Muchos puertorriqueños tenemos problemas de memoria corta. Cuando tenemos un problema encima, como el que tenemos en este momento con el alza en facturación del servicio eléctrico para poder pagar el plan de retiro de los empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica, protestamos, nos lamentamos, hacemos manifestaciones para demostrar nuestro descontento y nuestra frustración con la situación actual y hasta nos airamos. Esto es un problema real que hay que resolver ayer, pero que siguen pasando la papa caliente de asunto en asunto y de año en año hasta que el problema se “normaliza” y aprendemos a vivir dentro de la nueva realidad. Vean que digo que el problema se “normaliza”, lo cual no es sinónimo de que el problema ha sido resuelto. El problema de la facturación de la luz, de la mano con el problema de la falta de generación de energía eléctrica, necesita ser resuelto. De igual manera que hay otros problemas que se han “normalizado”, pero que bajo ningún concepto se han resuelto.
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Otro problema que ha corrido la misma suerte es el de la insolubilidad económica de los municipios tras la eliminación del fondo de equiparación. ¿Se acuerdan de eso? El Fondo de Equiparación empezó su eventual muerte en 2017, cuando la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) lo redujo 50 %. Posteriormente, se aplicaron reducciones anuales hasta su eliminación total en junio de 2024. Este proceso gradual se supone que le daría a los municipios varios años para prepararse para la eventual pérdida completa del fondo en junio 30 del 2024. Sin embargo, teniendo siete años para prepararse, ¿estuvieron todos los municipios listos? Todos conocemos que la respuesta es que no. Hay varios municipios de Puerto Rico que están subsistiendo utilizando fondos federales de recuperación por desastres, aumentando partidas de fondos no recurrentes (como los arbitrios de construcción), y ajustando sus presupuestos ante la nueva realidad fiscal. Varios de estos fondos federales han incluido fondos del American Rescue Plan Act, el fondo del Community Development Block Grant for Disaster Recovery, fondos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, la Agencia de Protección Ambiental y del Departamento de Justicia federal. El problema principal de estos fondos es que no son recurrentes y que varios de ellos se hacen en forma de préstamo, hundiendo a los municipios más pequeños en una deuda mayor y garantizando que, en un corto tiempo, varios municipios quedarán inoperantes.
Otros problemas “normalizados” pero no resueltos son la merma poblacional, el éxodo de diferentes profesionales, el envejecimiento de nuestra población, el cierre de hospitales, la escasez de vivienda y de trabajos, la falta de servicios, el alto costo de vida y, por supuesto, el que no podemos dejar fuera, la corrupción. Si se fijan, todos estos problemas en un momento dado estuvieron en las primeras planas de los medios noticiosos de Puerto Rico, pero hoy por hoy, ya no se habla de ellos. ¿Significa que ya esos problemas no existen y que ya fueron resueltos? Desgraciadamente no. Esos problemas siguen vivitos y coleando, y cuando menos lo pensemos, van a regresar peor que nunca. Tenemos memoria corta. Entonces, ¿qué podemos hacer? Lo primero es entender que los que nos trajeron estos problemas son los mismos que seguimos eligiendo elección tras elección. Una definición de locura es hacer lo mismo y esperar resultados diferentes. Puerto Rico no es una casa alquilada que muchas veces se da una mejora de capota y pintura y sigue por ahí. ¡No! Puerto Rico es nuestra casa, es la que queremos cuidar y que esté bonita y funcional, es la que queremos que nos dure toda la vida, inclusive para dejarla en herencia a nuestros hijos. Necesitamos dejar de poner parchos y seguir caminando, necesitamos hacer cambios sustanciales y radicales que permitan generar riqueza de forma recurrente y autosostenible. ¿Qué cómo podemos hacer eso? Pues qué bueno que preguntan, vamos a ver.
Creo que hay tres tipos básicos de dinero en Puerto Rico. Al primero le podemos llamar dinero reciclado. Este es el dinero que cambia de manos dentro de nuestra propia economía. Si usted presta un servicio o vende una mercancía, usted recibe un dinero. Usted usa ese dinero para pagar bienes y servicio para usted y su familia. Los negocios que reciben ese dinero cuando usted les compra, lo usan para pagar sus bienes y servicios incluyendo los salarios de sus empleados. Esos empleados usan sus salarios para pagar bienes y servicios para sus familias, y así sigue el ciclo. El segundo tipo de dinero vamos a llamarle dinero expatriado, ese es el dinero que se usa para comprar cosas a compañías extranjeras con sus sedes fuera de Puerto Rico. Estos son los que envían sus ganancias netas hacia el exterior. Este tipo de dinero no es un problema si es menor al tercer tipo de dinero, el cual le podemos llamar dinero “nuevo”. Este es el dinero que entra a Puerto Rico del exterior. Este puede incluir los beneficios del turismo, la manufactura, y la industria de servicio a gran escala, como por ejemplo el centro de reparación de aviones comerciales en Aguadilla. Este tercer tipo de dinero, aunque puede ser incentivado por el gobierno, no es provisto por el gobierno, sino por la industria privada. Este es uno de los elementos que hacen que la libertad económica sea tan importante. No obstante, esto no es suficiente. Le toca al gobierno achicar su tamaño. Un gobierno grande es como un hambre que no tiene fin, mientras mas come, mas quiere. Es necesario que el gobierno se apriete la correa y empiece el doloroso pero necesario proceso de achicarse. Un buen sitio para empezar es reducir la cantidad de municipios en Puerto Rico. Lo siento, pero se tenía que decir y se dijo. Los estimados mas recientes de la población de Puerto Rico lo ponen en 3.2 millones de habitantes, y tenemos 78 alcaldías con sus estructuras municipales. Sin embargo, ciudades grandes como Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Houston, Phoenix y Filadelfia, tienen entre 1.6 y 8 millones de habitantes y solamente tienen una alcaldía. ¿Ustedes se imaginan la cantidad de dinero que estaría disponible en Puerto Rico año tras año si reducimos la cantidad de alcaldías a un número mas real, entre 20 y 30? Pero para eso no podemos tener memoria corta, sino que necesitamos tener voluntad, tener sentido de urgencia, tener valor a hacer cambios radicales; sí, necesitamos gobernantes que puedan poner el bien de Puerto Rico por encima del bien de su partido.
En estos días, he escuchado a varios líderes del Partido Nuevo Progresista (PNP), entre ellos Thomas Rivera Schatz, defender proyectos de ley que no tienen sentido, y como parte de esa defensa han hablado de que, no importa cuánto la oposición se oponga a dichos proyectos, o cuánto le tiren al PNP, que en las próximas elecciones el PNP “va a barrer”, indicando que van a ganar por mucho. ¿En serio? Yo me pregunto, ¿cuándo será el turno de nosotros, los puertorriqueños, de ganar? ¡Dejemos atrás la memoria corta y busquemos otras opciones de gobernantes que pongan a Puerto Rico primero!