ciencia y ella era la excepción, porque era veterinaria y se había sacado su doctorado en microbiología. Era la única mujer en ese campo.

Mi madre siempre ha sido un gran ejemplo para mí, una persona que nunca ha dejado que las tradiciones impidan el avance, y eso para mi fue un ejemplo enorme, ver cómo pensaba y se comportaba.

¿Podría darnos algún ejemplo de esa forma de su madre de enfrentar la vida que lo marcó?

A ella no le daban miedo los desafíos. Siempre enfrentaba los problemas y los obstáculos de forma que tenía fe en si misma, en que podía encontrar una manera de superar cualquier problema.

Ella en ese sentido tenía tanta fe en su capacidad que no había desafío que ella no tratara de superar y eso es un ejemplo que ayuda mucho a los niños.

Luego su madre fue a estudiar a Estados Unidos…

Sí, yo tenia 10 años cuando fuimos a Wisconsin con mi madre y mi hermana.

Fue un proceso de inmersión. A mi no me gustaba mucho la escuela, especialmente la highschool o secundaria. Mi madre después de completar sus estudios quedó enseñando en la universidad y eso me daba la oportunidad para irme a sentar y escuchar clases allí.

Empecé a hacer eso y me di cuenta de que había acumulado créditos en la universidad, entonces fui al decano y le dije ’yo quiero entrar a la universidad’.

Al principio no querían dejarme porque yo tenia 15 años, pero por suerte el decano me dijo ’bueno, te vamos a dar la oportunidad por un año y si te va mal tienes que regresar a la escuela’.

Me fue muy bien y ya a los 18 años me había graduado y entré a la escuela de medicina.

¿Cuál sería su mensaje a hijos de inmigrantes en el actual clima de restricciones del gobierno de Donald Trump?

La situación ha cambiado muchísimo, pero la verdad es que todavía yo creo que Estados Unidos es uno de los pocos lugares donde una persona que tiene la esperanza y no tiene miedo a enfrentar problemas complicados tiene la oportunidad de avanzar.

Claro que es sacrificada la cosa, pero si una persona se dedica tiene la oportunidad de avanzar. Y eso yo creo que es indispensable, si uno pierde la lucha antes de empezar la pelea no va a ganar nada.

¿Cómo ve su misión de cara al futuro?

Haciendo cirugía uno ayuda a un niño, pero con el conocimiento que he ganado a través de los años ahora me estoy empezando a dedicar a desarrollar tecnología para ayudar a muchos niños, no solamente los niños que yo opero.

Por ejemplo, tenemos un programa para desarrollar formas de hacer cirugía sin utilizar la circulación extracorpórea, la bomba. El costo es mínimo y es algo que hasta en el caso de niños en la India o América Latina , hay esperanza de cubrir los costos.

Son cosas muy baratas porque la tecnología ha avanzado tanto que un teléfono celular tiene una cámara que cuesta 50 dólares y podemos ahora incorporar esa tecnología para visualizar dentro del corazón.

Desarrollar esta tecnología es a lo que me dedico para ayudar a niños no solamente en países con muchos recursos sino en países que se están desarrollando. Ésa es mi misión ahora.

Usted encara enormes desafíos constantemente. ¿Cuál sería su mensaje final?

Uno tiene que enfrentar la vida como la encuentra, pero nunca se puede perder la fe en uno mismo. Claro que hay problemas y a veces no se ve solución obvia.

Pero uno tiene que seguir trabajando, porque a través de ese trabajo, a través de ese esfuerzo, muchas veces uno puede lograr mucho más de lo que hubiera logrado si no hubiera hecho nada.

Para mí esa es la filosofía de la vida.

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