El pasado martes, la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre los territorios ocupados de la Organización de las Naciones Unidas confirmó que Israel ha cometido genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. También, urgió a Israel a dejar de violar el derecho internacional para poner fin al genocidio y responsabilizar a quienes han cometido este crimen de lesa humanidad. No podemos ignorar esta realidad que afecta a todos los pueblos y a todos los seres humanos.
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No permitamos la complicidad ante esta atrocidad que comete el gobierno de Israel. El gobierno de Israel continúa bombardeando y asesinando a inocentes en Gaza, Siria, Líbano, Yemen e Irán. El silencio y la indiferencia ante esta realidad son formas de complicidad. Como integrantes de la comunidad internacional, como pueblos y como seres humanos, estamos moral y éticamente obligados a alzar la voz y a actuar con firmeza contra el genocidio.
Durante décadas, el pueblo palestino ha sido víctima de una ocupación brutal, de políticas sistemáticas de apartheid, desplazamiento forzado, bombardeos indiscriminados y bloqueos. Estas ofensivas han convertido la vida cotidiana del pueblo palestino en una lucha por la supervivencia.
Frente a esta realidad, exigimos solidaridad activa. Debemos exigir el fin del comercio de armas con Israel, de presionar a los gobiernos para que rompan relaciones diplomáticas hasta que cesen los crímenes, y denunciar a los gobiernos, como el de Estados Unidos, para que no continúe auspiciando económicamente el genocidio. La historia pasa juicio sobre nuestra respuesta. Hoy más que nunca, la solidaridad no es solo un acto político: es un deber moral urgente.
Palestina necesita más que palabras: necesita justicia, necesita libertad, necesita solidaridad real. Gaza es el epicentro de una tragedia humanitaria: se estiman sobre 680,000 muertes, en su mayoría mujeres, niñas y niños, y es un pueblo que intenta sobrevivir la hambruna a la que está sometido. Luchemos por el derecho a vivir en paz.