Opinión

Alex Delgado: Una enseñanza de vida para todos

Lee aquí la columna de la doctora, tanatóloga, científica y embajadora en oncología.

Maricelly Santiago + columnista
Maricelly Santiago + columnista

Ciertamente, Puerto Rico cuenta con personas profesionales y humanitarias que tocan nuestros corazones. Alex Delgado, no fue la excepción. Con una hermosa familia, un público que lo amaba, una trayectoria intachable y un corazón enorme que se desbordó en múltiples ocasiones para los más necesitados.

Como pueblo lamentamos sufrir su pérdida pero reconocemos que su valentía le permitió seguir todos los días trabajando con su condición hasta donde su físico y Dios le permitió. Las cadenas de oraciones por Alex eran enormes, oraciones que lo sanaron hasta el último momento. Su pérdida es un duelo para todo el país y para todo el que lo conoció. Son espacios irremplazables, pero que dejaron una luz que alumbró los pasos de las próximas generaciones que vienen en camino.

El ejemplo de lo que vivimos con el compañero Alex Delgado, nos reafirma, que según nos comparte el Registro Central de Cáncer de PR , todos estamos en riesgo de padecer en algún momento de algún tipo de enfermedad oncológica. Desde marzo, se encontraba en alerta y atendiendo su salud el diagnóstico de cáncer en un estado avanzado, que tenía su origen en el intestino delgado y el colon, metastizado en el hígado.

No era un diagnóstico fácil, pero no claudicó a su adherencia clínica, estilos de vida y cuidados paliativos. Nunca dude de tomar las acciones necesarias cuando su cuerpo le envíe señales de alerta para que usted pueda tomar decisiones informadas de la mano de su equipo médico.

El tipo de cáncer que sufrió Alex, era uno muy poco común. El mismo inicia en los tejidos conectivos de nuestro cuerpo que tiene la habilidad de formar masas en las extremidades o hasta en el tronco del cuerpo. El tratamiento idóneo es la cirugía unido a la quimioterapia o radioterapia. Todo dependerá del caso del paciente.

Alex, un laico católico que fue asistido hasta sus últimos días, conocía la mano y misericordia superior que regía su vida. Su vida no fue una batalla, fue una enseñanza. Esta enseñanza no es necesariamente una sentencia de muerte y reiteró su fe hasta el final. Dios en su misericordia lo acompañó hasta el final y en su vida eterna.

Como autora y laica católica, hago eco a todos nosotros a que amemos la vida como el amaba a Puerto Rico. Recordaremos y honraremos su legado para nuestra isla, educativo y misericordioso. ¡ Que descanse en paz y la Misericordia de Jesús lo acompañe en la eternidad y a los suyos en ese proceso de transición! ¡Que en paz descanse y la Misericordia de Dios esté con el siempre!

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