Opinión

El conciliábulo de los embusteros

Lea la columna de Emilio Pantojas García, Sociólogo

Metro Puerto Rico
Emilio Pantojas Metro Puerto Rico

“Primero se cae un mentiroso que un cojo”, me decía mi madre cada vez que percibía que estaba mintiéndole o a punto de mentirle cuando era niño. Era como si tuviera poderes extrasensoriales. Tal fue su lección, que ando por la vida metiéndome en problemas por decir la verdad cada vez que me preguntan. Claro, que digo mi cuota de mentiras inocuas, que bien se ve usted, me alegro verle, estamos bien… Pero viendo los enredos basados en la mentira de los principales funcionarios del gobierno de Jenniffer González, viene a mi mente a diario el dicho de mi madre.

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Bad Bunny subestimó la capacidad de mentir de los funcionarios del Partido Nuevo Progresista. “Jenniffer mentirosa” parece hoy un halago. No se trata de la ocasional mentira para salir de un aprieto, tampoco de la demagogia típica de los políticos que utilizan el lenguaje para ocultar su verdadera naturaleza o sus intenciones. Estamos ante un élite gobernante que no sabe decir la verdad. Pero no hablo simplemente de mentirosos compulsivos o demagogos profesionales. Se trata de un grupo de embusteros: mentirosos mendaces, calculadores y descarados.

El cuento de las planillas de la nominada a secretaria de estado no lo creyó nadie. La pulcritud del candidato a secretario de salud fue destrozada por el dato de que la nominada a secretaria de estado intervino como su asesora y fue quien lo conectó con el usurero que refinanció un préstamo que envolvía al Colegio de Médicos y Cirujanos. Luego la candidata a secretaria de justicia interrumpe en público una conferencia de prensa para decir que la voz en la grabación no es la suya, a lo cual la gobernadora—Jenniffer mentirosa—añade sin suspirar que con eso de la inteligencia artificial hoy día… validando la mentira que luego habrá de admitirse con explicaciones que sólo confirman el carácter engañoso de la nominada.

Finalmente, para desenredar el nudo creado por las mentiras, se nomina a un General de Brigada de la Guardia Nacional. Un militar de mucho pedigrí. ¡Nada más y nada menos que el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)! El problema es que el Generalísimo, sirvió en la Guardia Nacional de West Virginia, votó en las últimas dos elecciones como residente de la Florida y llenó su primera planilla de Puerto Rico en 2021, para el año 2020. El abogado de O.J. Simpson acuñó la famosa frase, si el tiempo no cuadra, tienen que absolver (if the time don’t fit, you must acquit). Pues en este caso es a la inversa, si el tiempo no cuadra, hay que retirar el nombramiento. Y así fue, la nominación del Generalísimo fue retirada. A lo cual el Generalísimo respondió con la amenaza de crear un comité de acción política para veteranos, estando prohibido por ley que los/as secretarios/as de estado y justicia, así como el comisionado de la policía se envuelvan en actividades políticas (¡!).

A cuatro meses de juramentar, el gobierno de Jenniffer mentirosa sigue al garete a la merced de los vientos de la mentira y la incompetencia. Parece que entre los 8,000 resumes en el banco de datos de la gobernadora no hay gente honesta que esté capacitada. Estamos ante una clase política embustera, una claque de mentirosos mendaces—mentirosos del tuétano, diría mi hermana Maritza—enredados en su red de mentiras. Una claque que ve en el gobierno oportunidad de lucro y beneficio, no un espacio de servicio y sacrificio. No nos equivoquemos, no se trata de una lucha entre servidores honestos y corruptos. Es una pelea entre corruptos por puestos y contratos. El gobierno es un botín y la gente afectada es “daño colateral”. No es que Jenniffer sea mentirosa, es que preside un conciliábulo de embusteros, avaros y egoístas, que carecen de una visión de país. Pero como decía Mark Twain: “Es más fácil engañar a las personas que convencerlas de que han sido engañadas”.

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