La dependencia económica de la sociedad puertorriqueña tiene una relación directa con las transferencias de fondos federales. Los huracanes Irma y María, los terremotos de 2020, y el COVID-19 han demostrado, fuera de toda duda, que el modelo colonial dependiente no se puede sostener sin las asignaciones federales en cuantías de miles de millones de dólares.
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En ese contexto, entre el 40 % y 45 % de las familias puertorriqueñas dependen del Programa de Asistencia Nutricional (PAN), por necesidad material. Nuestra población empobrecida, incluyendo adultos mayores, no hubiera podido satisfacer sus necesidades alimentarias durante el pasado año, ni en los años fiscales anteriores, lo que revela serios problemas de seguridad alimentaria.
El gobierno central, corporaciones públicas y los municipios dependen sustancialmente de asignaciones federales en forma de transferencias unilaterales. Tal dependencia incluye fondos para proyectos de infraestructura, para educación y salud, entre otros renglones. Por esa razón, sin tales transferencias, la provisión de servicios a la población y las operaciones diarias del gobierno del país se afectarían drásticamente.
Las distintas administraciones gubernamentales que se han turnado en el poder no han articulado un plan integral, a largo plazo, que siente las bases para romperle el espinazo a la dependencia en sus diversas manifestaciones. El discurso oficial se ha centrado en promover a perpetuidad la dependencia, bajo la premisa de que el país no puede sostenerse por sí mismo.
Es profundamente preocupante que este discurso se fortalezca en el futuro previsible, influyendo en las generaciones actuales que se forman en nuestras escuelas, colegios y universidades, con la consecuente consolidación de una mentalidad dependiente.
El modelo dependiente prevaleciente en el país está siendo amenazado como consecuencia del enfoque administrativo de un presidente estadounidense insensible ante la realidad socioeconómica que viven millones de personas, tanto en la federación de estados que dirige, como en los territorios coloniales, incluyendo a Puerto Rico.
Es necesario un proyecto nacional de desarrollo en el que se sincronicen armoniosamente todos esos recursos humanos para fundar un sistema económico que responda a las necesidades de nuestra población.