El Día del Planeta Tierra se conmemoró por primera vez el 22 de abril de 1970, como respuesta a lo que ya desde ese momento se veía como una necesidad de crear conciencia sobre los efectos de la contaminación ambiental. En 2009, la Organización de las Naciones Unidas oficializó esta fecha como el Día Internacional de la Madre Tierra. Desde entonces, se han aprobado leyes para proteger el aire, el agua y los suelos, buscando un equilibrio entre desarrollo económico y protección ambiental. Muchos países han fomentado el uso de fuentes de energía renovable, el desarrollo de programas y proyectos colaborativos cuyo fin es garantizar que el planeta que dejemos a futuras generaciones sea uno saludable y apto para la vida humana y de todas las especies que comparten este ecosistema.
Lamentablemente, el gobierno del Partido Nuevo Progresista (PNP), liderado por la gobernadora Jenniffer González, ha asumido la postura de desregular las protecciones ambientales que garantizan la salud y bienestar de nuestro pueblo. Su primer proyecto fue legalizar un crimen ambiental en La Parguera, vinculado a la casa de sus suegros. También, extendieron el contrato de AES, propiciando la contaminación que afecta la salud de las comunidades aledañas a Guayama y Salinas. Han apoyado abiertamente los megaproyectos de Esencia, en Cabo Rojo; el paseo ciclista que pone en riesgo la zona marítimo terrestre, en Rincón; y Moncayo, en Fajardo; proyectos que no cuentan con los permisos adecuados y afectan permanentemente las comunidades de estos sectores. La visión de este gobierno es priorizar los grandes intereses económicos involucrados, en total indiferencia y desconexión de las necesidades de las generaciones puertorriqueñas y la naturaleza.
Históricamente, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) ha radicado un sinnúmero de proyectos dirigidos a la protección ambiental, que cuentan con el apoyo de las organizaciones que defienden el ambiente; como una nueva ley de costas, moratoria en la zona costanera, protección de las dunas, transición hacia una energía renovable, manejo de crisis climática, entre otros. La Legislatura PNP ha hecho caso omiso a estos reclamos legítimos por falta de voluntad y valentía.
No vivimos en un planeta del presente. Nuestra responsabilidad es proteger nuestro ambiente hoy, de manera que los habitantes del Puerto Rico del futuro tengan un espacio sano, limpio y productivo donde vivir. Hacer lo contrario es condenar a nuestra isla a una muerte lenta y segura.