Opinión

El aborto, IVF y Trump

Lee aquí la columna del abogado estadista

Alejandro Figueroa + Columnista

El expresidente Trump no ha ocultado cuan orgulloso se siente de haber nombrado a suficientes jueces conservadores en el Tribunal Supremo como para haber logrado anular Roe vs. Wade en 2022, calificando repetidamente la sentencia del tribunal como un hecho “hermoso”. Pero a medida que va quedando claro cuan impopulares son las prohibiciones del aborto para la mayoría de los votantes, y las mujeres comienzan a sufrir las consecuencias reales y dolorosas de la decisión de Dobbs, Trump ha comenzado a tratar de alejarse lentamente de la base antiaborto, sin excepciones, que lo convirtió en el rey de dicha causa.

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Recientemente, Trump le expresó, a un reportero de NBC, que cree que la medida pendiente en la papeleta del referéndum en Florida en noviembre, que anularía una prohibición estricta del aborto después de las seis semanas de embarazo, es buena porque seis semanas es un período “demasiado corto”. Pero luego, al día siguiente, al recibir críticas del ala conservadora de su partido cambió su posición. Flip-flop.

Trump también prometió recientemente que, si es electo a un segundo término, se asegurará de que el IVF (procedimiento de fertilización in vitro, por sus siglas en inglés) esté cubierto por el “gobierno” o el seguro privado. Pero Trump tiene un problema con la fecundación in vitro que parece ignorar deliberadamente: a menudo estos procedimientos generan embriones extras que no son utilizados y pasan a ser congelados. Esto ocurre en función de la necesidad de obtener el mayor rendimiento posible por el dinero que se invierte en cada ronda de fertilización, lo que puede costar decenas de miles de dólares. Por lo tanto, en muchos casos, las mujeres terminan con embriones extras, algunos con hasta cinco días de edad gestacional, que luego son congelados.

Algunas personas conservan estos embriones durante años. Algunas los donan a otras personas que buscan quedar embarazadas. Pero muchos de estos embriones terminan siendo destruidos después de que el paciente construye con éxito una familia. Es por eso que algunas personas se oponen al procedimiento.

En pocas palabras: la fecundación in vitro a menudo conduce a la destrucción de embriones, lo que no le gusta a la base antiaborto de Trump. Catorce estados tienen actualmente prohibiciones totales o casi totales del aborto, y la noción legal de “personalidad fetal” está creciendo. La idea de que algunos de estos estados no intentarían, como lo hizo Alabama brevemente, prohibir o restringir el IVF es, en el mejor de los casos, ingenua.

¿Cómo defendería Trump su “hermosa” decisión de Dobbs, al mismo tiempo que exige a estos estados que permitan la destrucción de embriones producto de tratamientos de IVF durante los tratamientos de fertilidad financiados por el gobierno?

Los demócratas han respondido a la mayor parte de esta más reciente movida de Trump en cuanto al tema de IVF con una advertencia a los votantes clara y concisa para que no crean en nada lo que digan Trump o Vance.

Las afirmaciones de Vance de que no habrá una prohibición federal al aborto son parte del juego de palabras que están viéndose obligados a utilizar los republicanos para evitar la ola que generó la decisión de Dobbs. Recientemente comienzan a jugar con la palabra “prohibición”, a propósito y de manera deshonesta. Los republicanos del ala MAGA han cambiado sutilmente el significado de la palabra; cuando dicen “no a la prohibición”, están diciendo que no hay ninguna ley que haga que todos los abortos sean ilegales.

Sin embargo, para ellos un “estándar mínimo” estaría bien, por lo que habría que cuestionarse a qué se refieren. ¿Seis semanas? ¿Quince? Quién sabe. Están usando la semántica para ocultar la intención. Y “no a la prohibición” no significa que no se aplique la Ley Comstock, que muchas personas del ala MAGA ya han declarado que es una ley existente que debe aplicarse, lo que significa que quedarían prohibidos los abortos por medio de píldoras. Y realmente, esa ley podría utilizarse fácilmente para limitar todos los abortos al prohibir que cualquier artículo utilizado en uno (guantes quirúrgicos, batas) se envíe a una clínica de atención médica reproductiva.

Queda en manos del equipo de Harris y Walz seguir desenmascarando la estrategia republicana para que los votantes entiendan que por más que digan que no están a favor de prohibir el aborto, una vez electos los limitarán al tal punto que, en términos prácticos, estará prohibido.

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